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El país de Alí Babá

Cuando la justicia simbolice la armonía entre los habitantes y deje de significar privilegios para pocos y condena para muchos.

Por Luciana Arnedo

luciana.arnedo@gmail.com

Cuando convivamos dentro de un marco adecuado permitiendo la interacción de individuos e instituciones. Cuando la distribución de la riqueza en nuestro país sea incorruptible. ¡Cuando cada uno merezca lo suyo! Cuando la justicia se asocie a la fe. Cuando el desempleo, la pobreza, la impunidad y la inseguridad no sean el presente. Cuando no haya muertes por negligencia, u obras públicas no efectuadas porque el dinero para las mismas lo transportaron al exterior para proyectar una vida que no les alcanzarán los años para vivirla.

Hay impotencia ciudadana. Tiraron tanto del hilo... El constante abuso del poder mediante la función pública, para provecho exclusivamente personal e "ilegítimo", ha desencadenado un sin número de cuestionamientos en los medios y en la sociedad.

El saqueo del dinero de la gente, la impunidad cabal ante la corrupción administrativa (los trámites burocráticos); la corrupción judicial (con la adjudicación de privilegios por resoluciones manipuladas); la corrupción política (los abusos totalitarios que infringen los derechos de la nación); la corrupción legislativa (los sobornos para "transar" en los contenidos de la legislación -el tráfico de influencias y la extorsión-), etc., etc.

Se respira un clima sin ética, de impotencia y de gran frustración. El obsceno escenario revelado en las últimas horas, un hecho que socava el principio de la mayoría, que nos deja afuera, sin participación de la cosa pública.

Hay un vacío de dignidad. La práctica depravada que actúa como una alianza para devorar recursos y bienes.

Las vidas penden de la consciencia y habilidad de algunos individuos de cuyos actos y decisiones depende el destino de un país. La realidad de una nación fragmentada, marcada por una densa complejidad y una enorme penumbra de los asuntos públicos que afecta la integridad de un pueblo.

Una sociedad sumida en la crispación tras un hecho que no era insospechado pero que de todos modos nos sorprendió. La impunidad en la que se desbordan es tan obscena que ni siquiera parece inmoral.

Lo expuesto es negado por un voraz desparpajo. Cuando ya se ha quebrado la propia dignidad. Mezclados en una huida de la moral...

Lo más nocivo de la corrupción no es sólo su efecto económico, sino que daña la convivencia civilizada entre los ciudadanos. Lo que se le roba al Estado deja de invertirse en hospitales, colegios, obras de infraestructura, etc., etc.

La gente que trepa sin ningún sentimentalismo... El peligro de quien encarna poder y ley. La constitución manoseada por tantas manos... ¿Qué existe como contrapoder?

El periodismo y el pueblo son la esperanza, el límite de la corrupción política y económica de los gobernantes. Ceder el paso a una práctica deshonesta es ser partícipe de la desmembración de la sociedad.