Sociedad
El país escondido en la otra Comodoro Py
Vidas paralelas: con los candidatos en danza, crecen las demandas de vacunas, trabajo y seguridad.
Por Héctor Gambini
El sábado, mientras el armado de la oferta de candidatos entraba en frenesí, el actor Luis Brandoni hablaba por radio: “Sé que esto no queda bien, pero aprovecho esta oportunidad para decir que todavía no me dieron la segunda dosis de la Sputnik”.
Brandoni tiene 81 años y es uno de los argentinos a los que les falta completar el esquema de la vacuna rusa. Un desatino que por esas horas no preocupaba a quienes pugnaban por un 5° o un 8° lugar en las listas.
Mientras las negociaciones políticas para ver quién iba en lugar de quién se extendían hacia la medianoche, en Laferrere se extendían las mantas sobre las veredas de tierra para conseguir comida a través de trueques.
Ahí una chica ofrecía alisados para el pelo o un servicio de manicura a cambio de fideos o azúcar. Un paquete de esos productos cuesta 80 pesos.
Con 500 pesos en fideos, azúcar o arroz, hay gente que sale de un trueque con nuevo corte de pelo, bicicleta arreglada y alguien que le cambie los cables del enchufe roto el fin de semana.
En condiciones normales, los servicios valen más que la comida. Pero ahora las condiciones son otras, y sin comida no se puede vivir.
La realidad de la supervivencia se abría paso, en ese momento, en una calle del conurbano que se llama Comodoro Py, como la avenida porteña de los tribunales federales donde se tejen y destejen otros trueques.
¿Cuántas Argentinas caben en ese trayecto de apenas 30 kilómetros, entre Retiro y La Matanza?
Con la economía real en caída libre y las vacunas a merced de la voluntad de los proveedores, el gobierno armaba sus listas de unidad limando todo menos la desconfianza.
En Provincia encabeza Victoria Tolosa Paz, a quien el kirchnerismo duro le imputa haber perdido una interna en La Plata contra Florencia Saintout y haber operado en contra del ministro de Desarrollo Social, Daniel Arroyo, cuando estalló el escándalo de los sobreprecios al principio de su gestión.
Arroyo sobrevivió a la embestida, pero ahora deja el cargo para acompañar, relegado, a la propia Tolosa. No parece una salida triunfal. Borrón y cuenta nueva.
El segundo es Daniel Gollán, a quien hasta hace muy poco vinculaban a aquella decisión del juez Violini de liberar presos al principio de la pandemia: “Aquel plan se hizo porque la gente de Gollán decía en Salud que los hospitales iban a colapsar por el coronavirus en las cárceles”, recuerda alguien que participó de las reuniones cruciales por aquel tema.
El vaticinio de colapso en los penales nunca ocurrió, pero algunos de los presos que salieron causaron estragos. Sin embargo, el funcionario al que le atribuyen el padrinazgo intelectual de aquella liberación masiva es ahora el candidato número dos. Borrón y cuenta nueva.
Apenas más abajo aparece Agustina Propato, la mujer de Sergio Berni, quien la semana pasada amenazaba a sus propios compañeros: “Si voy por afuera les voy a dar un susto”.
Aunque hasta este miércoles especulaba con una candidatura propia a nivel provincial, le pagaron con una banca para su mujer. “En la Provincia, Alberto Fernández no puede pedir ni un café con leche”, le escucharon decir a Berni durante la negociación, ante una mesa de arena que montó en su búnker de Puente 12 para pensar si seguirá en su cargo.
Cosa de militares: una mesa de arena es una especie de escenario en miniatura donde los generales planifican sus batallas.
Si el nombre de Berni en la lista era una provocación para Fernández (el bonaerense lo critica más seguido y con menos contemplaciones que un opositor), el de su esposa, ¿cuánto atenúa esa mojada de oreja? El Presidente traga sapos pero dice que son ostras.
Mientras la ministra Frederic busca cómo hacer para debilitar la pericia de Gendarmería que dice que a Nisman lo asesinaron -uno de los objetivos con que llegó a la gestión-, envía puñados de gendarmes al conurbano para puentear a Berni.
Allí hay barrios donde la seguridad depende del ritmo de actividad de los motochorros. Sin filtros.
Por eso los vecinos ya no les hablan a las autoridades, sino directamente a los ladrones: “Si vienen a robar acá, estamos armados”, advierten los pasacalles en otras localidades de La Matanza.
Es un mano a mano entre vecinos y delincuentes que nunca termina bien.
En la campaña que empieza -Beatriz Sarlo ironiza que los candidatos sólo dicen que va a estar todo bien, "como si fueran tarjetas de Fin de Año"-, hay un país que pide vacunas y comida, y que busca cómo proteger la bicicleta sin terminar con un tiro en el pecho.
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