El poder vuelve al dedo permisivo de La Doctora
Antes de calzarse la banda Alberto ya tiene dos competidores. Máximo y Sergio.
Mientras se distrae con la adolescencia festiva de la guitarrita, Alberto Fernández, El Poeta Impopular (en adelante El Trovador), arrastra la carga solemne de la responsabilidad histórica.
Debe resolver, pese a la medianía febril de sus interlocutores, las patéticas urgencias de mayoritarios sectores de la población, que le brindaron respaldo.
En simultáneo, El Trovador debe acabar, o al menos reducir, junto a La Doctora, los prejuicios y rencores que caracterizan a la Argentina Blanca.
Dijo Rocamora:
“Es imposible gobernar con la Argentina Blanca en contra” (cliquear).
La que desprecia al peronismo que ambos representan (versión kirchnerista).
Peronismo que supera, a esta altura, la condición de Movimiento Político.
Es un destino.
Carolina Mantegari
En el plano pedestre, El Trovador Impopular convive con el proyecto lícitamente movilizador de La (Agencia de Colocaciones) Cámpora.
Convertirlo a Máximo Kirchner, En El Nombre del Hijo, en presidente, de ser posible en 2023. Para continuar con otro ciclo de la dinastía.
O en 2027, si es que al Trovador le va relativamente bien. Si ordena la economía, esquiva las minas antipersonales, y acomoda al país en un piso superior al del tercer subsuelo.
La Doctora, La Madre de Gorki, contempla el objetivo de “los chicos cuarentones” con simpatía no exenta de resignación. Deja ilusionarse. Deja hacer.
Como deja hacer (e ilusionarse) al Trovador.
En el kirchnerismo que pasa de La Mancha de Rolando, donde vociferaba Amado Boudou, El Descuidista, a la poética enternecedora de Lito Nebia o Santaolalla.
Mientras tanto, desde el Purgatorio, se sorprende don Hugo del Carril. Comparte la perplejidad del General.
Sergio y los gobernadores
El poder vuelve al dedo permisivo de La Doctora.
La dueña del dedo que señaló al Trovador, para transformarlo en Alberto el Estadista. Y facilitar el crecimiento exponencial del “albertismo”.
Trátase de la ficción consagrada como una extraordinaria aventura del lenguaje. El Albertismo se extiende por aprobación.
La Doctora le cedió la sortija al designarlo, pero El Trovador hizo un trabajo admirable.
Primero con los gobernadores, que estaban a la espera de un candidato (que no fuera ella).
Cada uno atravesaba su respectiva situación límite, y debían superar un enigma. La sospecha que, por cortesía elemental, debe desvirtuarse.
Indica que estaban bastante cómodos con Mauricio Macri, El Ángel Exterminador. Por la reconocida ineficiencia que complementaba la fragilidad. Económicamente el Ángel los favorecía.
Pero cuando el peronismo -ese destino- se pone en “modo poder”, los gobernadores se encuadran con rápido entusiasmo. Aunque después se los maltrate o postergue desde el poder central.
Con los gobernadores adentro, sólo faltaba definir la captación del tercer hombre que imploraba por ser captado.
Sergio Massa, El Desconcertante Conductor, se transforma en el aliado de Alberto que estampó la diferencia.
Cuando, en la práctica, era el más firme competidor.
Sergio estuvo siempre en contacto con los chicos de la Agencia, y en especial con La Doctora.
Los unía un amigo común, ajeno a la reducción de la política.
Pero el dedo apuntó hacia Alberto. Y hoy Sergio aplaude con instintiva sinceridad los discursos elaborados de Alberto.
Significa confirmar que, antes de calzarse la banda presidencial, el Trovador Impopular mantiene dos inapelables competidores internos, de peso propio.
Se predisponen Máximo y Sergio a sucederlo, mientras lo abrazan. Ante la mirada maternal de la dueña del dedo.
La Doctora recupera el poder y decide con sensatez dejarlo gobernar a Alberto.
Que seleccione a los colaboradores, sin reservarse siquiera el atributo del veto. Le basta, en todo caso, con una mirada, un gesto, para vetar.
Los precipitados que divulgan la tesis del abandono paulatino del poder, que alude a La Doctora, se equivocan desde aquí hasta Mongolia, ida y vuelta.
Pero en la fila de los que aplauden y esperan para abrazar al Trovador y felicitarlo por los imaginarios que pregona, están los gobernadores enteros que no tienen reelección.
Inspiran, de por sí, aunque lo nieguen, un proyecto político.
Perotti, Manzur, Uñac, Bordet, ¿por qué no Zamora?
Sin olvidar nunca a Schiaretti, aunque ni aplauda. Y tome la distancia expresiva de la ausencia.
Información, decisión, sorpresa
Los mayoristas de la comunicación (o comunicadores al por mayor) suelen entretenerse, desde la radio o la tele, con los apellidos manoseados para ocupar ministerios.
Pero Alberto, como discípulo del extinto Néstor, El Furia (discípulo a su vez de Carlos Menem, El Emir) comparte la tesis del ejercicio del poder a través de una síntesis. Tres pasos tácitos.
Información, decisión, sorpresa.
Disponer de toda la información posible para tomar la mejor decisión y bancarla hasta su última consecuencia (sin recular como hizo Piñera en Chile o López Obrador en México).
“En este oficio, cuando te desafiaron el poder, y te doblaron, fuiste”.
Pero la información y la decisión suelen ser complementados por la explotación del efecto sorpresa.
De manera que los apellidos que trascienden, y se recitan a diario, deben ajustarse al misterio. Hasta la instancia emotiva del juramento.
Final con Normandos y Parrilleros
Con respecto al gabinete, sí puede tratarse la diferencia de concepción entre los Normandos y los Parrilleros.
Normandos del Instituto Patria consideran que el primer plantel de colaboradores debe ser de inapelable transición. De emergencia.
Remite a la intensidad del Desembarco en Normandía.
Los primeros que bajen difícilmente puedan llegar a la playa de Dunkerke.
Son fulminados muy pronto. Flotan en el agua del olvido.
Los Parrilleros sostienen, en cambio, que deben ponerse, de entrada, los mejores cortes de carne en la parrilla. Tirarla toda.
La realidad no proporciona tiempo para acomodarse a ella. Se acabó el juego de “la prueba y el error”.
Arrancar entonces con lo más relevante. Para atenuar la consigna del portal que indica que todo, en Argentina, termina invariablemente mal.
El Tercer Gobierno Radical deja un territorio infectado de minas antipersonales.
Ideal escenografía para que estalle todo antes, incluso, del punto de partida.
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