El hombre más rico de la Argentina
Su fortuna familiar, que según el ranking 2010 de la revista Forbes lo ubica entre los 500 más millonarios del mundo, asciende a más de 2.000 millones de dólares. Sin embargo, lejos de ostentar, Gregorio Perez Companc (76) prefiere disfrutar, puertas adentro, de su fortuna.
Las salidas de su emporio de la localidad de Escobar, donde vive, son muy esporádicas y es raro que frecuente algún evento incluso empresarial, después de su retiro oficial, en diciembre de 2009, luego de cederle el total de sus acciones en la empresa Molinos Río de la Plata a los siete hijos que tuvo con María del Carmen Sundbland Beccar Varela: Jorge, Luis, Pablo, Rosario, Pilar, Cecilia y Catalina.
Sin embargo, fuera del mundo del campo y los negocios, hay una actividad fami liar que deslum bra a "Goyo", co mo le dicen sus íntimos: el auto movilismo. Esa fue una pasión que forjó en el campo y les entregó como herencia sanguínea a sus tres varones. De hecho, en su residencia de Escobar, ordenó construir una pista de carreras para probar su colección de más de 10 autos clásicos, entre ellos, una Ferrari 330 TRi, que compró en una subasta a siete millones de euros, uno de los autos más caros ya subastados.
Sólo los fierros podrían haber forzado a Perez Companc a abandonar la tranquilidad de su refugio del Gran Buenos Aires y volar a Córdoba en su avión privado, para ver correr al mayor de sus hijos, Jorge, en la etapa mundial del World Rally Car, que se corrió desde el jueves 26 al domingo 29 de mayo.
En los boxes de la escudería Ford Munchi's (cadena de heladerías propiedad de su esposa, cuyo apodo es "Munchi"), "El Cardenal", como es conocido por su ferviente fe católica, se apoya en su muleta, compañera suya desde la adolescencia, cuando sufrió un problema óseo. Anteojos oscuros, camisa a cuadros, con un derruido estuche de cuero marrón de anteojos en su bolsillo, bombacha de campo y unas cómodas botas de trekking, no dan cuenta de su fortuna. Es necesario prestar atención a su mirada inquisidora, mientras observa con atención el trabajo de los mecánicos debajo del nuevo automóvil Fiesta W RC, y a la compañía de su otro hijo, Luis, para darse cuenta que se trata de él.
Hombre de extremo perfil bajo, se incomoda cuando el fotógrafo le dirige el teleobjetivo. Es su hijo, algo más acostumbrado al contacto con la prensa por su rol jerárquico en Molinos, quien acep ta hablar en lugar de su padre. "Es un hombre de po cas palabas", dice, amable, antes de abrir una hendija al mundo íntimo de los Perez Com panc.
-¿.Cómo vive la pasión familiar por el rally? -Es duro, porque es la primera vez que vengo para estar debajo de un auto. Estoy acostumbrado a estar arriba y la última vez que corrí fue en 2008, así que ahora es una experiencia distinta. Pero es divertido viéndolo correr a mi hermano.
-¿Lo asiste? -No, yo estoy de espectador, desde afuera, así que aprovecho para verlo. Vinimos para el shakedown (prueba de reconocimiento), sólo por el día.
-¿Está corriendo? -Estoy corriendo en circuito, en la Le Mans Series, con un prototipo, así que ahora cambié de especialidad.
-¿A qué se debió el cambio? -El rally para mí es lo mejor que hay, me sigue encantando, pero me Ilesa mucho tiempo. Cada fecha te lleva 10 días. Hacía 10 fechas al año con el campeonato mundial. Es mucho porque esto es un hobby para mí. Por eso pasé a circuito que me lleva tres días por carrera, cinco fechas al año. El automovilismo es mi tercera prioridad, detrás del trabajo y la familia.
-¿Es una marca familiar el bajo perfil? -Ni hablar ... pero nos estamos divirtiendo cada vez más con mi viejo y mi hermano.
-Y su padre los apoya incondicionalmente...
-El nos sigue y nos apoya siempre, muy buena onda, y toda la vida le encantó que corriéramos. Heredamos la pasión de él.
-¿Recuerda la primera vez que subió a un auto? -Una Ford F-100, en los campos que tenemos en Santa Cruz. Y de ahí nació el amor por el rally, porque andamos a fondo por los caminos de ripio del Sur. Siempre me encantó la tierra y por eso em pecé en rally.
-Pertenece a una familia apasionada por los autos y además, coleccionista, ¿cuál es el auto preferido de los que tienen? -A papá le gustan todos los Ford y a mi me gustan las Ferrari, así que ahí tenemos una pequeña pelea. Pero un auto increíble que tenemos ahora es un Cobra Daytona, que es el más lindo que tenemos y es Ford -¿Se sacan el gusto de manejarlo? -Es de pista de carrera, de 1966, así que lo usamos en el circuito nuestro, en Escobar, o en carreras clásicas que estoy empezando a correr también, en Europa, como la Le Mans Classic.
-Y ahora que su hermano Jorge está en carrera, ¿es usted quien lo cubre en Molinos? -(Risas) Nos complementamos bien.
A unos metros y alejado del gra bador, "Goyo" no pierde el tiempo. Mira con atención cada movimiento del equipo de mecánicos de Ford, marca de la que es fanático. ¡Quién sabe qué le pasa por la cabeza? Es un misterio. Adoptado a los 11 años por la familia Perez Companc, hincha de River Plate, católico a ultranza, amante de los autos, de su mujer, sus hijos y nietos, el hombre más rico de la Argentina prefiere la reserva. Quizá sea ese silencio el secreto de su éxito