El lobby patriótico
Con arrojo Clarín se juega por el gobierno que aprueba la fusión Cablevisión-Telecom.
escribe Oberdán Rocamora
Redactor Estrella, especial
para JorgeAsísDigital
Para la presión intensa -también llamada "apriete"- El Profesional está mejor preparado que El Sobrinito.
Pesados que compiten, a su pesar, por la sucesión de Héctor Magnetto, El Beto, que atraviesa la grave tendencia hacia la eternidad.
El último que quiso enfrentarlo estaba seguro de su partida. Fue Néstor, El Furia. En colaboración sutil con Raúl Moneta, El Rulo.
El que finalmente partió fue Néstor. Mientras tanto El Rulo, fuera de juego, se quedó con la mirada perdida en el horizonte que no distingue.
Bien formado, flaco, mezcla de Jeff Chandler con el doctor Raúl Madero, El Profesional es el clásico lobbysta del Grupo Clarín. Con la experiencia para enarbolar la coherencia empresaria. También sobrevivió a la ofensiva del "sistema" que no pudo doblegarlos. El sistema que Néstor, "El Presi", les puso en contra.
En su momento acompañaron a Néstor, hasta que les aprobara la fusión Cablevisión-Multicanal.
No sorprende ahora que la prioridad sea acompañar a Mauricio, hasta la aprobación del penúltimo invento.
La megafusión Cablevisión-Telecom.
Todo es historia
Desde que expulsaron a empujones a los desarrollistas, referenciados en Rogelio Frigerio, El Tapir (abuelo de El Tapirito), las alianzas empresarias y fusiones signaron el ascenso del Grupo.
Atrás quedaron logros nada menores de El Profesional. La apodada Ley Cultural, obtenida durante el gobierno transicional de Eduardo Duhalde, un presidente de La Casa. Considerado el máximo benefactor de Clarín. Al extremo de anunciarse la estatua de bronce al Gran Bañero, en Tacuarí y Caseros.
Pero en materia benefactora, Duhalde fue superado, por goleada, por Macri, quien se ganó el derecho a una estatua superior. Como golfista. En oro.
Para la anécdota queda la semana vibrante del presidente Adolfo Rodríguez Saa. Cuando la delegación de la Asociación Empresaria Argentina, AEA, con El Profesional entre ellos, fueron a plantearle la alternativa inexorable de la devaluación. El fin de la convertibilidad.
Pero El Adolfo, que entonces se codeaba con próceres y ángeles, les dijo que no. E intentó, romántico, convencerlos. Lo desmantelaron en dos días.
Fue inútil que El Adolfo pidiera el apoyo de los gobernadores para la errónea reunión de Chapadmalal. Bastaron para desalojarlo 25 caceroleros de pantalón corto y ojotas. Y lo sucedió el senador Duhalde.
Moraleja: los empresarios tuvieron la devaluación que los rescataba. Después la pesificación asimétrica que los arrastraba hacia la gloria, mientras millares de desgraciados se hundían.
Pero el combo Duhalde venía con la trampa de Kirchner de postre. Insaciable y duro como el jefe de El Profesional. Magnetto.
Nalgas a merced
Kirchner lo llevaba esposado a Magnetto con la megafusión Cablevisión-Multicanal (que hostigaba la irritante doctora Gils Carbó).
Fue aprobada después de cuatro años. Pero Magnetto ahora no tiene cuatro años para esperar que Macri le apruebe la fusión Cablevisión-Telecom.
Componenda que el paisano Carlos Slim, mejicano de Claro, y los directivos de Telefónica, veían venir desde que los profesionales pretendieron colarse para despachar el 5G. Y sin poner los 1.500 palos verdes que pusieron los españoles de Telefónica y el Paisano. La componenda estaba cantada. Telecom era de David Martínez, otro mejicano socio a su vez de Magnetto en Cablevisión.
Sólo había que sentarse a esperar. Y que el Ministerio de Comunicaciones, a cargo del Intocable Oscar Aguad, cumpliera, e hiciera los deberes. Tareas para el hogar.
Congelar, en principio, la Ley de Medios, que tanto reivindicaban Mariotto, Sabbatella y la doctora Peñaflor.
Facilitarle el acceso a Clarín para convertirse en la "Gran Telco del Sur" (sobre todo sin ponerla).
Resolver (mal) la cuestión pendiente y familiar del Correo.
Para transformar después el ampuloso ministerio en franciscana secretaria. Cumplido el objetivo, servía para situarlo entre los trastos institucionales que suele amontonar el Ministro Andrés Ibarra, el modernizador de lo desconocido.
Falta apenas liquidar la Enacom, próxima ONG. Y legitimar la fusión que sólo puede llevarse adelante con el presidente de la casa, un buen amigo con las nalgas a merced.
La frontera del ridículo
Nadie debe sorprenderse si El Profesional, sale a socorrer al gobierno. Cuando lo percibe empantanado, desbarrancado y en banda. Con la ley previsional que se les caía por mala praxis política. Después de haber franeleado el gran acuerdo con los gobernadores y los senadores.
Sin embargo los gobernadores del Peronismo Perdonable no pudieron convencer a sus diputados para que apoyaran la ley, como habían prometido.
Es que ya estaba instalado que la ley perjudicaba a los jubilados. Y los voceros voluntaristas del macrismo se esmeraban en los detalles técnicos, sin percatarse que el problema era político.
Equivocadamente, en su sobreactuación, Macri jugaba su destino con la ley. E instruyó a la señora Bullrich, represora repentina, para que mil gendarmes los cuidaran, amontonados en la frontera del ridículo.
Lejos de disuadir, los gendarmes, marcianos en la gran ciudad, eran carniceros soviéticos que estimulaban la actuación de los doce diputados. Kirchneristas, massistas y dondistas, que los enfrentaron.
El bochorno expresionista de los piedrazos y los balazos gomeros fue televisado en directo. El presidente de Cámara de Diputados adquirió cierta trascendencia internacional al tirar un corto hacia el aire, poco antes que la real Conductora del Colectivo Cambiemos, la señora Elisa Carrió, decidiera levantar la sesión y destrabara, en simultáneo, el conflicto irrisorio. Con la promesa del bono para los jubilados, que sorprendía a sus conducidos. Los vacunaba.
La ley ahora se va a aprobar, para celebrarla con euforia, con los sombreros al aire. Como si derrotaran -otra vez- al kirchnerismo.
Decisiones de gobierno
El Profesional, apoyado por El Sobrinito, trató de influir sobre cinco gobernadores. Es legítimo que todos lo nieguen con énfasis, aunque no resistan la simpleza de un tuit.
Cuatro peronistas perdonables y el socialista mormón ya estaban decididos a embocar patrióticamente a los jubilados. Aunque sus diputados, con algún recato, no les hicieran caso.
Debían volver pudorosamente a sus provincias sin arriesgarse al escrache colectivo. O a que cualquier jubilado le dijera:
"Me estafaste, no te voté para que me garques".
El Profesional se comportó como un lobbysta patriótico.
Clarín necesita que pase esta ley berreta para que el gobierno se consolide y no se caiga nunca. O por lo menos antes que, en Defensa de la Competencia, se apruebe la fusión con que el Grupo se juega la dinámica del ascenso, mientras los gobiernos pasan y Clarín queda, cada vez más imbatible y fuerte. Listo, siempre, para tomar las decisiones de gobierno que correspondan.