El que no salta es un español
*Por Ricardo Roa. El Gobierno ha logrado instalar la idea de que el que no vota a favor de la expropiación de YPF es un vendepatria.
Y consiguió entrampar a buena parte de la oposición, que apoya el proyecto aunque sabe que la gesta del kirchnerismo consiste en hacerse de una nueva caja , cuando las que ha usado hasta ahora empezaron a agotarse.
Quizá el ejemplo más claro sea el de la UCR. Tiene algunos de los mayores especialistas en el tema, que fueron a exponer al Congreso y dijeron que, si por ellos fuera, votarían en contra . Pero otra vez el recurso del nacionalismo opera como una mordaza. Y los radicales, bajo el temor de ser acusados de cipayos o traidores , levantarán la mano con el oficialismo ¿Qué valor tiene discutir después, como han prometido, algunos artículos? Puro simbolismo (Ver: España asegura que tiene apoyo de EE.UU. por el caso de YPF).
Ellos y otros van a votar sin conocer cuál es el plan estratégico del kirchnerismo para YPF. Y más aún, sin saber dentro de qué política energética se inserta la expropiación: los resultados de la que hubo ya se conocen de sobra y según reconoció el propio viceministro Kicillof, han sido desastrosos. Lo dijo sin vueltas, flanqueado por los máximos responsables de esa política : De Vido, que está nada menos que al frente de la intervención y del secretario de Energía, Cameron.
Con la soberbia de un dirigente universitario, Kicillof denunció a Repsol por vaciamiento . Pero la mística terminó ahí: no dijo una palabra sobre el arreglo de los Eskenazi con Kirchner, que les permitió en 2008 comprar una parte de YPF sin plata y pagar la deuda con las utilidades de la misma empresa. Y además, quedarse con su manejo.
Bajo la pátina del interés nacional se esconde otro interés, inmediato: hacerse de los dólares de las ganancias de YPF para bancar parte de las importaciones de gas y combustibles, porque será necesario seguir importando y en cantidad.
Dicen que "el que no apoya es un liberal de los 90". Otra ironía. En los 90, los Kirchner aplaudieron todo lo contrario: la entrega de la petrolera nacional .
Quizá el ejemplo más claro sea el de la UCR. Tiene algunos de los mayores especialistas en el tema, que fueron a exponer al Congreso y dijeron que, si por ellos fuera, votarían en contra . Pero otra vez el recurso del nacionalismo opera como una mordaza. Y los radicales, bajo el temor de ser acusados de cipayos o traidores , levantarán la mano con el oficialismo ¿Qué valor tiene discutir después, como han prometido, algunos artículos? Puro simbolismo (Ver: España asegura que tiene apoyo de EE.UU. por el caso de YPF).
Ellos y otros van a votar sin conocer cuál es el plan estratégico del kirchnerismo para YPF. Y más aún, sin saber dentro de qué política energética se inserta la expropiación: los resultados de la que hubo ya se conocen de sobra y según reconoció el propio viceministro Kicillof, han sido desastrosos. Lo dijo sin vueltas, flanqueado por los máximos responsables de esa política : De Vido, que está nada menos que al frente de la intervención y del secretario de Energía, Cameron.
Con la soberbia de un dirigente universitario, Kicillof denunció a Repsol por vaciamiento . Pero la mística terminó ahí: no dijo una palabra sobre el arreglo de los Eskenazi con Kirchner, que les permitió en 2008 comprar una parte de YPF sin plata y pagar la deuda con las utilidades de la misma empresa. Y además, quedarse con su manejo.
Bajo la pátina del interés nacional se esconde otro interés, inmediato: hacerse de los dólares de las ganancias de YPF para bancar parte de las importaciones de gas y combustibles, porque será necesario seguir importando y en cantidad.
Dicen que "el que no apoya es un liberal de los 90". Otra ironía. En los 90, los Kirchner aplaudieron todo lo contrario: la entrega de la petrolera nacional .