El peligro mortal de las falsas medicinas
El conmovedor testimonio del padre de una víctima de la "medicina ortomolecular". ¿Será justicia?
Por Enrique Márquez
Julián Rodríguez Giner, de Moncada (España), carga en su espalda con una de las mochilas más pesadas y difícil de llevar: la muerte de un hijo. Mario tenía 21 años cuando, a comienzos de 2013, le diagnosticaron leucemia. Inició su tratamiento convencional en el Hospital Arnau de Vilanova, en Valencia. A pesar de los resultados alentadores de la quimioterapia y la posibilidad de un trasplante de médula ósea, el joven estudiante fue influenciado por su madre para recurrir a una falsa alternativa muy promocionada de José Ramón Llorente, presidente de la Sociedad Española de Nutrición Ortomolecular [El País, 26-02-2016].
"Este señor metió miedo a Mario con la quimioterapia, diciéndole que no aguantaría más sesiones, y tras dejarse el tratamiento del hospital, y seguir con el "tratamiento" de aquél, en unas semanas le volvió a rebrotar la leucemia", comentó Julián Rodríguez después de iniciar la correspondiente acción legal tras la muerte de su hijo en julio de 2014 [Naukas, 29-06-2015].
Aún resuena en los oídos de Julián, la resignación de su hijo antes de morir con las siguientes palabras: "Papá, me he equivocado". El dolor de padre y culpa por no haberse opuesto con más firmeza a esa errada decisión del joven, lo impulsaron a iniciar su lucha contra las falsas terapias y estafadores que se aprovechan de la desinformación y desesperación de la gente. Fue así que en 2015 constituyó la Asociación para Proteger al Enfermo de Terapias Pseudocientíficas (APETP).
La presunta inocuidad de las falsas terapias
En varias notas anteriores, y muy especialmente en "Charlatanismo y cáncer", he destacado algo que vengo repitiendo hasta el hartazgo: las falsas terapias no son inocuas e implican un peligro que puede ser mortal.
Cuando me refiero a falsa terapia incluyo a todas aquellas prácticas con fines terapéuticos (tratamiento y/o cura de enfermedades) y que no han demostrado científicamente su efectividad. Son innumerables y pululan en todo el mundo pero, según quien la practique y a los efectos legales, será un charlatán si posee título médico o curandero si no lo tuviese.
No es infrecuente que algunas personas que recurren a esto tipo de terapias sientan algún alivio o mejora pasajera de los síntomas (efecto placebo) y, engañados o auto-engañados por este aparente beneficio, opten por abandonar el tratamiento médico convencional, e incluso a veces inducido por el charlatán o curandero de turno como habría sido el caso de Mario, y cuando deciden regresar al mismo ya es tarde.
Nunca encontré tan bien expresada una advertencia y crítica a las mal llamadas "terapias alternativas" y el peligro implícito a una supuesta inocuidad, cuando escuché al Dr. Ernesto Gil Deza, destacado oncólogo argentino, exponer al respecto en los siguientes términos:
La ortomolecularidad del curandero José Llorente
El demandado no es médico pero sí ostenta el título de "Máster" y presidente de la Sociedad Española de Nutrición Ortomolecular. Poco importa si hubiese sido médico matriculado puesto que su propuesta terapéutica, la "nutrición ortomolecular", carece totalmente de reconocimiento porque no existe evidencia científica sobre su presunta eficacia.
La medicina ortomolecular parte del supuesto nunca demostrado de que el consumo de una megadosis de vitaminas (p. ej.: vitamina C), minerales y otras sustancias semi-sintéticas (p. ej.: laetril), podría ser efectivo para el tratamiento y recuperación de varias patologías, incluso el cáncer. Hace bastante tiempo que la investigación científica ha refutado esta hipótesis, pero eso no ha evitado que cientos de charlatanes la sigan proponiendo como una panacea.
En 2012, también en España se ha emitido un categórico documento alertando sobre los peligros de esta práctica pseudocientífica. El Grupo de Revisión, Estudio y Posicionamiento de la Asociación Española de Dietistas-Nutricionistas (GREP-AEDN) fue suficientemente claro en sus conclusiones: "La 'Nutrición Ortomolecular' puede calificarse como una propuesta paracientífica, engañosa, fraudulenta y potencialmente peligrosa."
Según recuerda Julián Rodríguez, el tratamiento que Llorente le administró a su hijo les costó aproximadamente 40.000 euros e incluía una ingesta de 25 pastillas diarias. En su denuncia también menciona la difusión televisiva (en un medio proclive a este tipo de pseudoterapias) en la que se ve a Llorente hablando de las bondades del tratamiento del cáncer con vitaminas B17 y C, "insinuando" que si un paciente oncológico prescindiera de la quimioterapia y radioterapia, el beneficio de esas vitaminas sería mayor: "Donde sí se han obtenido resultados extraordinarios ha sido donde no había quimioterapia, ni había pues tratamiento de radioterapia previos a la utilización del laetril o vitamina B17."
La batalla legal de Julián Rodríguez sigue en pie y, después que el juez que tomó la causa inicialmente la haya desestimado, la Audiencia Provincial de Valencia reabrió el caso para procesar a Llorente.
Con mucha razón señala Julián en su plataforma para conseguir un cambio legislativo que regule las terapias pseudocientíficas: "Para sacar un coche, una lavadora, o un televisor, estos productos tienen que pasar por determinados filtros que establece la legislación. Para abrir un chiringuito, y anunciar que curo el cáncer, no."