El nuevo ateísmo
* Por Héctor Ciapuscio. Lo que se ha dado en llamar "Nuevo Ateísmo" es un movimiento que ha venido densificándose desde inicios del siglo hasta dar lugar en la actualidad a un amplio campo de polémicas.
El ateísmo antiguo, personal, es el de los discretos, los pudorosos, los que guardan para ellos mismos la idea de que no existe Dios. Este otro hace mucho ruido y explica sus reclamos en libros y revistas. En nuestro país, la editora Sudamericana publicó en el 2007 "Hijos sin Dios. Cómo criar hijos ateos", una propuesta pedagógica ateísta del filósofo Alejandro Rozitchner. En el mundo hay diversas organizaciones que lo propician. Entre nosotros funciona una "Asociación Civil de Ateos en Argentina"; en Estados Unidos la principal se llama "Conferencia Atea Estadounidense".
En el origen de su avance se advierten varios procesos que han tenido lugar en países del Norte. Uno de esos procesos fue el de la confrontación entre científicos evolucionistas y fundamentalistas religiosos afiliados a la explicación de la complejidad de los seres vivos por el "diseño inteligente" de un Creador. Otro fenómeno determinante de su eclosión pública fue la reacción suscitada por el atentado de las Torres Gemelas por obra del fanatismo religioso musulmán. Hay un tercer factor, menos visible pero también importante, constituido por la maduración de aspiraciones hacia una cultura de fundamento científico reconocido en reemplazo del religioso tradicional.
Dos representantes notorios del movimiento ateísta y sus libros más representativos –que ya en sus títulos anuncian el contenido– son Richard Dawkins ("The God Delusion", El espejismo de Dios) y Christopher Hitchens ("God is not Great. How Religion Poisons Everything", Dios no es grande. Cómo la religión envenena todo; la edición en español titula "Dios no es bueno. Alegato contra la religión"). Ingleses ambos autores, son correspondidos en importancia en Estados Unidos por Dan Dennett, filósofo, y Sam Harris, neurocientífico.
El libro de Dawkins se constituyó en best seller inmediatamente a su salida en el 2006 y ha sido desde entonces materia de enconadas discusiones. El autor, biólogo evolucionista famoso a partir de "El gen egoísta", está considerado como el ateísta científico más activo y en el libro en cuestión (de 463 páginas) expresa con amplitud su credo. No quiere explicar ciencia sino más bien, dice, "elevar las conciencias" a través de la demostración de la irracionalidad de la creencia en un Dios; más aún, de "la suprema improbabilidad de un Ser Supremo". Se empeña en mostrar cómo las religiones fomentan el odio, la guerra, el genocidio y los abusos infantiles, físicos y mentales (los terrores de una vida después de la muerte con la posibilidad de un Infierno). Dawkins ilustra sin concesiones un recuento de los sufrimientos que todas y cada una de las religiones han infligido a la humanidad a lo largo de la historia: persecuciones, masacres, guerras, violencias de todo tipo, torturas y odios, frustraciones inmensas, infancias pobladas de íncubos, destinos irremediablemente consignados al miedo y la ignorancia. El Antiguo Testamento está plagado de ejemplos espantosos y el islamismo ha recorrido una nefanda trayectoria de intolerancia y fanatismo. Todas las religiones han sido en ese sentido lo mismo. La idea de la existencia de Dios es para él no solamente equivocada sino mortífera. Esa creencia no sólo es un espejismo, una ilusión, sino en sí misma perniciosa. Ser un ateo, en cambio, es el logro de una aspiración espléndida de adultez, libertad y claridad.
Esas ideas son similares a las de Christopher Hitchens, un pensador y publicista a quien la revista "Time" ubicó séptimo entre sus "Cien personas influyentes del mundo". Calificado como un campeón del "New Atheism", Hitchens se declara un creyente en los valores filosóficos del Iluminismo. Sostiene que el concepto de un Dios es una creencia totalitaria que destruye la libertad individual. La ciencia debería reemplazar a la religión como medio de enseñanza de la ética y de los fundamentos de la civilización humana. Cuando apareció "God is not Great" fue citado por un crítico católico como "un campeón de la polémica cultural, singularmente inteligente, espirituoso, ferozmente sarcástico y también, por todos estos motivos, extraordinariamente insidioso". El libro, según la misma fuente, "emana olores de azufre", pero, avisa el crítico, "prestemos atención a este panfleto de la nueva "Ateología" que se extiende como una moda en las publicaciones del mundo".
En cuanto a lo personal. Hace un par de semanas se publicó en "La Nación" la extensa nota de un colaborador titulada "Un rebelde natural" en la que se reseñan la densísima actividad pública de Hitchens y las circunstancias de su actual condición, última etapa de enfermo terminal de cáncer. Él manifestó, con humor, que "pasa esta última temporada en 'Tumourville', una ciudad que no exige visa a sus turistas". Se cuenta que rechaza el consuelo de la religión, ya que en lugar de ella cree absolutamente en la ciencia y el apoyo de la familia y los amigos. Imposibilitado de concurrir hace unos días a la reunión de la Conferencia Atea Estadounidense, les dijo a sus colegas en una carta: "Nuestras armas son la mente irónica contra la mente literal, nuestra mente abierta contra la mente de los crédulos, la búsqueda de la verdad contra las fuerzas que siembran temor y sostienen que ya tenemos toda la verdad que necesitamos tener".
(*) Doctor en Filosofía