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El precio de Skype

*Por Mario Diament. Analistas en todo el mundo se preguntaban el martes cuál era el misterio detrás de la compra de la empresa de telefonía por internet Skype, por parte de Microsoft, por la friolera de u$s 8.500 millones.

Eso es mucha plata. Es casi el producto bruto de Armenia y un tercio más que el de Nicaragua, lo cual permite suponer que el CEO de Microsoft, Steve Ballmer, tiene muy claro por qué Microsoft va a pagar por Skype lo que no pagó antes por ninguna otra adquisición y cómo hará para que Skype, que el año pasado cerró con un balance negativo, termine justificando la cuantiosa inversión.

Skype es un concepto maravilloso que los usuarios adoran precisamente por las razones que deberían tornarlo refractario para cualquier grupo inversor: porque la mayoría de sus servicios son gratuitos.

De sus 145 millones de usuarios, solo 9 millones pagan por el servicio. Esto es así porque las llamadas entre usuarios de Skype son sin cargo, ocurran donde ocurran, y solo aquellas que se realizan a números regulares o celulares tienen un costo, habitualmente menor que el de las telefónicas.

Hoy por hoy, Skype acarrea el mayor tráfico telefónico internacional, con 207.000 millones de minutos de conversaciones y video (cifras de 2010), pero sus ingresos en el último año totalizaron u$s 860 millones, siete menos de los necesarios para balancear los gastos.

Según Ballmer le confió al Wall Street Journal, la compra permitirá a Microsoft “ser más ambiciosa y hacer más cosas”, lo cual suena a muy pocas palabras para tanto dinero, en especial, si se tiene en cuenta la breve historia de esta empresa.

Skype fue fundada en 2003 por el sueco Niklas Zennstrom y el danés Janus Friis, sobre una idea desarrollada por tres programadores de Estonia, Ahti Heinla, Priit Kasesalu y Jaan Tallinn. La tecnología era similar a la que estos mismos programadores habían usado en el software Kazaa, una aplicación para el intercambio de archivos entre pares. Su éxito fue fenomenal. Para el momento en que Ebay la compró en 2005, por u$s 2.600 millones, Skype tenía 54 millones de usuarios en 225 países y territorios y su cartera se incrementaba a razón de 150.000 nuevos usuarios por día.

Pero Ebay nunca supo qué hace con Skype. Aunque el número de usuarios seguía creciendo prodigiosamente, no logró encontrar la fórmula para integrarla al conjunto de sus operaciones. Uno de los problemas es que Skype utiliza sus propios protocolos de voz sobre internet (VoIP), lo que impide que pueda integrarse con otros sistemas de VoIP, entonces se convirtió más en un dolor de cabeza que en una utilidad. Cuando logró finalmente vender el 65% a un grupo de inversores, lo hizo por un valor inferior al que había pagado.

Pero Skype, como el propio Ballmer se encargó de enfatizar, es una de esas marcas que se han convertido en un verbo y Microsoft, que en los últimos años ha ido perdiendo terreno frente a los avances de Google y Apple, necesita desesperadamente reposicionarse. El retiro de Bill Gates en 2008, contribuyó a la sensación generalizada de que, a pesar de sus extraordinarios ingresos, la empresa no encontraba su rumbo.

Con su adquisición de Skype, Microsoft se propone reforzar la oferta de sus productos a los consumidores, en particular su software Office y su consola de juego Xbox, pero también incursionar con mayor presencia en el negocio de la telefonía móvil. De allí que no sea casual que la compra de Skype siga de cerca a los acuerdos que Microsoft celebró recientemente con las empresas de telefonía celular Nokia y BlackBerry.

Nadie sabe con exactitud por qué la cifra final de compra fue tan elevada. Según había trascendido, Skype estaba contemplando ofertas de Facebook y Google por u$s 3.000 y 4.000 millones, respectivamente. Tal vez, como el Padrino, Microsoft se propuso hacer una oferta irresistible.
Pero hay un curioso dato en las dos últimas líneas del análisis de la operación que el Wall Street Journal hace en su edición del miércoles último.

Según el Journal, dado que Skype es una empresa con base en Luxemburgo, Microsoft piensa pagar por su adquisición con el dinero efectivo que mantiene en el exterior y que totaliza aproximadamente u$s 50.000 millones.

Si Microsoft quisiera repatriar este dinero, debería pagar más de un 30% de impuestos, o sea u$s 15.000 millones.

Desde ese punto de vista, la compra de Skype, como los propios servicios de la empresa, resultaría gratis.