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El horror de un experto en horrores

Por Ricardo Roa. Recién se tienen algunas fotos, todavía falta la película. Pero con lo que ya hay alcanza para asombrarse. Asombrarse es una manera de decir; tal vez más apropiado sería decir asustarse.

Nota extraída del diario Clarín

El primer protagonista de esta historia es un psicólogo de 54 años cuyo nombre se mantiene en reserva y que trabaja desde hace unos veinte años en organismos oficiales sin que nadie hubiera advertido que se trataba de un violador serial y asaltante.

Fue descubierto por una de sus víctimas mientras hacía cola para entrar a una disco y por absoluta casualidad.

El caso asombra por eso, porque saltó por un encuentro fortuito y asusta porque el violador hubiera seguido violando. Pero sobre todo porque era un psicólogo que entre otras cosas atendía o había atendido a víctimas de agresiones sexuales, nada más y nada menos.

Justamente un violador encargado de asistir psicológicamente a personas violadas.

Se supo que pasó por diferentes áreas de derechos humanos. La última de ellas fue la Dirección Nacional de Readaptación Social, donde entrevistan a presos que están a punto de recuperar la libertad.

También se supo que el psicólogo no estaba trabajando en uso de una licencia psiquiátrica. Es otro de los puntos que están sin explicar.

Ayer, el secretario de Seguridad dijo que el juez lo había autorizado a confirmar que el sospechoso "era el delincuente que estábamos buscando".

A Berni le faltó decir que era el delincuente que no estaban encontrando. Y precisó que estaba "sindicado de por lo menos seis violaciones en la zona de Villa Urquiza".

Actuaba entre la una y las tres de la tarde y sus víctimas eran mujeres que atendían comercios, a las que obligaba a cerrar el negocio, las violaba y, de paso, se robaba algo. Tenían mucha información sobre el método y el área y el horario eran acotados, pero aún así el psicólogo violador anduvo suelto hasta que cayó por azar.

Esto también asusta.

El caso recuerda al de Jorge Corsi, psicólogo también, que había escrito mucho sobre abusadores sexuales y fue condenado por corrupción de menores. Uno de sus textos se llama precisamente "El perfil del abusador". Nadie hubiera podido escribir sobre el asunto con más detalles que él mismo. Fue una especie de ensayo autobiográfico.

Hasta aquí lo que podrían llamarse similitudes. Corsi seducía a sus víctimas en cybercafés, una versión moderna de los baños de las estaciones ferroviarias donde había chicos y chicos solos y merodeaban reclutadores sexuales. Pero su método no lo hace mejor que el violador de Villa Urquiza. Se aprovechaba y corrompía, como esos curas abusadores que cometen horrores que, si Dios existe, jamás perdonaría.

Corsi y el psicólogo son dos veces violadores. No sólo sabían lo que hacían, también sabían lo que les pasa a sus víctimas.