El Gobierno se repite, y la inflación no para
*Por Daniel Fernández Canedo. Crisis de las policías provinciales con enfrentamientos que dejaron nueve muertos agregaron incertidumbre a la marcha de la economía.
Crisis de las policías provinciales con enfrentamientos que dejaron nueve muertos, saqueos, aumentos salariales superiores al 40% para compensar atrasos y un lento camino hacia la normalización agregaron incertidumbre a la marcha de la economía en el último mes del año.
Uno de las dudas nuevas es si la táctica gradualista implementado por el trípode Jorge Capitanich, Axel Kicillof y Juan Carlos Fábrega seguirá adelante con el ritmo de las semanas anteriores o será necesario hacerle un reajuste.
Aunque sin anuncios ni reglas firmadas, los tres funcionarios que asumieron el 20 de noviembre fueron delineando un marco de transición para lo que podría denominarse pasar el verano hasta que, a fines de marzo, empiecen a llegar los dólares de la soja.
Entre otros intentos, la táctica tiene como trasfondo el proponerle a las exportadoras de cereales una letra del Banco Central para que adelanten la entrada de dólares (el Gobierno aspira a que sean US$ 1.500 millones) con el objetivo de compensar la fuerte caída de las reservas de los últimos meses.
Basta recordar que el mes pasado ese drenaje fue de US$ 2.400 millones y que los economistas de todos los bandos y colores consideran indispensable encontrar un tapón para frenar esa salida.
El dólar retrasado había disparado los pagos de importaciones y deudas al exterior y demorado las exportaciones a la espera de una mejora cambiaria.
En noviembre, por ejemplo, el registro de ventas al exterior aprobadas, que le posibilitan a Hacienda cobrar las retenciones a las exportaciones agrícolas, cayó 70% respecto al año anterior. Si ese no es un indicador de demora en los envíos al exterior, se le parece bastante.
Esta semana, por primera vez en por lo menos dos meses, el Central logró equilibrar las cuentas y terminar dos días sin caída de reservas.
Según operadores del mercado, eso se debió a que habrían comenzado a entrar los primeros dólares de las cerealeras.
La apuesta oficial para recomponer las reservas del Central pasa también por un bono bajo legislación extranjera por US$ 300 millones, a una tasa de 8,5% anual que colocará YPF.
Y computa, como se conoció ayer, un pedido para que las terminales y representaciones importen menos autos en el primer trimestre (ver pág 24).
Todo sea por cuidar los dólares.
No es para menos: el 30 de este mes, el Tesoro debe desembolsar US$ 800 millones par pagar servicios de dos bonos, y el titular de Central aspira a hacer ese desembolso sin que las reservas sufran.
El objetivo es ambicioso por la misma política que viene aplicando el Central con el dólar oficial.
La suba de ese dólar (ayer en $ 6,285) es vertiginosa.
En lo que va del año, la devaluación del peso gira en torno al 27%, pero el ritmo anualizado de la suba del dólar oficial de noviembre daría 60%.
La administración gradual pero aceleradísima del tipo de cambio choca con la barrera de tener una tasa de interés demasiado baja.
Si el Gobierno acelera la devaluación, a un ritmo de, supongamos, 40% anual para llegar a marzo con un dólar más competitivo, y alentar al campo para que liquide toda la cosecha, un plazo fijo de 20% anual , que pierde ante la suba del dólar oficial y frente a la inflación, resulta poca recompensa para que los ahorristas se queden en pesos.
Pero, además, esa táctica enfrenta nuevos desafíos.
Hasta esta semana, la búsqueda de los nuevos funcionarios transitaba el intento de devaluar sin estridencias para no encabritar más aún la suba de precios y aquietar las aguas antes de febrero, cuando comienzan las discusiones paritarias.
En el imaginario oficial, un aumento de 20% surgido de paritarias sería el escenario ideal para 2014, pero la crisis de las policías pudo haber sido el principio del fin de esa ilusión.
Haber acordado aumentos del orden del 40% o más demuestra no sólo el atraso que pudieron haber tenido los sueldos policiales, sino también la desmesura de algunos datos económicos.
Una mejora del 40% frente a una inflación oficial del 10% anual implicaría una suba espectacular del salario real de los policías, pero habrá que analizar qué parte ya le comió la inflación real pasada y cuál la futura.
La comparación es interesante porque frente a los datos oficiales de inflación hay números, cómo los de la devaluación o de las subas salariales de esta semana, que llaman la atención.
Mientras tanto, y con el logro oficial de haber estabilizado el dólar paralelo en torno de los $ 9,50, los operadores siguen con atención el resultado de la suba de 20% a 35% del recargo para viajes y compras con tarjeta en el exterior.
En los bancos creen que el efecto será limitado porque el pago en cuotas a 12 o 18 meses a tasa de interés cero, frente a una inflación creciente, seguirá siendo un atractivo poderoso.
El dólar corre de atrás a la inflación. También lo hacen los salarios y las tasas de interés.
El Gobierno aumenta el gasto público al 46% mientras que la recaudación lo hace al 21%, por debajo de la inflación real.
El déficit fiscal se hace más robusto y necesita en forma creciente los billetes que le pasa el Banco Central y la ANSeS.
Por lo que se ve hasta ahora, la táctica de los nuevos funcionarios difiere poco de la anterior en la esencia: tratar de conseguir dólares para pagar las deudas y apuntalar las reservas. Y que el Central mande a imprimir pesos con celeridad y abundancia para cubrir el rojo del Tesoro.
¿La inflación? Bien, gracias.