El Gobierno habla del amor y hace la guerra
Primeras planas recargadas, para un lado y para el otro, pujan por hacer prevalecer sentidos contrapuestos de los acontecimientos que se suceden.
Extraído de La Nación
Por Pablo Sirvén
Primeras planas recargadas, para un lado y para el otro, pujan por hacer prevalecer sentidos contrapuestos de los acontecimientos que se suceden. En los entresijos se dan situaciones contradictorias: mientras el Gobierno lanza una ofensiva contra espías y jueces, enojado porque va quedando al desnudo la verdadera naturaleza de una sociedad comercial de la Presidenta y porque en Estados Unidos los fondos buitre promueven la investigación judicial de la ruta del dinero K, casi en paralelo inaugura una exposición multimediática en la Casa Nacional del Bicentenario de sugestivo nombre: Amor.
Este agudo contraste entre lo que se proclama y lo que se hace es una de las marcas registradas del kirchnerismo. Aunque está muy lejos de ser un movimiento pacifista e inofensivo, la línea interna que ocupa la Casa Rosada desde 2003 en nombre del peronismo agita, al mismo tiempo, la bandera de la paz y del amor, aunque, en los hechos, se muestre en realidad más bien ríspido y agresivo con aquellos que no se dejan doblegar.
Una gran paradoja. Como lo es también que el Gobierno se sienta víctima de una amenaza que en realidad blande él mismo contra otro poder del Estado. El jefe de Gabinete calificó de "golpismo activo" los últimos movimientos judiciales no sólo sobre el entorno presidencial, sino también en la Procuración General de la Nación; los procedimientos interminables en causas relacionadas con el vicepresidente Amado Boudou, a las puertas de un juicio oral por haber truchado los papeles de un auto; el procesamiento al fiscal antilavado por proteger a Lázaro Báez; la citación a indagatoria a Julio Alak, y el pasado que vuelve con tenebrosos reclamos para el general César Milani. Son todas noticias relevantes que Cristina Kirchner interpreta como una confabulación del periodismo y la Justicia. Por eso los descalificó como "sicarios mediáticos" y "secuaces judiciales".
Pero el "golpismo activo" parece estar promovido desde el Poder Ejecutivo hacia el Judicial, al poner a sus principales funcionarios y medios de comunicación adictos a atacar sin pausa a los magistrados.
Enfurecido, el Gobierno contraatacó con la "revelación" de las cuentas argentinas en Suiza, designó a fiscales aliados, convirtió al Consejo de la Magistratura en un virtual tribunal de la Inquisición para los jueces "díscolos" y ungió a Eugenio Zaffaroni como el "juez de la Patria".
Para colmo, Horacio Alfonso, el mismo magistrado que en su momento llenó de algarabía a los kirchneristas al darle la primera luz verde a la ley de medios, ahora los llenó de inquina porque dictó una cautelar para que el Grupo Clarín zafe de la adecuación forzosa, al menos durante los próximos seis meses. El mandamás de la Afsca, Martín Sabbatella, apeló y bramó: "El Poder Judicial no puede atarnos las manos". Y, persaltum mediante, apura para que la Corte se expida.
El costado kitsch y falsamente ingenuo con el que el kirchnerismo pretende ser asociado ya estaba presente en el "que florezcan mil flores", que Néstor Kirchner le pidió "prestado" a Mao, y tan explotado tras su muerte. La intención de darle un toque primaveral y neohippie a una expresión política tan pedestre como el kirchnerismo no es casual, sino buscada. La enfatiza 6,7,8, con sus aperturas candorosas de padres y chicos, donde se ven a sus panelistas sonrientes y felices, aunque luego den paso a informes hiperácidos que masacran a la oposición y al periodismo crítico.
La muestra Amor, de la Casa del Bicentenario, es ilustrativa al respecto. Ese museo supo tener exposiciones anteriores bien organizadas y de estimable calidad. La actual es un pastiche desordenado que, obviamente, se corona en el piso más alto con "el amor sin orillas", ilustrado con fotos, videos y frases de todos los santos del evangelio K. El Ministerio de Planificación, a cargo de Julio De Vido, aporta lo suyo con el plan Enamorar, que tuvo su correlato en el festival homónimo de Tecnópolis. Se nota mucho...
Hay otro contraste fuerte entre el Poder Ejecutivo y el Judicial. Mientras el primero ha convertido en política de Estado el ocultamiento sistemático de la información, la distorsión de estadísticas y sus funcionarios sólo hablan en función de propagandizar sólo lo que les conviene, la Justicia viene haciendo el camino inverso y cada vez se abre más. Propugna el modelo de "gobierno abierto" y ya funciona desde 2008 el Centro de Información Judicial, una útil agencia de noticias que armó la periodista y abogada María Bourdin, directora de Comunicación Pública de la Corte Suprema y autora de Justicia y medios, libro de reciente aparición que recopila todos estos avances.
También el Poder Judicial aporta en esa dirección con la realización de esclarecedoras audiencias públicas y con una fluida y rápida publicación de sentencias de casos resonantes. Los otros dos poderes, y en particular el Ejecutivo, tienen mucho que aprender de esta bienvenida apertura judicial.
Comunicar bien, sin mentir, ni esconder alivia las tensiones sociales, facilita la solución de los problemas al hacerlos explícitos y permite establecer un canal de credibilidad y sinceramiento entre la ciudadanía y el poder, sin épicas afectadas.