El pacto cordobés, el silencio de Carrió y la mesa de Olivos bajo la lupa
El fantasma del arreglo Schiaretti-Cristina. Y las dudas de Lilita por la causa cuadernos.
Macri arriesga foto con Schiaretti, que pactó con Cristina
El descansadero que ofrece la visita del monarca español encubre bajo los oropeles de cenas, agasajos y primores de la lengua, algunos retratos mudos que tendrán sentido para drenar las dudas sobre el incierto panorama político. Por ejemplo, la aparición del miércoles de Mauricio Macri junto a Juan Schiaretti, en el Congreso de la Lengua. No arriesga mucho, para decirlo lúdicamente y con sentido de la oportunidad; apenas un par de reyes -por la compañía borbónica-.
Es una prueba de ánimo, porque Schiaretti cerró en estas horas un acuerdo con Cristina Kirchner que termina un ciclo de años durante los cuales el peronismo de Córdoba había alzado a esa provincia como la capital nacional del alfajor y del anti-kirchnerismo Ese acuerdo, más el recurso del desdoblamiento de fechas electorales, apartó al peronismo de Córdoba de la suerte del peronismo nacional, y con eso prosperó Macri, que le debe a ese coctel su presidencia.
En las vísperas del intento reelectoral, Schiaretti quema los códigos y abre seguramente otros. Los días que vendrán van a aportar más claridad, como comprobar la veracidad de quienes creen que Schiaretti no será candidato a presidente por razones de salud. La afirmación la repiten todos quienes lo miran ver y caminar, con gestos de candidato, no se sabe si a todo, o sólo a la gobernación. Como Cristina, apuesta a que le crean, y lo último que hay que hacer con un político es escuchar lo que dice. Hay que lo mirar que hace.
Si Schiaretti reelige como gobernador nada indica que no alce después una postulación presidencial. Es el peronista con más poder, tiene un distrito grande y cierra alianzas con quienes nunca se mostró antes, como Cristina. No es para que lo aproveche, por decir un nombre, un Roberto Lavagna, el peronoide de más prestigio. Si no se mostrasen tan melindrosos, habría que verlos ya como una fórmula.
Rarezas de Córdoba, de Perón a Camaño
Según el dictamen de Juan Perón en 1954, "en Córdoba es donde indudablemente suceden las cosas más raras". Graciela Camaño agrega una teoría según la cual, con la complejidad, la dimensión y la espesura de la clase política de esa provincia, no le alcanza con su espacio local, y tiene siempre dos alas de proyección, hacia adentro y hacia afuera. Esto compromete al peronismo y también a radicalismo. Esa doble proyección la lograba Schiaretti con José Manuel de la Sota. Muerto éste, quizá sea explicable el final del ciclo cordobesista, la alianza con Cristina y, quien sabe, una candidatura nacional del "Gringo".
Habría que preguntarle a Duhalde o a Lavagna, pero el primero se internó en Puigari para reponerse de una recaída de su dolencia de espalda. El segundo celebra este domingo de otoño, con sordina, su cumpleaños 77° en su chacra de Cañuelas. Suele amortiguar los festejos porque la fecha (24 de marzo) tiene connotaciones ominosas que desalientan cualquier efusión.
Intentan medir cuán nacional puede ser la campaña en Córdoba
La mesa chica de Olivos espera esta semana dictámenes esclarecedores del equipo de Durán Barba que, según los mirones de estas cosas, siempre está viniendo (él va a decir que nunca se fue) para diseñar estrategias de riesgo en sitios cenagosos. Por ejemplo, Córdoba. El dilema para todos los que juegan allí es cuánta nacionalización soporta la elección a gobernador. Humberto Schiavoni, presidente del PRO, buceó discretamente en esa provincia el lunes para levantar un informe útil para los estrategas.
Estuvo con gente de su partido y eludió a los caciques radicales Mario Negri y Ramón Mestre, pero tiene que haber advertido que una de las cartas de éste para sostener su pelea desde la Lista 3 -UCR-, es que a Negri lo apoyan desde el Gobierno nacional. Llegó a decir que la mesa de Olivos, con Marcos Peña a la cabeza, habían querido comprar su voluntad para que se bajase. Negri, es cierto, tiene línea directa con la cúpula oficial y trafica ofertas de apoyo de estrellas nacionales como María Eugenia Vidal. Pero debe medir el riesgo que puede hacerle a su propuesta, si se ata demasiado a Buenos Aires. Se encierra en la campaña local y vendrá este martes a Buenos Aires para asistir a la cena que el rey de España le propinará a Macri en el hotel Four Seasons.
