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El milagro del ojo de plástico

De niño perdió el ojo derecho, le tapaban el izquierdo pero aún así podía leer e identificar objetos. Predicó toda su vida demostrando este "milagro".

Mientras navegaba por el foro de una importante revista internacional de Ilusionismo, me encontré con el mensaje de un mago solicitando copia de un show televisivo de 1980, "That´s Incredible!", en el que había actuado el gran mentalista Glenn Falkenstein (1932-2010). La asociación fue inmediata, no sólo recordaba esa participación sino que la grabación de ese programa también formaba parte de mi videoteca.

¿Qué tenía de especial esa emisión televisiva? Un doble valor, por un lado el espléndido acto de Falkenstein y, por otro, la presentación de un supuesto caso milagroso cuyo protagonista era el Reverendo Roscoe Ronald Coyne (1943-1994).

El preámbulo que hicieron dos de los conductores no pudo ser mejor. Con gran dramatismo Fran Tarketon anunció: "El sentido común me dice que una persona no puede ver sin los ojos, pero en Tulsa, Oklahoma, hay un hombre que asegura que la fe lo ha hecho ver". Y Cathy Lee Crosby prosiguió: "Todo empezó con un trágico accidente en la niñez. Ronald Coyne nos pide que creamos que puede ver con un ojo que ya no posee".

El anticipo sin duda era atractivo y, a la vez, paradójico. ¿Quién sería este señor tan especial tocado por la varita mágica de Dios? No en vano se jactaba en sus posteriores prédicas que "Ningún hombre puede hacer estas cosas, solamente si Dios está con él. Amén."


"No hay peor ciego que el que no quiere ver"

Este es el mensaje religioso que, aparentemente, quería transmitir Ronald Coyne  con su caso. En 1950, cuando tenía 7 años, dañó su ojo derecho mientras jugaba con un alambre de púas. Sus padres lo trasladaron de inmediato al St. John´s Hospital de Tusla (EE.UU.), fue intervenido quirúrgicamente pero no hubo forma de salvarle el ojo. Los cirujanos se vieron obligados a extirparlo totalmente y reemplazarlo por una prótesis ocular removible de plástico.

Un año después concurrió a una "Cruzada de Salvación y Sanidad" de la pastora evangélica Daisy Gillock y estuvo entre los tantos fieles con alguna afección que subieron al escenario para ser beneficiados con un milagro. La milagrera -sin percatarse de su prótesis ocular- rezó para que "en el nombre de Jesús" le fuera restaurada la vista. Y, ¡Aleluya!, el prodigio se produjo.

"¡Dios escuchó la oración de fe! Ronald comenzó a ver objetos. Primero podía ver escalones, luego el micrófono, y después pudo contar sus dedos", relató su madre, Lydia Evelyn Coyne, en el libro "Cuando Dios le sonrió a Roland Coyne" (1952). "De repente, supe que podía ver con el ojo de plástico. La Hermana Gillock puso su mano sobre mi ojo bueno y levantó la mano. Yo veía que ella tenía tres dedos sobresaliendo. Hizo algunas cosas y pude ver igual como si lo hiciera con mi ojo bueno", señaló Ronald en una entrevista al Tusla World Newspaper (29-06-1951) consignada en dicho libro.


Y bien, a partir de ese momento Ronald pasó a ser la gran atracción de muchos templos evangélicos y medios periodísticos. Ya no era suficiente que le cubrieran el ojo sano con una mano y comenzó a cubrirlo con un pañuelo y cinta adhesiva para evitar suspicacias. "El Milagro del Ojo de Plástico" recorría los titulares y, con los años, Ronald viajó por diferentes países combinando la prédica religiosa con demostraciones de lectura de documentos, tarjetas, folletos, etc.


Haciendo alarde de su milagrosa habilidad, cinco años antes de su muerte declaraba en una entrevista con el periodista Ross Johnson: "Nadie puede entender esto. Algunas personas intentan combatirlo. Pero todo el mundo coincide en que nunca han visto algo igual. Yo diría que el 99 por ciento de ellos lo acepta como el milagro divino que realmente es." [Weekly World News, Agosto 15, 1989]

Por ese tiempo, según se desprende del titular del tabloide y otros testimonios, presuntamente había reemplazado el ojo plástico por uno de vidrio. Para el caso, ya poco importa si el ojo era de plástico o de vidrio puesto que Ronald seguía haciendo lo suyo con igual eficiencia y, además, se supone que la visión provenía de la cavidad orbitaria que albergó al globo ocular extirpado. El falso ojo era removible y, antes de comenzar con su "lectura sin ojo", dejaba claramente expuesto dicho hueco.


 

En el país de los ciegos el tuerto es rey

Si desmenuzamos la declaración que Ronald hizo para el Weekly World News, veremos por donde viene la gran mentira.

1)    "Nadie puede entender esto": MENTIRA. Si hay alguien que lo entiende es un ilusionista que conoce perfectamente cómo funciona este truco.

2)    "Algunas personas intentan combatirlo": VERDAD. Es obvio porque lo de Ronald era un fraude.

3)    "Pero todo el mundo coincide en que nunca han visto algo igual": PARCIALMENTE CIERTO. Si se refería a alguien que le faltara un ojo y se dedicara a hacer este truco diciendo que era un milagro, entonces es verdad. Pero si apuntaba específicamente al truco (que él llamaba milagro), es mentira porque desde siempre forma parte del repertorio de muchos magos e, incluso, presentado de manera más espectacular. Eso sí, con fines de entretenimiento y no de milagrería.

4)    "Yo diría que el 99 por ciento de ellos lo acepta como el milagro divino que realmente es": PARCIALMENTE CIERTO. Si contaba con los fanáticos religiosos que acudían a los templos evangélicos para que los convenza de su milagro, entonces puede ser que la cifra aumente al 100%. Pero si se refería al público en general, veremos que el porcentaje debiera ser ínfimo.

¿Por qué digo esto? Muy simple, en ese memorable episodio televisivo de "That´s Incredible!" comentado al comienzo y que, cabe aclarar, no era precisamente un programa que se caracterizaba por el escepticismo, se produjo una gran excepción cuando se incluyó la participación de Glenn Falkenstein. El mentalista presentó con maestría su acto de "visión sin ojos" para demostrar que el "milagrito" de Ronald Coyne no era más que un viejo truco muy bien conocido por los magos. No te pierdas esta joyita de colección porque no la encontrarás en otro sitio y menos aún comentado o acompañando los videos que suben los ciegos adoradores del rey tuerto.