El origen y el fin del cáncer
Reflexiones de Jesús Sánchez Ruiz, gestor de proyectos de la Fundación Cris contra el Cáncer.
Mantener el orden en un organismo que tenga más de una célula requiere reglas. Reglas férreas. Requiere que cada célula de ese ser vivo conozca y asuma a rajatabla su función (recoger alimento, proteger al resto, ayudar en la reproducción, colaborar en la digestión...).
También requiere que sólo se multiplique cuando sea estrictamente necesario; y si una célula deja de ser necesaria para el organismo o puede suponer un peligro éste, esa célula debe ser eliminada sin rechistar. El problema es que por muy estrictas que sean las reglas de un organismo, siempre puede haber alguna célula que se las salte. Esas células transgresoras son las células tumorales.
Por lo tanto, el cáncer no es un problema reciente en los seres vivos, sino que se trata de algo tan antiguo como la vida multicelular misma. A diferencia de otras enfermedades, está arraigado en nuestra más íntima naturaleza. Los seres humanos llevamos batallando contra este enemigo desde la antigüedad, y aun así, todavía no somos capaces de erradicarlo. Se trata de un problema muy complicado, ya que cada persona es única en su enfermedad, y aunque los diferentes tumores se suelan clasificar por órganos, hay cientos de subtipos diferentes dentro de cada cáncer, lo que complica muchísimo encontrar tratamientos adecuados.
Gracias a la investigación, hoy en día muchos tumores son curables. Ahora bien, los tratamientos actuales no sirven para todo el mundo y existe un importante porcentaje de pacientes que no responden a ellos o recaen de manera impredecible. En otros casos, como en el caso del cáncer infantil, no hay tratamientos específicos para niños, sino que se tratan con tratamientos utilizados en adultos.
Por lo tanto, es urgente investigar nuevas vías para luchar contra el cáncer. Para conocer de manera más exacta qué tipo de tumor tiene cada paciente. Para predecir si responderá o no a determinado tratamiento. Para diseñar nuevas estrategias para tratar a pacientes con tumores especialmente agresivos o que no responden al tratamiento.
Todo el mundo tiene cerca a una persona afectada por algún tipo de cáncer, lo que hace de estas patologías un gigantesco problema tanto sanitario como social.
Poco a poco se están investigando nuevos tratamientos orientados a proporcionar a los pacientes una terapia cada vez más personalizada y adecuada a sus circunstancias. Por ejemplo, tomando material genético de los tumores de los pacientes, secuenciándolo y comprobando qué mutaciones en su DNA pueden estar causando esa patología; de esta manera, se podría hasta cierto punto predecir qué tratamientos pueden ayudar a ese paciente en concreto y cuáles podrían ser inefectivos.
También se están haciendo cada vez más esfuerzos por potenciar las células de nuestro sistema inmunitario que de manera natural combaten a los tumores, y que en muchos pacientes se encuentran adormecidas o inactivadas. Estas terapias inmunológicas tienen menos efectos secundarios y podrían garantizar menores riesgos de recaída. Pero por muy prometedoras que sean estas terapias, todavía se encuentran en fase de desarrollo, y sólo hay una manera de acelerar que lleguen a convertirse en terapias convencionales: investigando, investigando e investigando.
La parálisis de la inversión pública dificulta y ralentiza el avance en esta dirección en nuestro país, a pesar del enorme potencial humano y científico de España. Pese a todo, con la ayuda de iniciativas privadas y al esfuerzo de algunos investigadores, están saliendo adelante proyectos para implantar estas terapias cada vez más personalizadas.
Un ejemplo paradigmático de esto lo representa Joaquín Martínez López, al frente de la Unidad CRIS de Hematología en el Hospital 12 de Octubre. Esta Unidad, financiada por la Fundación CRIS contra el Cáncer, combina la investigación clínica con pacientes y la investigación de laboratorio dentro del servicio asistencial de tumores hematológicos (de las células de la sangre) del hospital H12O. Esto permite la investigación de primera mano en estos tumores, en gran medida incurables hoy en día, y la aplicación de los resultados directamente en ensayos clínicos. Esta Unidad, de creación reciente, está funcionando a pleno rendimiento (hay más de 80 ensayos clínicos en marcha actualmente), con unos extraordinarios resultados tanto científicos como clínicos.
Otro ejemplo de iniciativas punteras en el tratamiento del cáncer lo aporta Antonio Pérez, del Hospital Universitario de La Paz. Este investigador ha dado pasos de gigante en el tratamiento de niños que padecen leucemias muy agresivas con terapias inmunológicas, especialmente mediante la infusión en los pacientes de células Natural Killer, auténticas especialistas en destruir células tumorales, y que suponen unos excelentes refuerzos para las defensas de los pacientes. Estas terapias han demostrado ser una terapia muy prometedora y se están llevando a cabo diversos ensayos clínicos con ellas como protagonistas.
Antonio Pérez dirige además la creación de la Unidad de Terapias Avanzadas en Cáncer Infantil en el Hospital Universitario de La Paz, que abrirá en septiembre de 2017 y también se encuentra financiada por la Fundación CRIS. En esta Unidad se tratará a niños que sufren diversos tipos de cáncer y se encuentran en recaída o no responden a los tratamientos convencionales, en un contexto que aunará los esfuerzos de especialistas de diversas disciplinas (médicos, investigadores, enfermería, genetistas, ...) para proporcionar terapias adaptadas a cada paciente.
Podemos ver por los ejemplos anteriores que las iniciativas más prometedoras para sacar adelante nuevos tratamientos integran en una misma estructura a la práctica médica con la investigación en el laboratorio. Esto ayuda a trasladar rápidamente los resultados y los nuevos conocimientos a ensayos clínicos prometedores; sin embargo, este tipo de estructuras son costosas, tanto en material, como estructura y personal, y la financiación pública no es suficiente para mantenerlas. Y esto es dramático, al fin y al cabo todo el mundo tiene cerca a una persona afectada por algún tipo de cáncer, lo que hace de estas patologías un gigantesco problema tanto sanitario como social.
Sólo si apoyamos a la investigación seremos capaces de superar este obstáculo.
(Fuente: The Huffington Post)