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El mundo multipolar, en veremos

*Por Jorge Riaboi. Quienes ejercen el poder todavía no se atreven a un auténtico liderazgo multipolar. Sus gestos apenas limitan las versiones más nocivas de la tentación unilateral, en un marco que confirma que no hay sustitutos eficientes a la cooperación global.

Una reciente visita del doctor Javier Solana a Buenos Aires sirvió para recordar que, contra lo previsto, el mundo no alcanzó el "fin de la historia". Para bien o para mal las sucesivas crisis conviven con las formas tradicionales de concebir la política (muy a despecho del "que se vayan todos") y la globalización mantiene su inexorable vigencia .

Solana dijo que la realidad de estos meses coincide poco y nada con la que imaginaron los académicos o, lo que es peor, con los criterios de quienes todavía gobiernan sin entender a fondo el derrame de la crisis que devasta las finanzas, la energía, la seguridad alimentaria, el clima y las avenidas centrales de la seguridad internacional. Síntoma de ello es la continua proliferación y contagio de ciertas manifestaciones poco elaboradas de insatisfacción social (Indignados), la aparición habitual de áreas de conflicto armado y el modo en que se incuban los intereses de la droga en las instituciones del Estado.

En este proceso la dirigencia no termina de captar cómo son transferidas las funciones del Estado a grupos sin contención efectiva (que recaen en ONGS, redes sociales, el comercio de grandes unidades económicas, etc).

En estos días los riesgos de seguridad cubren distintas formas de amenaza nuclear y están presentes en las zonas calientes del planeta, como los movimientos que acabaron con antiguos regímenes del Norte de África; en la deliberada indiferencia con que se recibió la inesperada "pacificación" de Bahrein; la impredecible marcha de las siempre álgidas relaciones bélico-competitivas que hay entre la India y Paquistán; las limitaciones que existen para resolver casos especiales como el de Corea del Norte, Irán y Siria, o el sensible mecanismo geopolítico que rodea a los ásperos vínculos que sostienen Japón y China, de los que surgió, en el 2009, la actual escasez de "minerales raros" que tiene en vilo al desarrollo de las industrias mundiales de equipamiento electrónico, militar (misiles), informático, comunicacional (iPod) y a gran parte del complejo automotor.

Es, definitivamente, un mundo que registró con poca ansiedad las ambiciones de poder de los países del Grupo BRICS, algo que todavía no se refleja en un cambio de mando en los espacios que desatienden Estados Unidos y la UE.

Ninguno de estos hechos ha superado, hasta ahora, el intento de restringir ligeramente las versiones más nocivas de la tentación unilateralista.

Sería ingenuo suponer que uno oyó, de Solana, las reacciones de un ermitaño de la política . El es otro peso pesado de una elite que congrega a hombres tan carismáticos como el ex Presidente de la Comisión de la Comunidad Económica Europea (hoy Unión Europea) Jacques Delors y al ex Presidente Felipe González.

Nadie puede ignorar que sus reflexiones son fruto de una brillante trayectoria en la cúpula del gobierno español, en la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) y en la conducción de las Relaciones Exteriores de la Unión Europea. Solana llegó a la Argentina en el marco de una iniciativa que lanzaran, conjuntamente, otro gran protagonista del cambio, Enrique Iglesias, y el Consejo Argentino para las Relaciones Internacionales (CARI).

A pesar de su maravillosa espontaneidad, los diálogos relatados no bucearon en los orígenes de cada cataclismo. En ningún momento se aludió, por ejemplo, a las decisiones humanas que llevaron a la destrucción del clima .

¿Es que ya llegó la hora de aceptar que las emisiones que dañan la atmósfera deben corregirse modificando de raíz los enfoques políticos que llevaron a la Europa moderna a tener una de las agriculturas más depredadoras y contaminantes que surgieron en el planeta? Aunque nadie intenta objetar el sentido de la decisión de la ONU orientada a proteger vidas en Libia, ¿es lógico descartar el riesgo de que algo que empezó como una gesta humanitaria pueda devenir en un modelo de paz antagónico a los intereses permanentes de la geopolítica europea? ¿Hay motivos genuinos para creer que el Norte de África no incubará otro Afganistán? Estas y muchas otras preguntas sin realizar indican que la agenda de Solana e Iglesias no se agotó con los aplausos. Sólo cayó la primera hoja.