El psicólogo amigo de Rocío Gancedo contó detalles de su personalidad: "Padecía bipolaridad, depresión y paranoia"
Gervasio Díaz Castelli le aconsejaba a la modelo y desde ese lugar la aconsejaba a ella y a su familia.
Rocío Gancedo, participante de Gran Hermano 2011, se suicidó el miércoles pasado al arrojarse del quinto piso del edificio en el que vivía, en Las Cañitas. Nadie imaginó el trágico desenlace, ni su familia ni sus amigos, a pesar de los episodios de depresión que se agudizaron en el último tiempo.
Uno de las personas cercanas a Gancedo que estuvo presente en el lugar del hecho fue el reconocido psicólogo Gervasio Díaz Castelli, quien hace años inició una relación de amistad con la modelo y desde ese lugar la ayudaba a ella y a su familia porque la joven "desde la adolescencia tuvo diferentes trastornos psiquiátricos" que se agudizaron tras la muerte de su padre, hace poco más de un año.
Tras el duro golpe que significó la pérdida, se internó por voluntad propia y Díaz Castelli la derivó a varios profesionales. "Pero no prosperó más de dos o tres entrevistas. Empezó a andar por diferentes lugares, psicólogos y psiquiatras pero era difícil porque no armaba mucho vínculo. No seguía el tratamiento al pie de la letra. Después empezó a ir a los hospitales Fernández y Rivadavia, pedía la medicación pero no continuaba con el tratamiento", contó en diálogo con Teleshow.
"El vínculo entre la madre y la hija es el más difícil de todos. Pero la madre terminó viendo a su sobrina, a su nieta, se amigó con el hermano y la familia. Dentro de sus limitaciones, la familia estaba lo más presente posible. La mamá, que había tenido una vida bastante dura, hacía lo que podía, el vínculo últimamente era bueno. Se mandaban mensajes".
"Yo la veía poco, cada tres o cuatro semanas. Y solo nos tomábamos un cafecito porque ella era muy ansiosa, no se quedaba sentada mucho tiempo. La coacheaba por WhatsApp, pero me preguntaba algo, yo le respondía y ella me volvía a hablar a las tres semanas sobre otro tema. Entonces uno se tomaba el trabajo de darle una sugerencia y ella desaparecía. Era pendulante en su estado de ánimo por su bipolaridad, depresión y un poco de paranoia: se armaba fantasmas y fabulaciones con todo el mundo".
Con su pareja Mauro, "vivieron juntos y no sé en qué terminó. Mientras salían parecía que se llevaban bien. A veces se peleaban y volvían, cosas de pareja".
"Las veces que yo la veía con bajo estado de ánimo llamaba a la familia y la iban a ver, o la invitaban a la casa. Por mi lado las veces que pude haber visto una tristeza muy aguda que podía llegar a una situación de riesgo, llamé a la familia. De todas formas siempre presentaba situaciones de tristeza profunda, hace años, y a los dos o tres días estaba perfecta. Así es la bipolaridad. Ella no estaba en tratamiento con nadie. La coacheaba yo, o los médicos de guardia del Rivadavia o el Fernández y la medicación la tomaba a los tumbos. Y, desde mi punto de vista, la familia estaba presente".