Turbulencias en el Instituto Patria
El dilema del cordobesismo de la campaña lo tiene también en estudio el Instituto Patria, que gestionó con éxito que se bajase de la competencia interna el candidato cristinista Pablo Carro, según una consigna que mandó Cristina de Kirchner el viernes, apenas llegó de Cuba. Costó que los cristinistas cordobeses se aviniesen a dar el gesto de apoyo a Schiaretti, a quien se han opuesto siempre, porque con José Manuel de la Sota construyeron entre 2003 y 2015 a Córdoba como la capital nacional del anti-kirchnerismo
La trifulca interna la aplastó la candidata a vice de Carro, Cecilia Merchán, que pertenece al frente Patria Grande de Juan Grabois. "Checha", que hoy tiene una banca en el gaseoso Parlasur, convenció a la militancia de que Cristina pedía unidad, y que la consigna de hoy es vencer a Cambiemos en las provincias, como antesala de la campaña nacional de ella como candidata. Por vía indirecta, el mensaje del Instituto Patria fue la confirmación, para quienes dudaban, de que Cristina será candidata. Estas operaciones no son para que después las facturen Felipe Solá o Daniel Scioli. Ahora es Schiaretti quien debe medir cuánta nacionalización soporta su candidatura, porque el peronismo cordobés le va a cobrar de alguna manera esta foto con Cristina. Es el acercamiento más estridente, después de aproximaciones indirectas al objetivo de juntar a todo el peronismo. Es lo que siempre iba a ocurrir, pese a las especulaciones de los opinadores de cabotaje.
El punto inicial de ese acercamiento fue cuando Schiaretti puso el voto en la canasta de todo el peronismo, para quedarse con una silla en el Consejo de la Magistratura. Esa la perdió el radical Negri y la prensa de aquel pacto fue el nombramiento como consejero suplente del diputado Martín Llaryora, que es hoy candidato a intendente de la Capital provincial. Este reconocimiento del plan de unidad del peronismo activa la artillería de Elisa Carrió, que participará de la campaña en favor de Negri desde después de la Semana Santa. Explotará esa brecha que deja abierta entre los peronismos: el final de Córdoba como capital anti K.
Carrió a la espera de respuesta sobre el pacto de los cuadernos
Carrió, ya que estamos cerca de ella, se llama a silencio en estas horas a la espera de una respuesta del Gobierno a la gravísima denuncia que hizo durante la semana sobre una concertación de objetivos entre la oposición y un sector del Gobierno, para que la causa de los cuadernos caiga por nulidades en el trámite. La herramienta es el hostigamiento a Carlos Stornelli, para que deje el expediente y que todo termine con los empresarios ensuciados por el sargento Centeno, en un juicio abreviado y quizás el pago de alguna multa.
Carrió animó el supermartes con esta denuncia, en un original reconocimiento a cuatro mujeres de su equipo, que presentó como un gesto de redoblar la apuesta ante el acoso que sufren. Se trata de Mariana Zuvic, Mariana Stilman, Mónica Frade y Paula Oliveto. Fue en la inauguración del año lectivo del Instituto Hannah Arendt, que quedó chico por la cantidad de asistentes. Tanto que el acto tuvo que repetirse dos veces, como en los teatros, para que participasen todos los seguidores de Carrió. Esa tarde, un verdadero supermartes, hubo -con diferencia de algunos minutos- un acto de apertura del año judicial con el mensaje de Carlos Rosenkrantz, que desairó y fue desairado por los jueces federales -los mandó al pullman de la sala, atrás de todo, y sólo se mostraron tres de ellos-.
También ese martes se le hizo un reconocimiento multipartidario en el Senado al economista Pablo Gerchunoff, quien dio una charla sobre economía política, original y profunda en torno al crecimiento y el fracaso de la política, que habrá que mirar varias veces (está en el video de la Cámara). A esa hora Carrió juntaba a centenares de sus militantes en el Instituto Arendt. Se extrañó de la falta de respuesta del Gobierno a su denuncia, y el escaso eco en la prensa, de los voceros habituales del Gobierno. Carrió pidió en el acto a sus críticos, que la busquen a ella y no a su equipo. "Vengan por mí", exclamó. "Estamos siendo embestidas por causa de la verdad -dijo-.Primera verdad: quieren sacar al fiscal Stornelli para conseguir un juicio abreviado y con multas para los grandes empresarios del país. Y no descarto que un sector del gobierno esté en lo mismo", remató. Criticó la autorización a Cristina de Kirchner para viajar a Cuba, y deslizó otro dardo a la oposición: "Se va Cristina y aparece Lavagna. Y Lavagna es Duhalde. Es la misma impunidad".
