El Papa, Hebe y Macri: se pudre todo
Carlos M. Reymundo Roberts deja una nueva entrega sobre su particular análisis de la política nacional.
Por: Carlos M. Reymundo Roberts
Seguramente el país entero extraña las épocas en que teníamos una presidenta que quería y respetaba al Papa , y a la que el Papa quería y respetaba. Ahora, Francisco se siente tan poco a gusto con Macri que es capaz de ser simpático y amistoso con Hebe de Bonafini , pero no con él. Y lo insólito es que esto pasa en el Año de la Misericordia, que él mismo instituyó. Su explicación es sencilla: "A Hebe le aplico la virtud teologal de la caridad. A Macri, la virtud cardinal de la justicia".
Me dirán que esta semana el Papa le mandó una carta, señal de que algo está cambiando. Nada que ver. La cosa fue así. Uno de sus asistentes le dijo: "Santo Padre, el miércoles es 25, debería escribirle a Macri". Su reacción fue reveladora. "¿Qué pasa, va a aprovechar la fecha patria para anunciar un nuevo aumento de tarifas?" Finalmente dio el OK para la carta, pero la firmó con los ojos cerrados: no quería ni mirar. Lo mismo Macri. Cuando le dijeron que había llegado un saludo de Francisco, preguntó: "¿Francisco? ¿Qué Francisco?"
Es cierto que el Presidente está intentando un acercamiento, más por necesidad que por gusto. Sus asesores le recomendaron que diga que su santo preferido es San Francisco, y el segundo, San Lorenzo. El Papa también pensó un gesto, claro que muy distinto. Como haber equiparado a la Argentina con Venezuela causó un verdadero revuelo, tiene pensado llamar a Maduro. Le va a pedir disculpas por haberlo comparado con Macri.
Lo que no me explico es que el Gobierno quiera recomponer sus vínculos con el Papa y al mismo tiempo mande a tres de sus principales espadas a criticarlo. Gabriela Michetti dijo que Francisco "no comprende" lo que está pasando en el país. Si un papa no entiende lo que pasa en su propio país es como que menos va a entender lo que pasa en el mundo, ¿no? Miren qué malita había resultado la Gaby. Durán Barba fue igual de ácido: "No creo que el Papa sea un líder político que tenga mucho éxito". Ecuatoriano pícaro, sabe dónde pega. Lo conozco muy bien: le está hablando de las elecciones del año pasado. Y, como siempre, la peor, la que va más lejos, es Lilita. En cualquier momento pide la excomunión del Papa.
Macri dirá que, en otra señal de buena voluntad, fue al tedeum de la Catedral, y que allí el cardenal Poli lo esperó con un reclamo de más diálogo y más preocupación por los pobres. Está convencido de que la homilía vino de Santa Marta, porque la frase más política que ha dicho Poli en su vida es "amaos los unos a los otros". Cuando el cardenal pidió una mesa de diálogo de la que "nadie se debe levantar hasta lograr acuerdos durareros", Mauricio, que compara peras con manzanas, musitó: "Y pensar que a mí el Papa se me levantó a los 20 minutos...".
De todos modos, para el Gobierno lo más indigerible es la amable entrevista de ayer con Hebe, que duró más de una hora: el triple de la de Mauricio. No la digiere porque, claro, no entiende de gestos misericordiosos y tampoco de política y de Iglesia. Hay muchísimas razones que llevaron a Francisco a recibirla. De la primera les hablé hace un par de semanas. Pensando en el drama de los refugiados, está interesado en replicar a nivel mundial el programa de viviendas sociales Sueños Compartidos, que lideraron las Madres. Sólo quiere hacerle tres retoques: que en el proyecto no esté Hebe, que tampoco estén los Schoklender y que las casas se construyan.
También la convocó para que le dé una mano en su cruzada contra la corrupción en el Vaticano. El Papa necesita el aporte de alguien que conozca la corrupción desde adentro, no que toque de oído. Otro objetivo primordial de Francisco es la reconciliación de los argentinos. Que se cierre la famosa grieta. Y pensaba que ella podía aportar mucho: un par de meses calladita y el país ya parecería un lugar más amable. Pero lo último que hizo después de ver al Papa fue quedarse callada. En una conferencia de prensa le propinó a Macri las más duras críticas que haya recibido como presidente: lo calificó de mentiroso, brujo, capitalista salvaje y exterminador de los trabajadores. Me da lástima por Francisco: estoy convencido de que tenía la ilusión de inspirar en su ilustre visitante sentimientos menos antagónicos.
En cuanto a Hebe, aprovechó para aclararle a Bergoglio unas cuantas cosas. Primero, que cuando lo calificó de "basura" fue porque ese día le había caído muy pesado un guiso de lentejas; segundo, que en 2008 usó el altar de la Catedral como baño público porque sufría un súbito brote de incontinencia urinaria ("Perdón, Jorge, no llegué"); tercero, que es cierto que a Juan Pablo II lo llamó "cerdo hijo de puta", afirmación intrascendente, le explicó, si no la hubieran sacado de contexto, y cuarto, que también es cierto que se alegró de la caída de las Torres Gemelas: fue una declaración en caliente, "antes de saber que el atentado iba a provocar tamaño caos de tránsito".
Tiempo atrás, Hebe reveló que insistentemente recibía invitaciones del Papa para que lo fuera a visitar al Vaticano, pero que no estaba dispuesta a aceptar hasta que no cumpliera con las cosas que ella le había pedido. Quedan dos posibilidades: o el Papa cumplió o la misericordiosa fue Hebe.
En cualquier caso, qué lindo cuando las historias terminan bien.