El perverso acierto del renunciamiento
¿Se le quiere ganar a Macri o no? (III): Tomar la primera lección del Perón de 1973. No la segunda.
Lugar, para otro Héctor J. Cámpora, no hay. Aunque gravite, en el kirchnerismo, la organización de cuarentones que adopta su nombre.
Aclarar, primero, la espesa incertidumbre. Debe confirmarse que La Doctora no debe ser en 2019 la candidata a presidente. Aunque tenga el derecho legítimo de serlo.
Para desalojar del poder al Ángel Exterminador, La Doctora debe producir el acierto perverso del renunciamiento. Aunque quienes se cuelgan del vestido se resisten a aceptarlo.
Resulta irrazonable pedirle al complejo movimiento peronista que se juegue la vida por los desastres seriales de los sectores minoritarios que tiñeron la larga década de corrupción. Hasta estampillar el estigma que se ventila en Comodoro Py. Consecuencias del estilo recaudatorio de El Furia. Enlodó al ejército de ministros, secretarios y legisladores que nunca tomaron una moneda que no les perteneciera. Y que ni vieron pasar las valijas, aunque supieran de ellas.
En publicaciones del portal que derivaron en "La Marroquinería Política" (Planeta, 2006). Mientras los grandes medios, a través de diversas técnicas serviciales, se inclinaban hacia el poderoso.
Abundan los funcionarios limpios del kirchnerismo que pudieron cometer el dulce pecado de cobrar apenas un día más de viático, de fin de semana, en alguna ciudad fosforescente. Tortitas negras.
Por nuestra prematura visión crítica del Sistema Recaudatorio de Acumulación, nos cuesta entender a los precipitados antikirchneristas de los 44 minutos del segundo tiempo.
Los que se jugaron valientemente por el error de la Resolución 125. O adhirieron a la catastrófica expropiación de YPF.
Los que hoy sostienen que La Doctora "es el límite". Como dicen, La Doctora "es parte del pasado". Sin percibir que se trata del mismo pasado que los contiene. Del que arbitrariamente se quieren desprender, como si fuera una bufanda.
Para purificarse y que los grandes medios, de anticorrupción tardía, los presente como peronistas republicanos, libres del virus de la aftosa populista.
El Ángel Exterminador, actor principal de su fracaso, tiene la necesidad estratégica de que La Doctora, de sentada frecuente en Tribunales, sea la candidata adversaria. Aunque la dama pueda, perfectamente, ganarle.
Cautivado por las doctrinas imbatibles del pensador Jaime Durán Barba, El Equeco, que mantiene influencias filosóficas de los cínicos griegos.
Por tercera vez, en 2019, pretende imponer el mismo método exitoso. La confrontación con La Doctora "aún garpa".
Pese al encendido colapso de la economía que clava al país en el escenario de la estanflación y del padecimiento.
De la inflación emancipada de los controles y de la mishiadura colectivamente expresionista.
Al comando electoral del otro ganador invicto, Marcos Peña, El Pibe de Oro. Hoy respira aliviado por la ausencia fiscalizadora de Sor María Eugenia Vidal. Hasta octubre, al menos.
La Chica de Flores de Girondo se va a abstener de perturbarle, con su presencia, el dominio de los últimos 12 metros del acceso presidencial.
Es que Sor Vidal aceptó postrarse, otra vez, ante el sacrificio de arrastrar la sofocante cruz del Ángel Exterminador por la Tercera Sección Electoral.
Para algarabía de Marquitos, La Chica de Flores ya ni siquiera participa de las flatulentas reuniones de la llamada "mesa chica de conducción", que en realidad no existe. Sirve para distraer a los radicales con el caramelo de madera de alguna consulta innecesaria.
Si La Doctora opta por el perverso acierto del renunciamiento histórico, la estantería de Telgopor de Cambiemos se desmorona.
Se diluye en mosaicos multiplicados de trolleros sin orientación, en búsqueda de alguna línea. O de un consuelo.
"Olvidate", confirma la Garganta contagiosamente macrista. Si no va como candidata, va presa. Por la gloria o Ezeiza".
Por ahora depositan el entusiasmo con la metodología básica de la polarización.
Le brindan en bandeja, a La Doctora, el atracón privilegiado de la centralidad, pero en la adversidad.
Entre indagatorias furtivas, comparecencias multiplicadas de movileros que complementan la degradación natural del adversario.
Para permanecer, el Ángel Exterminador depende en exceso de la vigencia de La Doctora.
Es La Doctora quien debe apoyarse más en la sigilosa inteligencia que en la frontalidad de la pasión.
Sin anotarse, como mascarón, para la trampera electoral de octubre.
Debiera grabarse en la memoria la primera parte de la lección del mejor Perón de 1973. Consistió en designar, como candidato, a Cámpora.
Pero debiera cuidarse de no cometer el error de la segunda lección. Derrocarlo a Cámpora.
Entre la polvareda de la violencia atroz, con grietas menos artificiales que se resolvían con ejecuciones.
A los 80 años, al general Perón, lo único que le faltaba era tiempo.
Los relativamente optimistas del macrismo confirman, sin reparos, que ganan la elección en primera vuelta. Inspirados en las vacilaciones del peronismo fragmentado.
Y en los amagues providenciales de Roberto Lavagna, La Esfinge. Nuestro Adenauer superador que espera ser la estrella tardía del show del festival de rock.
Mientras tanto, sucede el desfile de los teloneros que se desgastan para entretener al auditorio. Pero sin percibir que los teloneros, en especial uno de ellos, se prepara para el cierre del show estelar, a través de un espectacular acuerdo político con La Doctora.
No alcanza, al cierre del despacho, con las páginas de Clarín y La Nación, para bajarlo del escenario.
Tampoco con los locutores que se esmeran en producirle declaraciones contra La Doctora.
En cambio, los optimistas menos eufóricos consideran que el Ángel va a imponerse en la segunda vuelta. Siempre y cuando confronten con la dama sentada en las salas de Comodoro Py.
Pero debe destacarse a los optimistas patológicos. Creen que el TGR llegó para quedarse con el poder por 20 años. Que con Cambiemos cambiaron los modos nocivos de la cultura política, porque nadie quiere "volver al pasado". Que en adelante el peronismo -tal como se lo conoce- deja de existir. Para diluirse entre la coquetería republicana.
Por suerte, alejada del delirio, reluce la cautela racional de La Chica de Flores.
Sor María Eugenia Vidal sabe que, en la provincia inviable, le aguarda un sacrificio de flagelaciones complicadas. En sectores del conurbano La Doctora conserva aprobaciones temerarias.
Y aunque La Doctora no sea la candidata llega la hora de celebrar la interna peronista más trascendente de la historia.
La interna que libran Sor Vidal y La Doctora, mientras el macrismo se agota en el Ángel Exterminador.
Ni la acción cotidianamente demoledora de Horacio Rodríguez Larreta, El Geniol de las Remeras Juveniles. Ni el carisma eficiente de Sor Vidal.
Ambos tienen poco que ver con la paquetería insustancial del TGR. Aunque hayan sido baluartes iniciales del macricaputismo, en la instancia de Compromiso para el Cambio.
Nadie atribuye a la casualidad que La Chica de Flores concentre superiores relaciones con los minigobernadores peronistas que con los pares del PRO.
Consta que el ministro ampuloso de abdomen prominente le dijo: "Gobernadora, disimulemos un poco. Se le nota demasiado que con los peronistas se entretiene mucho más".
Continuará
Próxima entrega, tal vez la útima
"¿Y si no es La Doctora, quién?