El Papa Francisco y el "milagro a medias" de la licuefacción de la sangre de San Genaro
"Se ve que el santo nos quiere a medias...", dijo el Sumo Pontífice ante miembros del clero. ¿Milagro o mito medieval?
Pero lo extraño no terminó ahí, también se produjo un hecho que dio lugar a una humorada del Papa. Resulta que Francisco había tomado la ampolla entre sus manos y, una vez que se produjo el fenómeno, el cardenal napolitano Crescenzio Sepe se apoderó de ella proclamando: "Señal de que San Genaro quiere al Papa, que es napolitano como nosotros, la sangre se licuó por la mitad." Dicho pronunciamiento fue seguido por la aclamación de los fieles hasta que Francisco tomó el micrófono y respondió: "El Obispo ha dicho que la sangre se licuó a medias, se ve que el santo nos quiere a medias, debemos convertirnos un poco más para que nos quiera del todo." Risas, aplausos y despedida.
Historia confusa
Los datos históricos sobre la vida de San Genaro carecen de precisión y hasta se duda de su verdadera existencia: "En primer lugar, la Iglesia nunca ha podido comprobar la existencia de San Genaro como un personaje histórico real: No han sido descubiertas referencias contemporáneas a él, ni su nombre aparece en alguno de los primeros martirologios Romanos" [Nickell, J. (1993) Looking for a Miracle: Weeping Icons, Relics, Stigmata, Visions and Healing Cures. Prometheus Books: Buffalo, N.Y., p. 79]. Mayor aún es la incertidumbre acerca de la conservación de su sangre en las ampollas que celosamente guardan en la Capilla del Tesoro de la Iglesia Catedral de Nápoles.
No hay certeza sobre el lugar de su nacimiento, Nápoles o Benevento, y su muerte se habría producido aproximadamente en el año 305, después de ser perseguido, torturado y decapitado durante el lamentable período histórico conocido como "La Persecución de Diocleciano" o la "Gran Persecución" a cristianos del Imperio Romano.
La ejecución del mártir cristiano se habría producido en un lugar cercano a Pozzuoli, en Nápoles, y durante más de 10 siglos los supuestos restos de San Genaro deambularon por diferentes lugares: "La sentencia se ejecutó cerca de Pozzuoli, y en el mismo sitio fueron enterrados. Los cristianos de Nápoles obtuvieron las reliquias de San Jenaro que, en el siglo quinto, fueron trasladadas desde la pequeña iglesia de San Jenaro, vecina a la Solfatara, donde se hallaban sepultadas. Durante las guerras de los normandos, los restos del santo fueron llevados a Benevento y, poco después, al monasterio del Monte Vergine, pero en 1497, se trasladaron con toda solemnidad a Nápoles que, desde entonces, honra y venera a San Jenaro como su patrono principal. Muchos se cuestionan la autenticidad de los hechos arriba mencionados y de la misma reliquia porque no hay registros sobre el culto a San Jenaro anteriores al año 431" [San Jenaro, SCTJM, 1998].
La sangre derramada será negociada
La leyenda cuenta que una mujer habría recogido parte de la sangre derramada del mártir, desde la misma piedra en que fue decapitado. Si bien Giovanni Orsini, arzobispo de Nápoles, en 1337 ya había formalizado dos ceremonias anuales en homenaje al santo, por entonces no se hacía referencia a las ampollas donde estaba depositada la sangre [Rogo, S. (1982) Miracles: A Parascientific Inquiry into Wondrous Phenomena. The Dial Press, N.Y.].
El culto a San Genaro se enriqueció cuando, en 1389, comenzó a divulgarse la crónica de un viajero anónimo que relató lo siguiente: "Al día siguiente (17 de agosto de 1389) tuvo lugar una gran procesión con motivo del milagro realizado por Nuestro Señor Jesucristo, sirviéndose de la sangre del Bienaventurado Genaro. Esta sangre, encerrada en una ampolla, se tornó líquida como el mismo día en que brotó del cuerpo del santo" [De Blasiis, G. (1887) Cronicon Siculum incerti auctoris ab a. 1340 ad a. 1396. Società Napoletana di Storia Patria, Serie Prima, Napoli, p. 85]. Este testimonio sirvió para establecer la primera fecha documentada del prodigio de la licuefacción y, desde 1659, la Iglesia lleva un registro del fenómeno.
El aparente milagro
Casi siempre, durante los tres rituales al año que se honra a San Genaro (primer sábado/domingo de mayo, 19 de septiembre y 16 de diciembre), cuando el oficiante agita o voltea el relicario metálico, se produce la licuefacción de la misteriosa masa oscura, sólida y seca, que se encuentra adherida a las paredes de vidrio de las ampollas. Si bien hay dos ampollas, el fenómeno suele percibirse en la de mayor tamaño puesto que el contenido ocupa casi 2/3 partes de la misma. También señalan que, en algunas ocasiones, el líquido burbujea e incluso aumenta su volumen [Thurston, H. (1910) St. Januarius. The Catholic Encyclopedia, N. Y., Robert Appleton Company].
La superstición popular ha instalado la temerosa señal de un mal augurio en caso de que no se produzca la mágica licuefacción. Aunque siempre se hace referencia a este fenómeno como un "milagro", la Iglesia Católica nunca lo ha reconocido oficialmente como tal, pero tampoco lo desalienta. Aunque un escritor comentó hace tiempo: "En los últimos años, la devoción a San Gennaro sufrió dos rudos golpes: uno, el hecho de que en 1969 el Vaticano declarase el culto a San Gennaro solamente local y facultativo. El otro, que el director del Instituto de Anatomía, profesor Gastone Lambertini, llevase a cabo un «reconocimiento canónico» de los restos del santo, que se encuentran en una urna, en el Duomo, en la capilla llamada Capilla Carafa, y comprobara que no todos los presuntos huesos del santo eran de la misma persona" [Alonso Ibarrola, J. M. (1988) Nápoles. Edic. Destino S.A., Barcelona, p. 105].
