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El helado en la frente

*Por Eduardo Fabregat. Producto de tantas ficciones y tanto preconcepto, uno tiende a creer que los políticos tienen sus pasos meditados, que la cosa se mueve un poco como el ajedrez, que cada jugada responde a una estrategia y a veces un movimiento está sutilmente provocado por otro.

Otras veces, la realidad demuestra que algunos políticos tienen menos cintura que un barril de pólvora. Y pueden ser igualmente peligrosos.

¿Cuál fue la estrategia del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires en este entuerto? Suena, más bien, a una escalada en la táctica que se lleva a cabo desde que el conflicto con los trabajadores del Colón llegó a punto muerto. El plan de Mauricio Macri es presentar a los huelguistas como delincuentes que obturan el acceso de la población al Coliseo Mayor; poner en juego a una figura de los kilates de Plácido Domingo es dar un salto en ese sentido, buscar la indignación pública porque los delincuentes impiden la actuación del enorme tenor.

Si ya esa táctica resulta endeble –y ante todo abandona toda intención de resolver el conflicto–, los funcionarios terminaron de irse al pasto con una nueva burrada. Plácido Domingo llegó a la Argentina y pasó horas reunido con los músicos del Colón, mientras los funcionarios del Gobierno y del Teatro hacían la plancha. Bastó que se interiorizara de la situación real del conflicto para que, en la conferencia de prensa del lunes, lanzara una serie de párrafos que deben haber dejado lívido al jefe de Gobierno. "Me gustaría hablar con las autoridades gubernamentales, con el director del Teatro Colón", dijo el cantante, evidenciando el modo en que durmieron aquellos que querían dejar en offside a la Orquesta Estable y la Filarmónica.

Aun comprendiendo el punto de vista de todas las partes en conflicto, Domingo se puso del lado de los músicos, sin que en el lugar hubiera un solo funcionario dispuesto a dar la cara, rebatir o por lo menos tratar de introducir un matiz. De pronto, el escenario soñado –les trajimos a Plácido Domingo pero vean, estos huelguistas irracionales no les permitirán disfrutarlo– trocó en pesadilla.

Ayer, Mauricio Macri habló de "papelón internacional" como si fuera un analista externo, como si no fuera uno de los responsables del disparate. No es de extrañar, suele hacer esas cosas. De sobrepique, durante la tarde la combinación músicos delincuentes-tenor díscolo volvió a tirarle el achique, anunciando la concreción del concierto "para el pueblo" y negándose a aparecer en el escenario que es centro de todo el escándalo.

Los reclamos gremiales no han cedido un centímetro y hasta encontraron una nueva fuerza en el apoyo de una figura de renombre mundial: el concierto en la 9 de Julio tiene ahora un signo opuesto al que imaginaban en Bolívar 1. Y este nuevo episodio de la puja entre los trabajadores del Colón y la concepción PRO de la gestión cultural bien podría resumirse en una opereta titulada El helado en la frente.