Policiales
El presunto parricida de Vicente López habría estafado a su hermano y a algunos famosos
Martín Santiago del Río está preso por “doble homicidio calificado por la alevosía”.
Al señalado como el doble parricida de Vicente López, Martín del Río, se le suman acusaciones por estafas a familiares y hasta a famosos. Entre los engañados están su hermano, su suegro, un ex jugador de fútbol y un vendedor de Ferrari.
Del Río está detenido por “doble homicidio calificado por la alevosía, por el vínculo, por el uso de arma de fuego y por ser criminis causae” (matar para lograr la impunidad) por el crimen de su papá, Enrique Del Río (74), y su mamá, María Mercedes Alonso (72).
Los investigadores están abocados a conocer con cuál de las dos pistolas secuestradas en los allanamientos les disparó a sus padres y en la reconstrucción del pasado de del Río, indicaron fuentes del caso a Clarín.
Por el momento, los detectives pudieron determinar que el presunto doble homicida entro en una “espiral descendente hacia su infierno”, hace unos dos años.
Las víctimas financieras de Martín Del Río se acumularon en el tiempo. “Las mataba en vida, con sus maniobras hostiles y vaciándoles el patrimonio”, indicó una fuente de la causa.
La lista está intergada por su suegro, su hermano, su amante, un ex jugador profesional de fútbol, el escribano de toda la vida de la familia, un vendedor de autos deportivos, entro otros. Se apoderó así de lotes, campos, vehículos, departamentos, salones.
El móvil del crimen también apunta a una hipótesis financiera. Creen que estaba convencido que iba a perder todo: vivir en una mansión en Nordelta, tener una Ferrari, una cupé Mercedes-Benz y ostentar un patrimonio de 25 millones de dólares. Era su familia el único flujo de dinero real que le permitía ese lujo.
Por un lado, del Río se mostraba entrador, llegador, el típico “chamuyero” (así lo definió su hermano, Diego), incluso hasta generoso para compartir buenas oportunidades de inversión, pero también era frío y calculador, implacable para modificar las condiciones de un trato, falsificar un documento, cambiar la cercanía por la distancia de un día para el otro y estafar.
Cuando ese modus operandi tuvo a sus padres del otro lado, los mató. Una mudanza inconclusa fue el detonante. “Quique” y “Mecha” se querían ir a vivir al departamento “B” con vista al río del piso 31 del exclusivo edificio Chateau, en Avenida Del Libertador 7.050, en CABA.
Del Río se había encargado de negociar la propiedad, según le dijo a sus padres, había pagado solo cuatro cuotas de 10.000 dólares y para tomar posesión faltaban 36 cuotas mensuales (tres años) y la suma de 1.700.000 dólares.
Ese tiempo, los tres años, fue lo que no pudo justificar, que el domingo previo al doble crimen ya le habían dicho que se querían mudar, que el miércoles era el día. Ese miércoles su hijo los mató.
La plata no podía ir para el departamento que prometió a sus padres, era para sostener su nivel de vida. Él no generaba nada, para su padre, duro y bravo para los negocios, era un “che pibe”, “un mantenido”.
La personalidad de su padre era muy fuerte, había sido policía federal y llegó a ser custodio del ministerio del Interior en tiempos de gobiernos militares. Cuando se retiró, compró la casona de calle Melo al 1.100, donde ocurrió el doble crimen, y una casa en un country.
El derrumbe ocurrió en los últimos dos años. A Enrique le detectaron un tumor cerebral y su salud se complicó. Tras una mala praxis, su padre había quedado casi inválido, pero a mediados de 2021, un médico halló una solución parcial al estado y “Quique” mejoró. Así la fantasía de “manejarlo todo” se disipó.
