El peor escenario para la oposición
*Por Fernando Laborda. El resultado electoral convalidó el peor escenario que podía esperar la oposición.
Cristina Fernández de Kirchner superó la cifra mágica del 45 por ciento, el oficialismo alcanzó la mayor diferencia sobre su más inmediato perseguidor que se haya registrado en una elección nacional desde la reapertura democrática de 1983 y, por si fuera poco, ningún candidato opositor obtuvo una clara diferencia como para convertirse en indiscutido líder de un polo antikirchnerista.
Se dio el escenario soñado para el kirchnerismo. Y no sólo por los porcentajes alcanzados por unos y otros, sino también por el desconcierto en que ha quedado sumida la oposición de cara a las elecciones generales del 23 de octubre.
Cualquier postulante opositor que enfrente una derrota como la de ayer debería ensayar una mínima autocrítica. Sin embargo, no hubo nada de eso. Los discursos de los principales candidatos opositores se parecieron llamativamente al del derrotado Daniel Filmus del 10 de julio en la ciudad de Buenos Aires, tras su abultada caída en la primera vuelta ante Mauricio Macri. Increíblemente, todos parecían festejar en mayor o menor medida el traspié.
Se dio el escenario soñado para el kirchnerismo. Y no sólo por los porcentajes alcanzados por unos y otros, sino también por el desconcierto en que ha quedado sumida la oposición de cara a las elecciones generales del 23 de octubre
Ricardo Alfonsín minimizó los comicios de ayer, señalando que tan sólo eran "una elección preliminar" o "un ensayo general", al tiempo que atribuyó su escaso nivel de adhesiones a "problemas de comunicación" y a "no haber sido suficientemente comprendidos". No obstante, se mostró convencido de que en octubre llegaría al ballottage y, poco después, a la Casa Rosada. Un pronóstico tan temerario como utópico para quien apenas obtuvo el quinto puesto en la Capital Federal.
Eduardo Duhalde se mostró entusiasmado con la posibilidad de lograr el segundo puesto, en un final de bandera verde con Alfonsín, e indicó que había que festejar. Como si la batalla por el segundo lugar tuviera alguna importancia cuando la Presidenta se aproxima a ganar en la primera vuelta.
Hermes Binner celebró el cuarto puesto como un triunfo, pese a que ni siquiera vencía en el distrito que gobierna.
Alberto Rodríguez Saá se jactó de ser el gobernador de la única provincia, San Luis, donde perdió la presidenta de la Nación.
Y el candidato a vicepresidente de Elisa Carrió, Adrián Pérez, aseguró que los dirigentes de la Coalición Cívica estaban "conformes" con su campaña. ¿Se puede estar conforme con la campaña cuando su candidata presidencial pasó del 22 por ciento de los votos en la elección presidencial de 2007 a apenas poco más del 3 por ciento y obtuvo sólo unas centésimas más que Jorge Altamira?
Quedó demostrado ayer que la oposición no ha sido capaz de ofrecer una clara alternativa de poder, basada en una propuesta y un candidato presidencial que puedan entusiasmar a quienes aspiran a un recambio gubernamental. Ninguno de los postulantes de la oposición supo construir lo que esa parte importante de la ciudadanía les reclamaba: una coalición basada en coincidencias programáticas sólidas que existían pero no fueron suficientes para superar las mezquindades partidarias y personales.
Los dirigentes de la oposición fueron igualmente incapaces, una vez más, de persuadir a la población de que el déficit de calidad institucional que se le cuestiona al gobierno kirchnerista tiene y tendrá su correlato en el bolsillo de la gente.
Quedó demostrado ayer que la oposición no ha sido capaz de ofrecer una clara alternativa de poder
Más aún, jamás pudieron superar la contradicción que reside en reclamar calidad institucional pero no ser capaces de elegir a sus candidatos de otra forma que no sea a través del dedo de una cúpula partidaria supuestamente iluminada. No fueron, en ese sentido, diferentes del
oficialismo.
Habrá que preguntarse seriamente por qué aproximadamente la mitad de los votantes no tiene intenciones de ponerle fin al ciclo kirchnerista. Entretanto, las principales figuras de la golpeada oposición podrían preguntarse qué errores cometieron para que un porcentaje de aquellos votantes, conservador al fin, recurriera a otra forma de voto útil: aquella que dice que más vale malo conocido que bueno por conocer.