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El retorno de las corporaciones

El diálogo del Gobierno nacional con la CGT y la UIA es necesario y positivo, pero se debe alertar sobre el riesgo de un excesivo avance de grandes corporaciones en desmedro del interés general.

Las grandes corporaciones han regresado a un primer plano, incidiendo y presionando sobre el Gobierno nacional y las provincias y tratando de obtener mayores beneficios e, incluso, posicionarse políticamente.

Los sindicatos, los industriales, los productores agropecuarios, los comerciantes y los exportadores reclaman para sí lo que a veces el Estado no les puede otorgar. Alguna vez se dijo que la sociedad argentina era "corporativa", lo que iba en desmedro de la democracia y las instituciones y el espíritu republicano. Después de varias crisis políticas, económicas y sociales, esa imagen se fue diluyendo.

Sin embargo, el país corporativo ha regresado y al parecer goza de muy buena salud. Sin dudas que la corporación que aparece como la más desafiante, pretenciosa y exigente es la CGT; o, para decirlo con mayor propiedad, los grandes sindicatos, porque no son todos los gremios los que sacan las mayores tajadas, sino los que tienen mayor poder de presión sobre el Estado y la actividad de las empresas.

La CGT hizo una demostración de fuerza el viernes pasado en la ciudad de Buenos Aires, que, aunque no tuvo la magnitud de los primeros anuncios (esperaban 500 mil asistentes), puso de manifiesto la voluntad de poder que la anima, personificada en la figura de Hugo Moyano, su secretario general.

La presidenta Cristina Fernández, que era la invitada de honor, no fue al acto, y tampoco lo hicieron varios sindicatos tan fuertes como el de los camioneros, que no aceptan el excesivo personalismo de Moyano. De todos modos, tres días después la Presidenta recibió a una delegación de la CGT, a la que le reclamó moderación en los conflictos salariales. En ese cónclave se resolvió, además, debatir sobre el ríspido tema del reparto de ganancias entre los trabajadores de cada empresa, la reforma de la Ley de Riesgos de Trabajo (LRT), que da origen a las aseguradoras, y el régimen de medicina prepaga. Temas sobre los que los gremios han lanzado una ofensiva.

Ésta y otras cuestiones fueron consideradas ayer por la Presidenta con una delegación de la Unión Industrial Argentina, encabezada por José Ignacio de Mendiguren. Los industriales –al igual que el resto del empresariado– se niegan a establecer un reparto fijo de las ganancias, argumentando que dejaría a numerosas compañías sin capacidad de reinversión.

Lo que hay que destacar es que todos los acuerdos intersectoriales –que son positivos y necesarios en sí mismos– no pueden quedar acotados a las grandes corporaciones y deben incluir a toda la sociedad argentina, en especial a los sectores más rezagados, de menores ingresos y pobres, que constituyen la mayoría de la población. Ése debe ser el verdadero fundamento de un acuerdo social y no el reparto de beneficios entre las corporaciones.