El hambre no entiende de transiciones ordenadas: los pibes quieren comer ayer
Por Luciano Fryszberg. Esperar hasta el 10 de diciembre para empezar a cambiar la historia no alcanza. Esas panzas tienen hambre ayer.
“Buen día, buenas tardes, buenas noches. Señor, señora. Me subo a este tren a pedirle de su colaboración porque tengo hambre. Mi familia no recibe ayuda del Estado. Su ayuda me sirve para darles de comer a mis hermanitos y también a mi mamá”.
El que viaja todos los días en tren, subte u otro medio de transporte conoce de estas palabras. Cientos de nuestros pibes van sin rumbo junto a su familia pidiendo una ayuda para comer.
Diría que es un dialogo pero no lo es. Muchos siguen su rumbo como si esa situación fuese una parte más del viaje. En el país que produce alimentos para miles de millones de personas no podemos permitirnos que esto ocurra. El hambre es ayer. Mientras muchos hablan de transiciones ordenadas y un futuro donde todo estará más regulado, ellos siguen sin dignidad. Comer es un derecho. Un derecho que el Estado nos tiene que brindar. Las elecciones ya ocurrieron. Unos se van, otros vuelven. En el medio los pibes. Esperar hasta el 10 de diciembre para empezar a cambiar la historia no alcanza. Esas panzas tienen hambre ayer. La urgencia es ayer. El resto de la sociedad ve pasar el tiempo sin reacción.
Los políticos no viajan en tren y comen todos los días. Los pibes, mientras tanto, se nos mueren de hambre. Basta de pasividad. Argentina está en una situación de “guerra” y los políticos no lo entienden. ¿Tendremos que salir a la calle e impedir que pase un día más con un pibe con hambre?
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