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El ritual de las agujas

En Japón se lleva a cabo todos los años un ritual que para el mundo occidental resulta un tanto extraño.

El Hari Kuyo es un festival japonés dedicado a las agujas viejas y rotas. Se celebra el 8 de febrero de todos los años. En el festival se ven cientos de mujeres vestidas con coloridos kimonos, reunidas en varios altares Shinto o templos budistas de Tokio y alrededores.

Este ritual de 400 años de antigüedad consiste en clavar agujas viejas y rotas en suaves pedazos de tofu o gelatina como una forma de mostrar agradecimiento por el trabajo duro que han hecho. Esta tradición se originó en el sistema oriental de demostrar las gracias a los objetos que fueron una fuente de trabajo para ganarse la vida. También refleja la creencia animista de que todos los seres y objetos tienen alma.

No se trata nada más que de las agujas, varias mujeres japonesas consideran al Hari Kuyo como un tiempo para valorar los pequeños objetos de la vida cotidiana que de otra manera serían olvidados. Mottainai es el concepto de no derrochar las pequeñas cosas. Enterrar las agujas en tofu es simbolizar el descanso para las agujas, a la vez que son envueltas con ternura. También se trata de las muchas penas que las mujeres llevan en su corazón, el peso que ha sido transferido a las agujas durante muchas horas de coser. Así que las agujas merecen un descanso adecuado cuando dejan de ser útiles.

De acuerdo con el monje budista Ryojo Shioiri, "A veces hay cosas y secretos dolorosos que las mujeres no pueden contarles a los hombres, y ellas ponen en sus alfileres esos secretos y le piden a los dioses que se deshagan de ellos".