En el reporte financiero Del Río figura que su actividad está relacionada al transporte y almacenamiento (servicios de playas de estacionamiento y garajes). Y es evidente cómo se acelera su debacle en agosto de 2021, donde su condición de pagos pasa de “riesgo bajo” (2) a “alto riesgo de insolvencia/riesgo alto (5) en mayo de este 2022.
Fabricio Fuentes, ex Newell’s y Vélez, al retirarse, se fue a vivir a Nordelta, donde entabló una amistad con Del Río: compartieron vacaciones, sus hijos iban juntos al colegio. Fuentes tenía un campo en Córdoba, su provincia natal. “Pato”, el alias del parricida, tenía fama de buen inversor y lo convenció de comprar, por US$1.300.000, una vieja imprenta en Varela al 200, en Flores.
Al poco tiempo, mientras se terminaban de hacer los papeles, Fuentes le pide a Del Río que lo asesore para generar alguna ganancia con esa locación. “Vos lo pagaste 1.3 millones, yo te lo pago 4 palos verdes pero te lo pago en diez años. Eso sí, con posesión inmediata”, le dijo.
Fuentes consideró que ese interés en dólares era aceptable, aunque ya no le estaba gustando la cuestión porque había chequeado que en aquel millón trescientos, su amigo se había quedado con US$220.000 de comisión, pero la venta se realizó.
Pocos días después, Del Río alquiló el lugar al Colegio Limerick, bilingüe y de origen irlandés, por 20 años. Con el canon le pagaba la cuota a su ya casi ex amigo y le sobraba.
“Vos ya tenías todo planeado y ahora me estás pagando con la mía”, le recriminó el exfutbolista. Del Río le pagó siete cuotas y luego dejó de pagarle, o lo hacía en pequeñas cantidades, o en pesos y no en dólares. Van a juicio. Del Río no cede en sus irregularidades y presenta una serie de recibos truchos, en donde los pagos que le hizo en pesos los hace figurar en dólares.
Unos de los investigadores hace hincapié ahí: “Una de las maniobras habituales en los últimos años fue esa, la de truchar los recibos, de modo muy burdo”.
Ota víctima fue el empresario Malek Fara, importador oficial de Maserati en Argentina y uno de los accionistas del Gruppo Modena, que hasta hace unos años era el representante oficial de Ferrari en nuestro país. Martín le compra una Ferrari Ferrari 308 GTSi, la misma que manejaba Tom Selleck en “Magnum”.
Cuando la van a transferir, detectan que tenía una prenda de la dueña anterior. El vendedor le ofrece otra Ferrari, una 456 modelo 2003. “Bueno, dale, pero te la pago en cuotas. Diez de US$10.000 y los otros 100.000 al contado al final”, le dice Del Río. Fara le da el ok, pero le dice que le va a poner una prenda, pero sin inscribirla, por las dudas.
“Pato” paga una cuota, paga otra y deja de pagar. Fara le inscribe la prenda pero en ese momento Del Río hace negocio con otra persona, le cambia la Ferrari por un Mercedes Benz E400 y dinero en efectivo.
Del Río se quedó con la Ferrari que fue secuestrada en un departamento que alquilaba en Belgrano, el Mercedes Benz y la plata que nunca le pagó al del Mercedes. Están todos en juicio.
“El padre era bravo pero hacía otro juego. ‘Vos entrá y después vemos’, era su dicho, su lema. Hacía compras hostiles, dejaba de pagar, sí, pero no siempre. Jugaba con esa variable, también con las crisis financieras del país, iba a juicios para pagar en pesos lo que había acordado en dólares. Lo de Martín no era así, activó una modus operandi diferente, entraba como le había dicho su padre pero dejaba de pagar”, lo retrata un investigador.
Los fiscales Martín Gómez, Alejandro Musso y Marcela Semería tienen a Del Río como principal y único sospechoso, aún deben determinar con qué arma se cometieron los crímenes (hay dos pistolas .9mm secuestradas) y definir detalles del procesamiento para pedir la prisión preventiva.
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