El mito de los argentinos transgresores
Nuestros serios analistas quieren convencernos que somos los peores. Sabemos que eso es falso y cínico.
La mayoría de los analistas políticos del establishment instaló la falsa creencia que los argentinos somos los peores del mundo a la hora de respetar normas y leyes. Lo instalaron y todos los días agregan elementos para abonar esa falsa creencia. El objetivo es simple: el poder sueña con pueblos dóciles y obedientes a límites exasperantes. No somos los mejores, pero tampoco somos peores.
Somos 45 millones de argentinos y pretender calificarnos de transgresores a 2000 automovilistas que frenaba la policía para desalentar los viajes a la costa por el fin de semana es de una falsedad irritante. La mitad de esos ciudadanos pasan habitualmente a esa hora para ir a la decenas de miles de casas que hay en ese corredor de la ruta 2 y sus derivaciones. La falsedad de ese operativo por el que demostraban que los argentinos no respetan las normas quedó claro cuando por la noche se veía Mar del Plata desierta como si hubiera caído una bomba neutrónica. No había turismo rebelde.
También se viralizó una larga fila de autos apelotonados en la zona del peaje del ramal Pilar de la Panamericana. Aunque todos hubieran supuestamente querido ir a las casas de los barrios y countries no representan ni el más mínimo porcentaje de los 45 millones de argentinos. Además no dicen que pasando el peaje viven 400.000 personas en el ese área. Pero recién habían transcurrido 15 horas de del comienzo de la cuarentena. Eso y otros insignificantes episodios transgresores, más cerca de la ignorancia que de la rebeldía y la desobediencia, era suficiente material para que los analistas serios afirmen que los argentinos somos hijos de la anomia.
Falsedad absoluta. Los argentinos paramos en los semáforos, votamos en las elecciones, queremos y respetamos a nuestras madres, pagamos impuestos insoportablemente saqueadores, nos resignamos a tarifas de servicios más altos que Estados Unidos, respetamos los próceres, sabemos el himno...
Nuestros serios analistas quieren convencernos que somos los peores. Sabemos que eso es falso y cínico. Los mejores no somos. Pero nadie puede decir quiénes son los mejores sin equivocarse de medio a medio.
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