El fútbol, un malgasto para todos: por qué debe volver a ser privado
La AFA y el Gobierno pondrán fin al convenio que tenía fecha de vencimiento en 2019. La pelota no puede ser prioridad.
Gustavo Leandro Rodríguez
@GusLRodri
grodriguez@diarioveloz.com
La Argentina es, sin duda, uno de los países más futboleros y apasionados por la pelota en el mundo, si no es el más apasionado. No obstante, el fútbol sigue siendo importante, pero entre los temas que menos deberían importar, al menos durante esta realidad argentina.
En cinco años, el Estado gastó $5900 millones, pero los clubes de fútbol siguen endeudados y sus dirigentes cada vez más envueltos en manejos irregulares y en casos de corrupción. Mientras, la educación estatal, los hospitales públicos, infraestructura y planes de viviendas continúan estancados o cayéndose a pedazos.
Se entiende que sería un retroceso en la inclusión que el fútbol vuelva a ser sólo para el que pueda pagarlo y no para todos, pero hay que comprender que la sociedad tiene otras urgencias que demandan una solución, atención, inversión y prioridad que el fútbol, por mucho que apasione al argentino promedio, no amerita.
Aunque sea antipopular, nunca debió ser del Estado. ¿Invertir en cultura popular? Los teatros, por ejemplo, también deberían ser gratuitos, entonces. Lo que sucedía era que el fútbol, claramente, redituaba mejor: sólo hace falta recordar los entretiempos de los partidos, en donde se exprimía la propaganda política mucho más de lo que podría haberlo hecho el teatro, también cultura popular.
Durante las inundaciones en agosto de 2015, un sacerdote de Luján, una de las ciudades más afectadas, había dicho que "el fútbol sumaba más votos que hacer cloacas". La frase es tan triste como real.
El fútbol lo pagan todos los argentinos, pero es la pasión solamente de la gran mayoría: ¿por qué el Estado tiene que pagarlo con el dinero que también es de aquellos a los que no les interesa la pelota?
Algunos podrán decir que con lo invertido en el fútbol no se puede terminar con la pobreza, pero si el Estado utilizara ese dinero para resolver otras problemáticas y el resultado es, aunque sea, un niño que pueda atenderse en un hospital público como se merece, si un jubilado puede percibir lo que le corresponde, si una escuela pública mejora sus condiciones y si se activa la obra para una sola ruta, será un avance mucho más significativo y útil para todos.
Es cierto también que lo que se invierta en el fútbol no asegura que se use para lo que debería usarse. Pero eso no por eso se justifica que se malgaste o que vaya a los bolsillos de los servidores de la corrupción, tenga la camiseta que tenga.
El Gobierno debe entender que cuando los maestros reclaman por mejoras salariales lo hacen también porque consideran injusto que el fútbol, patrimonio de los violentos barrabravas, de la AFA que no puede contar 75 votos, de los dirigentes corruptos y de los clubes endeudados, reciba tanto dinero mientras ellos están durante meses discutiendo paritarias.
La calidad del producto no es relevante, en este caso, porque está sujeto a las opiniones particulares o a los gustos por ciertos periodistas que todos pueden tener. Lo que no puede haber, a esta altura, es discusión sobre los temas que realmente deberían ser prioridad al momento de administrar los recursos económicos del Estado.
No hace falta aclarar que a nadie le gusta ver la pantalla lluviosa o ver sólo la tribuna con un relato radial, pero menos debería agradar ver a los jubilados peleando por el dinero que es de ellos o a un niño desnutrido. Hay que replantearse qué Argentina se quiere, si la del Fútbol para Todos con los problemas sociales de siempre o el de la pantalla privada y una sociedad más justa.
@GusLRodri
grodriguez@diarioveloz.com
La Argentina es, sin duda, uno de los países más futboleros y apasionados por la pelota en el mundo, si no es el más apasionado. No obstante, el fútbol sigue siendo importante, pero entre los temas que menos deberían importar, al menos durante esta realidad argentina.
En cinco años, el Estado gastó $5900 millones, pero los clubes de fútbol siguen endeudados y sus dirigentes cada vez más envueltos en manejos irregulares y en casos de corrupción. Mientras, la educación estatal, los hospitales públicos, infraestructura y planes de viviendas continúan estancados o cayéndose a pedazos.
Se entiende que sería un retroceso en la inclusión que el fútbol vuelva a ser sólo para el que pueda pagarlo y no para todos, pero hay que comprender que la sociedad tiene otras urgencias que demandan una solución, atención, inversión y prioridad que el fútbol, por mucho que apasione al argentino promedio, no amerita.
Aunque sea antipopular, nunca debió ser del Estado. ¿Invertir en cultura popular? Los teatros, por ejemplo, también deberían ser gratuitos, entonces. Lo que sucedía era que el fútbol, claramente, redituaba mejor: sólo hace falta recordar los entretiempos de los partidos, en donde se exprimía la propaganda política mucho más de lo que podría haberlo hecho el teatro, también cultura popular.
Durante las inundaciones en agosto de 2015, un sacerdote de Luján, una de las ciudades más afectadas, había dicho que "el fútbol sumaba más votos que hacer cloacas". La frase es tan triste como real.
El fútbol lo pagan todos los argentinos, pero es la pasión solamente de la gran mayoría: ¿por qué el Estado tiene que pagarlo con el dinero que también es de aquellos a los que no les interesa la pelota?
Algunos podrán decir que con lo invertido en el fútbol no se puede terminar con la pobreza, pero si el Estado utilizara ese dinero para resolver otras problemáticas y el resultado es, aunque sea, un niño que pueda atenderse en un hospital público como se merece, si un jubilado puede percibir lo que le corresponde, si una escuela pública mejora sus condiciones y si se activa la obra para una sola ruta, será un avance mucho más significativo y útil para todos.
Es cierto también que lo que se invierta en el fútbol no asegura que se use para lo que debería usarse. Pero eso no por eso se justifica que se malgaste o que vaya a los bolsillos de los servidores de la corrupción, tenga la camiseta que tenga.
El Gobierno debe entender que cuando los maestros reclaman por mejoras salariales lo hacen también porque consideran injusto que el fútbol, patrimonio de los violentos barrabravas, de la AFA que no puede contar 75 votos, de los dirigentes corruptos y de los clubes endeudados, reciba tanto dinero mientras ellos están durante meses discutiendo paritarias.
La calidad del producto no es relevante, en este caso, porque está sujeto a las opiniones particulares o a los gustos por ciertos periodistas que todos pueden tener. Lo que no puede haber, a esta altura, es discusión sobre los temas que realmente deberían ser prioridad al momento de administrar los recursos económicos del Estado.
No hace falta aclarar que a nadie le gusta ver la pantalla lluviosa o ver sólo la tribuna con un relato radial, pero menos debería agradar ver a los jubilados peleando por el dinero que es de ellos o a un niño desnutrido. Hay que replantearse qué Argentina se quiere, si la del Fútbol para Todos con los problemas sociales de siempre o el de la pantalla privada y una sociedad más justa.