El mensaje de los "indignados"
Las recientes movilizaciones populares en España estuvieron lejos de plantear un reclamo extorsivo en favor de prebendas.
Es curioso que las movilizaciones en España no hayan sido para exigirle algo al Estado, sino, justamente, para retribuirle los servicios prestados. En la Argentina, los innumerables piquetes diarios de distintos sectores, con cortes de calles de tono faccioso y sin ningún respeto hacia el prójimo, a diferencia de España, suelen apuntar a todo lo contrario: a reclamarle al Gobierno, cual sinónimo del Estado, más y más subsidios y prebendas, sin medir las consecuencias ni evaluar de dónde proviene el dinero, que, en reiteradas ocasiones y más aún en un año electoral como el actual, se reparte alegremente sin ningún control.
Los "indignados" españoles, a diferencia de los enmascarados que muchas veces atentan contra el mobiliario público en Buenos Aires, hicieron un culto de la revolución pacífica, más allá de que haya habido incidentes en los intentos de desalojarlos en Barcelona y Valencia. En las plazas, comenzando por la Puerta del Sol, en Madrid, y la Plaza de Catalunya, en Barcelona, se organizaron de modo tal que hasta montaron eficaces cuadrillas de limpieza y brindaron otros servicios.
Las convocatorias surgieron por medio de Internet. La primera gran concentración se produjo en forma simultánea en más de 50 ciudades. Tan sorpresiva fue su irrupción, a una semana de las elecciones autonómicas y municipales en las cuales resultó derrotado el oficialista Partido Socialista Obrero Español (PSOE), que ni los políticos estaban preparados para valuar el fenómeno en su real dimensión.
Unos creyeron que los "indignados" estaban contra el sistema; otros optaron por ignorarlos. Cometieron un error en ambos casos. Nadie osó rebatir la razón de su desaliento: la corrupción rampante en la política, la falta de oportunidades y las deudas hipotecarias por las cuales muchos españoles compraron sus viviendas durante la llamada burbuja inmobiliaria de los últimos años y temen ahora perderlas.
De las autoridades esperan los "indignados" (nombre adquirido del libro ¡Indignaos! , del héroe francés de la resistencia contra el nazismo Stéphane Hessel) una cuota de comprensión y, desde luego, ayuda.
Esa ayuda, sin embargo, no se traduce en un reclamo casi extorsivo a un Estado que, en apariencia, debe hacerse cargo de todo. Es otra diferencia fundamental con la Argentina: la educación cívica.
En España, los ciudadanos de cualquier clase social dan muestras de saber que se pagan impuestos y que la recaudación no es para repartir, sino para mantener servicios que de otro modo no podrían funcionar con la calidad con la cual lo hacen, como la salud y la educación.
Después de las elecciones del 22 de mayo, tanto el Partido Popular (PP), que se alzó con la victoria, como el perdidoso PSOE se abocaron a discutir candidaturas de cara a los comicios presidenciales del año próximo en lugar de ponerse en los zapatos de aquellos que, sin ser solamente jóvenes, colmaron las plazas en demanda de respuestas que todavía no han recibido.