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El legado de Oscar Alvarado

Con la inauguración, en La Matanza, de la escuela que lleva su nombre, se homenajea a una extraordinaria persona.

Pocos días atrás se inauguró la Escuela Crecer en Libertad-Oscar Alvarado, en el Barrio La Juanita, de la localidad de Laferrère, en el partido de La Matanza. La concreción de este esfuerzo compartido encierra una aleccionadora historia de encuentros, superación y convivencia solidaria.

Se inició hace cuatro años, cuando la gente del campo salió a las rutas a protestar por los aumentos en las retenciones dispuesta por la controvertida resolución 125. Se produjo, entonces, un encuentro inesperado entre quienes venían utilizando desde hacía tiempo esa forma de protesta y quienes por primera vez se volcaban a las rutas. En aquella convivencia entre hombres y mujeres que creían no tener nada en común se encontraron puntos de conciliación. Se organizaron reuniones de hasta 300 personas en la sede de la Corriente Clasista y Combativa (CCC), en La Matanza, y también en la del Movimiento de Trabajadores Desocupados (MTD), ubicado a pocas cuadras de distancia. Los prejuicios fueron dejando lugar a la comprensión de que todos los ciudadanos compartimos un destino común y de que es posible trabajar mancomunados para enaltecerlo. Así fue que los denostados productores rurales, los temidos hombres de la CCC y los desocupados de Toty Flores, junto a diversas ONG e instituciones que se sumaron a los debates, empezaron a trabajar en proyectos comunes.

Una nueva oportunidad de esfuerzo conjunto surgió en 2009, cuando el Gobierno decidió adelantar las elecciones dejando a los partidos opositores con escaso tiempo para organizarse. Así, los nuevos socios decidieron colaborar en el reclutamiento y entrenamiento de fiscales, lo que dio origen a la Red Nacional por la Transparencia Electoral "Soy Fiscal", a la que nos referimos días atrás en estas columnas.

La tenacidad de uno de los protagonistas de ese fenómeno social, ejemplo cabal del hombre de campo, se destacaba por el generoso y contagioso impulso. Oscar Alvarado ya había demostrado ser un emprendedor innovador exitoso en la actividad agropecuaria y de activa participación en la Asociación Argentina de Consorcios Regionales de Experimentación Agrícola (Aacrea). Dirigía la empresa El Tejar, que sembraba el año pasado más de 930.000 hectáreas en la Argentina, Brasil, Uruguay, Bolivia y Paraguay. Movido por su compromiso cívico y espíritu solidario, alejado de cualquier prejuicio, visitaba regularmente La Juanita para reunirse con sus líderes Silvia y Toty Flores. Para ellos, Oscar era un hombre que afanosamente buscaba, y siempre encontraba, soluciones para cada problema, con entusiasmo y optimismo, con capacidad para sumar más gente a los fines que perseguía.

El 8 septiembre de 2010, Alvarado falleció de manera inesperada. Con apenas 50 años, muchos de sus sueños ya se habían cumplido, pero su capacidad de soñar era tan grande que muchas otras ilusiones aún esperaban concretarse.

Su proyecto no quedó trunco. Las voluntades que habían trabajado junto a él para mejorar La Juanita dieron origen a la Fundación para la Integración Social Oscar Alvarado.

A fines de 2010, en la comida de recaudación de fondos que tuvo lugar en el predio de la Sociedad Rural Argentina, las madres del barrio La Juanita sirvieron a unas 800 personas del campo y la ciudad. Se juntaron 2.000.000 de pesos para afrontar la primera etapa de construcción de una escuela con el objetivo de proveer una educación gratuita de calidad para los habitantes de uno de los barrios más humildes y densamente poblados del conurbano bonaerense.

Y el 2 de mayo pasado, a ocho meses de la desaparición de Alvarado, se inauguró la escuela que lleva su nombre. Aulas equipadas con aire acondicionado, jardines, plantas y hasta un mural participativo que, según Silvia Flores, promueve no sólo la creatividad en libertad de los niños, sino también un espíritu crítico para que puedan plantear y resolver problemas debatiéndolos con el prójimo.

La Fundación para la Integración Social se propone apoyar la acción de nuevos líderes comunitarios con rectitud e intención y vocación de servicio, aun con visiones diferentes de la realidad. La propuesta no es imponer las propias convicciones, sino colaborar en la promoción de una clase dirigente merecedora del respeto, la confianza y el apoyo de todos los ciudadanos, sea cual sea su situación socioeconómica, su modelo cultural, sus expectativas y su ideología.

Suele atribuirse a Bertolt Brecht el haber dicho: "Hay hombres que luchan un día y son buenos.

Hay otros que luchan un año y son mejores. Están quienes luchan muchos años y son muy buenos. Pero están los que luchan toda la vida; esos son los imprescindibles". En una época en que la controversia y la desunión parecen estar a la orden del día, muchas veces provocadas por el propio Gobierno, el ejemplar testimonio de vida y la obra de Oscar Alvarado devuelve para la Argentina atribulada un mensaje esperanzador.