El juego de la silla que nadie quiere ganar
Pasó casi una semana desde la renuncia de la ministra de Justicia Marcela Losardo. Circulan muchos nombres, pero el apuro de algunos de nombrar un ministro combatiente, contrasta con la parsimonia del Presidente que, por lo visto, se tomará un tiempo más.
La salida de la ministra de Justicia, una de la lista de los funcionarios que no funcionan, según la vicepresidenta, era un secreto que todos conocían y el discurso del Presidente en la apertura de la Asamblea Legislativa, selló el destino de Losardo. Fue una crítica constante al mal funcionamiento de la Justicia Federal, donde precisamente los problemas del pueblo (o sea, la gente normal) difícilmente someta sus pleitos allí. Que la justicia no funciona lo sabemos todos, ¿cuánto tarda un juicio por reajuste jubilatorio? ¿Cuánto tarda un desalojo o una usurpación? Muchos años, plata y mala sangre.
Los problemas de Cristina con la Justicia son muchísimos. Algunos complicados, otros no tanto. Pero lo concreto es que todas instancias le indican que se equivoca en el abordaje de esos pleitos. Error de cálculo, de procedimiento, pero mucho más de criterio jurídico. Sólo como ejemplo y para traer un poco de luz, puedo señalar como terminó sus días Carlos Menem, en libertad y siendo senador nacional.
La guerra de guerrillas a Cristina le ha costado una decena de procesamientos y con seguridad más de una condena tiene por delante. Pero estoy seguro de algo: con otro abordaje, el resultado sería distinto.
Los jueces se ríen de las bravuconadas del Presidente. Total, sentados esperan que lleguen las causas que pronto llegarán. En la Corte Suprema de Justicia, otro tanto. La pirotecnia, difícilmente alcance a los jueces.
Mientras tanto, los mortales asistimos a este espectáculo sin entender: mujeres que mueren a manos de los femicidas, padres que no pagan las cuotas alimentarias y demás desventuras que nos pasan a todos. Pero los funcionarios con presupuestos enormes, que en general usan para patrocinar, festivales, talleres, etc, y dineros que nunca llegan a quien realmente los necesita, hablan para la tribuna o sacarle en traste a la jeringa, le reclaman a la Justicia.
Todo comienza, según los gobernantes, en la mala administración de la Justicia, que seguro la hay, pero tampoco existe una política de estado coherente, con las necesidades del día a día de la gente de a pie. Con lo cual, la silla del ministerio es un lugar que muy pocos quieren. Sino combaten, serán un recuerdo, como la ministra saliente.
Igualmente les cuento, que como premio consuelo se va a Paris como embajadora con 15 mil dólares mensuales de sueldo, ¡QUÉ HERMOSO CONSUELO!…
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