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El robo de órganos: una leyenda urbana peligrosa

Ciertas anécdotas causaron el pánico de la población. He aquí un ejemplo de ello, que puede causar grandes perjuicios.

Un hombre va caminando por la calle y una mujer lo mira seductoramente. Se dicen algunas palabras y van a tomar algo. Luego, ella lo invita a pasar la noche en su departamento. Él decide ir, y antes del sexo prometido por la mujer, vuelven a tomar una copa. Esta vez, el se queda dormido.

La siguiente escena es aterradora: el hombre se despierta dentro de una bañera, todavía con agua, y observa paralizado que tiene una enorme cicatriz en un costado del cuerpo. Se da cuenta de que lo han operado y le han extraído un riñón. Esta es una de las llamadas leyendas urbanas, algo que, si ocurriera de verdad, no podría dejar al hombre con vida, mucho menos en un departamento.

Pero los rumores circulan, así como circulaban rumores acerca de que en las butacas de los cines había jeringas que contenían el virus del SIDA y cuando la gente se sentaba, se lo inyectaba sin querer y quedaba contagiado con la enfermedad.

Si ya el hecho de someternos a una operación nos produce cierto resquemor, imaginemos lo que nos causaría saber que alguien nos extirpó un órgano sin nuestro consentimiento.

 

El robo de órganos en las películas

El psicólogo e investigador Benjamin Radford, del Comité para la Investigación Escéptica (Comitee for Skeptical Investigation, CSI), sito en Buffalo, estado de Nueva York, EE.UU., en un artículo titulado "Peligrosamente falso: leyendas urbanas sobre el robo de órganos", señala que el cine ha producido varios filmes donde se presenta al robo de órganos como algo real. Entre ellos, encontramos a la película "Coma", protagonizada por Michael Douglas, donde los médicos robaban los órganos de pacientes que estaban por morir, "Estación central", película brasileña donde también aparecen traficantes de órganos. En el filme mexicano "El espinazo del diablo" ocurre algo similar. Estos filmes han contribuido a expandir la leyenda urbana del secuestro de órganos.



Popularidad del "robo de órganos"

Este supuesto crimen es muy popular, sobre todo en Internet, donde uno puede encontrar historias en las que se relatan casos de robo de órganos, principalmente de córnea y de riñón.

El caso típico corresponde a un niño del tercer mundo al que se lo secuestra y se le extirpan los órganos. Según Jan Brunvand, uno de los principales investigadores de leyendas urbanas, los niños serían secuestrados y vendidos a norteamericanos o europeos ricos. Radford indica un caso que prácticamente pasó inadvertido, en nuestro propio país. Uno de ellos es el de un niño argentino, llamado Pedro Reggi, quien decía que le habían sacado las córneas. Pero cuando él y su hermanastro Mario Barretto se presentaron en el programa televisivo "Hora Clave", se retractaron de lo que habían contado. Las córneas de Reggi estaban intactas, aunque deterioradas debido a una enfermedad. Finalmente se supo que la pérdida de visión de Reggi fue debida a causas naturales.

Radford señala que en el programa de televisión "Body Part Bussiness" (El negocio de las partes del cuerpo) se presentó un especial llamado "Organ Snatchers" (Secuestradores de órganos), pero todas las historias presentadas fueron desmitificadas por investigaciones posteriores, una de ellas llevada a cabo por la Oficina Colombiana de Derechos Humanos en 1994.

Es cierto que hay varios casos reales de venta de órganos, sobre todo en China y en la India. Hay que aclarar, como lo hace Radford, que en algunos países la venta de órganos es perfectamente legal. También se sabe de la extirpación de órganos a presos ejecutados chinos. El gobierno chino suele negarlo, pero en un informe de la Human Rights Watch/Asia hay pruebas de que algunos prisioneros son ejecutados y luego de su muerte se les quitan los órganos.

¿Por qué las leyendas sobre robo de órganos no se consideran reales?

 

La primera razón es que no hay evidencia de que algo así como lo que contamos del hombre que se despierta en una bañera y advierte que le falta un riñón exista realmente. Hay que tener en cuenta que para transplantar o extirpar un riñón se requiere de un equipo de 10 a 20 personas, con análisis previos de compatibilidad, análisis de sangre y tejidos. Eso sin tener en cuenta que semejante operación llevaría entre 4 y 6 horas, y debería hacerse en un departamento, donde las condiciones de asepsia no son las más recomendables para semejante tarea.

Otra variable que pocos tienen en cuenta es que los médicos y el personal paramédico involucrados en tal operativo tendrían que correr el riesgo de perder su título habilitante e ir presos al realizar semejante operación clandestina.

 

El peligro de difundir la leyenda

El principal riesgo de difundir estas leyendas es que puede hacer disminuir la donación de órganos. Las donaciones decayeron notablemente luego de cada falsa denuncia de robo de órganos. Radford señala que en la provincia argentina de Córdoba, las donaciones disminuyeron un 90% después de que se corrieron los rumores de los secuestros. También, en Colombia, según indica Todd Leventhal, cayeron en el mismo porcentaje.

El mensaje entonces, está claro: asustar a la población con supuestos robos de órganos solo puede traer perjuicios, sobre todo para aquellos que esperan un rinón, un hígado o cualquier otro órgano y se hallan desesperados por la vida de sus familiares.