Con la mirada puesta sobre la Corte, ahora y después
Ese mensaje a Olivos, que siguió al calificativo de "imbécil" que lanzó contra Germán Garavano quien, cual fiel pararrayos, lo tomó como una mancha más sobre el manchado tigre. Ocurre también después de que Mauricio Macri dijese en el Congreso que la crisis de su gestión vino de la salida de capitales, la sequía de 2018 y... la causa de los cuadernos. ¿Hubiera preferido que no existiese? A veces parece que Macri no repara en el sentido profundo, freudiano, de lo que dice en público. Así le hace creer a Carrió que no hay muchos que defiendan la causa de los cuadernos dentro de su propio gobierno.
Pero la agenda de Carrió no es la de Garavano, ni la de la mesa judicial con la que tiene las mejores relaciones. Su objetivo es la Corte, y avanza sobre ese palacio desde dos alas: uno es el hostigamiento a Ricardo Lorenzetti. Le tiene pedido el juicio político desde hace rato, y confía en que algunos votos del peronismo cristinista sirvan para avanzar este año. La bronca del peronismo con la justicia es terminal, y no pasará mucho tiempo para que carguen ellos también sobre el ex presidente de la Corte. Sobre esto le reclama acciones Carrió a Garavano y a Macri, pero no tiene respuestas. Le responden con la razón de estado.
La otra ala de ataque es el proyecto de ley de cupo femenino en la Justicia, que el Congreso discutirá en las próximas semanas. Es un ariete sobre la reforma judicial, pero mira a la Corte, que debería tener por lo menos dos integrantes mujeres, en cuanto se produzcan vacantes. Carrió ha dicho que nunca aceptaría ir a la Corte, algo que le ofrecieron otros gobiernos, mientras ejerza la tarea política. A fines de este año tiene planeado retirarse a la tarea profesional y política sin cargos. No ha dicho qué haría si la oferta le llegara cuando esté en el llano.
Lo que pone en riesgo la mesa de Olivos
Después de los fallos de Corte que frenaron reelecciones en Río Negro y La Rioja, volvieron las discusiones sobre la capacidad de la mesa de Olivos para prevenir desastres. Vienen desde que estalló el entuerto cordobés. Allí un final previsible en el orden provincial -que Juan Schiaretti retenga la gobernación- puede arrastrar el control de la Capital provincial. En Río Negro quedó atado a la suerte aciaga de Alberto Weretilneck.
Esa misma mirada crítica es la que le reprochaba el año pasado a Olivos no haber incluido en el paquete de acuerdos para el presupuesto, y el nuevo consenso fiscal con los gobernadores, la silla de Negri en el Consejo de la Magistratura. Los funcionarios de Interior y de Economía discutían en la pieza de al lado de dónde se estaban contando los votos del oficialismo para el organismo judicial. ¿A nadie se le ocurrió mirar el cuadro grande y poner todas las fichas en el mismo tablero? Ni qué decir cómo este protagonismo en el round rionegrino les agrega acidez a las relaciones entre los socios de Cambiemos. El de La Rioja es neutro. Allí también actuaron estrellas del derecho del partido, como Gil Lavedra, pero el final puede terminar ayudando más al correligionario Julio Martínez que al peronismo local.
Para quien haga el balance consolador, podrá decir -si todo termina como parece- que la muñeca de Olivos terminó con una era de gobiernos radicales en Río Negro -interrumpida apenas por los 20 días de Carlos Soria en el gobierno- y una era de administraciones peronistas en la Rioja. ¿O acaso Cambiemos no vino para producir giros históricos?
Frialdad en Olivos, sólo importa el nuevo Congreso
Sobre estas constancias se agotan las conversaciones en el oficialismo y la oposición. Los estrategos del Gobierno miran con frialdad las encuestas propias y ajenas, porque ninguna les transmite mucho optimismo. Esa frialdad se acerca a la mansedumbre cuando en la mesa está Marcos Peña, quien repite que todo depende de lo que ocurra con la economía en los próximos 45 días, y que hay que creerle a Nicolás Dujovne cuando dice que todo va a ser algo mejor. En estos encuentros hay suspensión sobre el resultado de las elecciones, y se discute lo que vendrá después, ganando o perdiendo.
El jueves Peña apiló carpetas para analizar la suerte de Cambiemos en las legislativas, junto a Schiavoni, Francisco Quintana y Federico de Andreis, que tiene la misión de mirar todo, hablar poco y después contar, a quien le debe contar, todo lo que escuchó. La conclusión es que, apartando los casos extravagantes de Córdoba (en donde no hay Cambiemos) y de Capital (donde puede llegar a haberlo en octubre), el PRO y la UCR tienen chance de ganar bancas. Hay provincias como Misiones, Santiago del Estero, Neuquén o Río Negro en donde el oficialismo no tiene representantes, pero puede llegar a sumar ahora diputados o senadores. Esa mejora servirá para cualquier resultado, gane o pierda Macri. Pero de esto, mejor ni hablar.