El peor pecado que un hombre puede cometer: aburrirlas
La locura femenina que mas abunda es la de pensar que pueden cambiar un varón, "a un sucio lo baño, a un vago lo hago trabajar, a un mujeriego lo haré fiel, y hasta a un gay le mostraré lo que es bueno". ¡Así nos va! Pero hay un defecto que pocas mujeres dejan pasar: ¡un aburrido!
Por Cristina Wargon
@CWargon
No son ni buenos ni malos, aunque si se los juzga por su inacción son decididamente buenos, pero tiene un algo que aburre mortalmente. Su idea de la política, libre de toda pasión, se formó cuando tenían unos 20 años y nunca varió, aunque pasaron décadas, revoluciones y evoluciones.
Son levemente neuras, pero apenas, levemente histéricos, pero apenas; levemente románticos, pero apenitas, levemente leves, con una levedad que el viento puede llevarse así pesen 100 kilos (aunque son medidos en la comida).
Los excesos los incomoda pero no los critican porque, dentro de esa prolijidad ensordecedora, son políticamente correctos.
Doblan los pantalones y los calzoncillos con cuidado aunque se estén por lanzar a una orgía con Sharon Stone.
Ayudan a los ancianos y nunca se permitirían decir ¡anda viejo de mierda!
Son amables con los animales, pero jamás acariciarían a un animal dormido como quería Borges.
Son bastante fieles, más por temor que por convicción. La pasión los intoxica y por ende se abstienen de ella, como de las nueces que también les da urticaria.
Pueden pasar una Navidad sin pan dulce para no afrontar una ronchita. Aman los chistes de Internet y los mandan profusamente, junto con apasionantes cadenas sobre cómo educar a los niños.
Siempre me he preguntado cómo son las mujeres de los señores aburridos, puedo imaginar a la esposa del Gordo Valor, de Obama, de un cartonero, del rey de España. Pero no sé cómo son por dentro estas señoras... ¿Una lánguida sopa de quaker como sus maridos? ¿Compensarán tanto aburrimiento con varios amantes, o sencillamente son tan amebas como ellos y se irán al cielo tomados de la mano? ¡Pobre San Pedro!
Desde afuera parecen cordiales, con una sonrisa gentil que tanto podría indicar extrema amabilidad o "todo me chupa un huevo", son levemente más conservadores que sus maridos. Suelen mirarlos con cara de embobamiento dejando así como la mona, a todas las demás esposas. Éstas, vencida la garantía de los dos años, los miran, en el mejor de los casos, con cierta simpatía. Yo huyo de los aburridos, me enfrían las ideas, me aplastan las metáforas, me abortan la risa.
Sé que me miran con desconfianza yo les devuelvo con un poquito de pena. Nunca sabrán lo que es sacarse los zapatos y caminar un trecho para sentir la lluvia con los pies, ni tomarse un avión sin valijas ni aviso para seguir a un amor, ni escaparse de un velorio para ir a festejar el triunfo de Belgrano, ni enamorarse de una alumna, o llorar como un niño porque su cuadro se fue a la B.
Quizás algún día descubran, lo que decía Borges con pena "vida y muerte le han faltado a mi vida". Pero Borges dejó atrás una obra genial, y ellos dejarán un mar de bostezo y una necrológica todavía más aburrida que ellos.
Según Benjamin Walter, "el aburrimiento es el punto más alto de relajación espiritual."
¡Y son capaces de relajarte tanto que te haces pis encima!
Aburridos del mundo, conmigo, ¡abstenerse!