El Papa admitió que la Iglesia no fue vigilante con la pedofilia
El Papa admitió el jueves los fallos de la Iglesia para impedir los abusos sexuales a niños que provocaron un aluvión de denuncias contra clérigos en todo el mundo, e instó a los católicos luchar contra el laicismo, al iniciar una histórica visita al Reino Unido.
Este llamamiento a la movilización de los fieles, especialmente los más jóvenes, se produjo durante una misa multitudinaria que presidió por la tarde ante 60.000 personas en el parque Bellahouston de Glasgow, segunda etapa de este viaje de cuatro días, tras un breve paso matutino por Edimburgo.
"La autoridad de la Iglesia no fue suficientemente vigilante (...) no fue suficientemente rápida y firme para tomar las medidas necesarias", declaró el Sumo Pontífice a los periodistas en el avión que le trajo el jueves a la capital escocesa.
"Estas revelaciones fueron para mí un golpe y una gran tristeza", agregó el Papa alemán sobre el tema que ha marcado su pontificado, iniciado en 2005, y ha sacudido particularmente a la vecina Irlanda.
Benedicto XVI respondió así a los grupos laicos británicos que, en vísperas de su visita, lo criticaron por su falta de reacción en este escándalo. El Papa debería reunirse también en estos días con algunas de las víctimas.
El Papa también dedicó la primera jornada de esta visita de Estado a atacar el laicismo imperante en la sociedad británica, y animó a los católicos a "plantear en el foro público los argumentos promovidos por la sabiduría y la visión de la fe".
"Hoy en día, algunos buscan excluir de la esfera pública las creencias religiosas, relegarlas a lo privado, objetando que son una amenaza para la igualdad y la libertad", afirmó en su homilia pronunciada en el mismo escenario donde su predecesor, Juan Pablo II, congregó a 300.000 personas hace 28 años.
"La sociedad actual necesita voces claras que propongan nuestro derecho a vivir, no en una selva de libertades autodestructivas y arbitrarias, sino en una sociedad que trabaje por el verdadero bienestar de sus ciudadanos", dijo.
Los asistentes habían pagado una "contribución" inédita de 20 libras a través de sus parroquias para poder asistir a esta misa, y a una actuación estelar de Susan Boyle, la ex cantante parroquial escocesa que causó furor en internet tras su participación en un concurso televisivo.
Horas antes, en un primer discurso pronunciado durante la bienvenida oficial que le ofreció la reina Isabel II en su residencia de Edimburgo, el palacio Holyroodhouse, el Papa advirtió también acerca de las "formas más agresivas de secularidad" en una sociedad británica que se "esfuerza por ser moderna y multicultural".
"No dejemos que esto oscurezca el fundamento cristiano que apuntala sus libertades", agregó el Pontífice ante la Reina, apelando a la unidad de las diferentes iglesias cristianas para defender los valores tradicionales.
El Papa hizo estas declaraciones tras controversia provocada por el cardenal alemán Walter Kasper, experto en las relaciones ecuménicas de la Iglesia, que comparó en una entrevista al Reino Unido con "un país del Tercer Mundo" en el que se ha extendido "un neoateísmo agresivo".
Pese a las amenazas, la etapa escocesa no estuvo marcado por las protestas, aunque algunos pequeños grupos y ciudadanos denunciaron públicamente las posiciones de la Iglesia en materia de contracepción, aborto o derechos de las mujeres y de los homosexuales.
Benedicto XVI se dio un primer baño de multitudes durante un recorrido en Papamóvil por el centro de la capital escocesa, que según la policía congregó a 125.000 personas, muchas de ellas con banderas y otras con pancartas contra los curas pedófilos o el rechazo de la Iglesia Católica a ordenar a mujeres.
Esta era una de las escasas oportunidades que tenían de ver al Papa los no católicos, es decir el 90% de los 60 millones de británicos.
Al final de la jornada, Benedicto XVI debía volar a Londres, donde proseguirá su viaje destinado también a mejorar las tensas relaciones que Roma mantiene con los anglicanos desde hace casi cinco siglos, y poner de relieve el papel que ambas iglesias pueden desempeñar en una sociedad cada vez más secularizada.