Hay razones más que justificadas de esta negativa de la Iglesia para reconocerlo como milagro, y no sólo por las lagunas u océanos históricos que rodean al mítico San Genaro. Varias investigaciones han demostrado que es perfectamente reproducible el "efecto de la licuefacción" sin necesidad de apelar a lo sobrenatural.
"Ayer era milagro"
Han pasado 23 años desde que escribí, un sucinto artículo y con este título, haciendo referencia a los últimos trabajos de laboratorio en que se había reproducido el aparente milagro de San Genaro [Márquez, E. (1992) Ayer era milagro. En Ciencia vs. Pseudociencia, El Ojo Escéptico Nº 5, Septiembre]. Casi nada ha cambiado desde esa fecha a esta parte, incluso la denominación "milagro" para referirse a algo que ni la Iglesia reconoce así.
Por lo pronto sigue vigente la total negativa de la Iglesia Católica a permitir un examen científico del contenido de las ampollas que presuntamente contienen la sangre del santo. Es tal el hermetismo, que ni integrantes del propio clero han logrado autorización para una investigación. Un buen ejemplo fue el caso del Padre Novillo Paulí, jesuita y parapsicólogo argentino, que en 1972 no le permitieron realizar una investigación y sólo consiguió una observación visual de las ampollas, quedando convencido de que no es un milagro pero sí de algo más indemostrable: un fenómeno de psicokinesis (PK) [Novillo Paulí, E. (1975) Los fenómenos parapsicológicos. Psi en el laboratorio. Ed. Kapeluz, Bs. As., p. 77-81].
En 1902 se realizó un análisis espectroscópico cuyo resultado sugirió que parte del contenido de las ampollas es sangre humana, si bien no se descartó que pueda estar contaminada con alguna otra sustancia [Thurston, H. (1910), op. cit.]. A propósito de este detalle, que no es menor, un médico no precisamente escéptico comentó: "Los frascos contienen indudablemente sangre. Pero ¿contienen solamente sangre? Basta la presencia de parte de sangre en un líquido para que dé el espectro de absorción característico de esta sustancia. El análisis espectroscópico no demuestra que los frascos contengan únicamente sangre, pero demuestran que por lo menos una considerable proporción del contenido es sangre" [Larcher, H. (1953) Prodiges sanguins après la mort. Revue Métapsychique, sept-oct 1953, 2-19; nov-déc 1953, 3-20].
Esta duda, que la Iglesia impide zanjar, habilita cualquier especulación y nos acerca al plano terrenal con hipótesis científicas que obviamente no incluyen lo sobrenatural. Por ejemplo, el físico Michel Mitov sostiene la posibilidad de que la sangre, en el momento de ser recogida, se haya mezclado con arcilla o cenizas volcánicas y esa mezcla resultase en una sustancia tixotrópica [Mitov, M. (2010) Matière sensible: Mousses, gels, cristaux liquides et autres miracles. Ed. Seuil, Coll. Science Ouverte, París].
Uno de los primeros científicos que reprodujo el aparente milagro fue el físico francés Henri Broch, de la Universidad de Niza. Tomó como base una fórmula original de Pierre Larousse (el del diccionario) del siglo XIX, y obtuvo un resultado óptimo con una tintura compuesta por éter sulfúrico, orcaneta (Alkanna tinctoria) y espermaceti [Broch, H. (1985) Le Paranormal. Ed. Seuil, Coll. Science Ouverte, París. Versión castellano: Los Fenómenos Paranormales - Una reflexión Crítica, Ed. Crítica S.A. (Grijalbo), Barcelona, 1987, pp. 93-101].
No pasó mucho tiempo desde la experiencia de Broch hasta que tres investigadores italianos marcaron la cancha en el propio territorio de San Genaro. Luigi Garlaschelli, Franco Ramaccini y Sergio Della Sala, obtuvieron -mediante la combinación de cloruro férrico, carbonato cálcico, cloruro sódico y agua destilada- un gel tixotrópico que se licua cuando es agitado y se solidifica cuando se lo deja en reposo [Garlaschelli, L., Ramaccini, F. & Della Sala, S. (1991) Working Bloody Miracles; Nature, vol. 353, p. 507 y Garlaschelli, L. & Epstein, M. (1992) Better Blood Through Chemistry: A Laboratory Replication of a Miracle. Journal of Scientific Exploration, Vol. 6, Nº 3, pp. 233-246].
A la magia química de los italianos se sumó otra fórmula exitosa de los norteamericanos Joe Nickell y John F. Fischer. Mediante una combinación de cera de abejas fundida en aceite de oliva y coloreada con algún pigmento, obtuvieron una sustancia térmicamente sensible que se licua o solidifica según sea mayor o menor la respectiva temperatura [Nickell, J. & Fischer, J. F. (1992) Miraculous Blood. Cap. 9 de Mysterious Realms, Prometheus Books, Buffalo, N.Y].
Con o sin evidencias el negocio de San Genaro seguirá funcionando. No hay que ser muy optimista y esperar que se autorice una investigación después del duro revés que sufrió la Iglesia con el fraude del Sudario de Turín.
Ante la insistencia religiosa de que "Il miracolo é fatto", la ciencia ya le respondió: "Il miracolo fisico-chimico é fatto".