El hijo de Bárbara Durand nunca pisó el freno
El joven, de 19 años, tomó alcohol la noche del accidente. Mató a tres obreros. Y, según los peritajes, se habría quedado dormido al volante.
Por Mauro Szeta
@mauroszeta
Fue una noche de jueves, tal vez, una noche de excesos. Hubo alcohol, hubo tragos. Fue en la previa, y después en el boliche Tequila, en Capital Federal. Más tarde, Gianmarco Dolce, de 19 años, se subió a la camioneta Ranger del padre. Su misión: volver a su casa en la zona norte del Gran Buenos Aires.
En el kilómetro 31 de la Panamericana, el desastre. Un choque tremendo: tres obreros muertos. Lo grave, lo crítico, es que el hijo de la modelo Bárbara Durand estaba alcoholizado. Le hicieron soplar la pipeta en el lugar. El resultado fue 1.14, el doble del alcohol permitido para manejar un auto. En el informe médico que es parte de la causa, se dejó constancia que el propio Dolce comentó que había tomado alcohol, pero ubicó esa situación en la medianoche, y no en los minutos previos al accidente.
El choque, que terminó con los tres obreros muertos, fue a las 6.10. La extracción de sangre para determinar si conducía drogado, o si el alcohol en sangre era mayor, se hizo recién a las 10.45, es decir, 4 horas después. El motivo de semejante demora: la falta de personal policial para trasladarlo al cuerpo médico, y después al hospital.
Otra gran pregunta del caso es si Dolce quiso escapar después del accidente. Un testigo presencial de la secuencia era un compañero de los operarios muertos. Le dijo al fiscal que vio al acusado desorientado, y que le pareció que se quería ir del lugar. Si Dolce tenía la intención de irse nunca se va a saber. Lo detuvieron en el acto.
Después, para conseguir su excarcelación, la familia de Dolce le ofreció al juez Rafael Sal Lari, los pasaportes y documentos del joven para demostrar que no se va a escapar y que va a estar a derecho. Como el delito es excarcelable, y el juez entiende que no hay peligro de fuga, ni de entorpercer el proceso, Dolce fue liberado y quedó imputado por homicidio culposo agravado, un delito castigado con penas que van de 2 a 5 años de cárcel.
Los peritajes recién arrancaron. El alcohol complica al acusado. Y un primer informe de los peritos también: Dolce nunca piso el freno. La explicación que encuentran a semejante maniobra al volante, que terminó en drama, es que el joven se quedó dormido, y perdió los reflejos por el alcohol, un combo temerario.