El laberinto opositor
*Por Edgardo Alfano. El escándalo Schoklender no hizo más que poner en superficie una clara muestra de lo que es hoy la oposición en la Argentina. Fragmentada, sin un liderazgo claro y con un futuro incierto.
No sólo frente a las elecciones presidenciales del 23 de octubre, sino de cara a un Congreso que podría quedar bajo control kirchnerista.
La apatía en la que está envuelta la campaña electoral tiene un par de motivos a la vista.
Por un lado, la certeza que todos tienen de que Cristina Kirchner ganará en primera vuelta y que, según parece, amenaza con sacar más del 50% de los votos que ya alcanzó en las Primarias. Y por el otro, los enfrentamientos internos que hay entre las principales fuerzas de oposición, con excepción del Frente Amplio Progresista, que busca hacer más conocido al gobernador socialista de Santa Fe, Hermes Binner, para alcanzar el segundo lugar en las presidenciales.
La alianza que unió al radical Ricardo Alfonsín y al peronista Francisco de Narváez trata de tapar las fisuras pero no logra, producto de varios factores, encontrarle la vuelta a una caída del candidato presidencial .
La interna radical sigue en efervescencia. Los mendocinos impulsan un corte de boleta. Hay quienes no le terminan de perdonar a Alfonsín la alianza con el empresario y hay una porción de los votantes de UDESO, difícil de determinar, que amenaza con emigrar a las filas de Binner.
Para colmo, siguen avanzando las negociaciones entre De Narváez y los hermanos Rodríguez Saá, que se podría cristalizar en caso de que se ratifique la imposibilidad del Adolfo de presentarse para gobernador bonaerense. De Narváez aspira a que los votantes del Alberto para presidente corten boleta y lo apoyen en su cruzada para ser la más elegido en Buenos Aires, después de Daniel Scioli.
Por el lado de Eduardo Duhalde y la Unión Popular, las cosas no están mejor. El ex presidente busca detener la fuga de votos luego de no haber podido quedarse con el principal lugar de la oposición, detrás de Cristina Kirchner y su relación con su compañero de fórmula, Mario Das
Neves, parece haber sufrido los efectos de las Primarias a partir de algunas críticas hechas por el gobernador. Para colmo, los Rodríguez Saá salieron a la caza de votos duhaldistas en la provincia más poblada del país.
Quizás como resultado de esa situación, Duhalde ha coronado como el principal vocero de su fuerza al candidato a gobernador bonaerense, Eduardo Amadeo, que cumple ese rol no sólo ante los medios de comunicación, sino en el Congreso, desde su banca de diputado nacional.
En este revoltijo opositor volvió a escena Elisa Carrió para ponerse al frente de la campaña de una Coalición Cívica que no deja de pasarle facturas por la mala elección del 14 de agosto.
Si hasta su fiel aliada Patricia Bullrich aparece por momentos sacando los pies del plato, aunque luego vuelve a ponerlos ante la posibilidad de ser la única diputada que resulte electa en territorio porteño.
Como no podía ser de otra manera, en este confuso escenario se mueve la iniciativa para llevar a Sergio Schoklender para que cuente todo lo que sabe en una reunión de las comisiones de Asuntos Constitucionales y Vivienda.
El Frente para la Victoria se opuso desde un principio. El gobierno le quiere bajar el tono a la pelea con Schoklender por el escandaloso manejo de fondos girados a la Fundación Madres de Plaza de Mayo, para la construcción de viviendas. El problema para el kirchnerismo derivó en una causa judicial sobre la que está sentado el juez federal Norberto Oyarbide, quien prorrogó el secreto del sumario a pesar de las protestas del ex apoderado de las Madres.
En la Casa Rosada no quieren que el tema se siga ventilando por los medios y en ese sentido se mueven funcionarios y gente de prensa adicta al gobierno.
Sobre todo porque este escándalo pone sobre la mesa, por impulso del propio Schoklender, un área que siembre fue cuestionada en los gobiernos de Néstor y Cristina Kirchner.
La de obras públicas y el polémico y denunciado desempeño de su titular, José López, a quien Schoklender denunció por coimero.
López, si bien siempre reportó directamente a Kirchner, pertenece a un área cuyo jefe es el ministro de Planificación Julio de Vido.
Quizás por esa razón, el kirchnerismo de diputados alentó, desde las sombras, las divisiones de la oposición, luego de que el Frente Amplio Progresista, cuestionara la convocatoria a Schoklender, que tiene el sello del radicalismo y la mayoría del peronismo disidente.
Desde la UCR y el Peronismo Federal, siempre se vio con desconfianza a los socialistas por una posición que, por momentos, aparece ambigua frente al gobierno nacional.
Sin embargo, frente a la citación de Schoklender, cerraron filas con los hombres de Hermes Binner, sus aliados del Frente, el GEN de Margarita Stolbizer, Libres del Sur de Humberto Tumini y Victoria Donda, Unidad Popular de Víctor de Gennaro y el Frente Cívico de Luis Juez.
Si bien cuestionan duramente a Schoklender, dicen que no quieren quedar atrapados en una pelea entre el ex protegido de Hebe de Bonafini y la Casa Rosada. Aunque, finalmente, Binner convenció a sus diputados de estar cara a cara con Schoklender.
Así planteadas las cosas, Cristina Kirchner sigue de campaña bajo el paraguas de la gestión de gobierno y parece blindada ante cualquier escándalo, aunque sea de corrupción.
Después de todo, los argentinos parece que nos vamos acostumbrando a que todo sea normal.
A que nadie pague ante la justicia por contrabandear armas al Ecuador y Croacia y que Carlos Menem hoy tenga una candidatura para continuar como senador nacional por La Rioja, bajo la bendición kirchnerista, a pesar que el propio Néstor Kirchner fue quien reactivó esa causa judicial.
Todo sea por un puñado de votos.