Política
El fuerte mensaje de banqueros de Wall Street a los enviados de Javier Milei: “Para la Argentina no hay un dólar”
El mercado sigue con mucha cautela los acontecimientos políticos y se prepara para la posibilidad de una victoria del libertario y crece el temor de una salida descontrolada de la actual crisis.
El fallo en primera instancia de la justicia norteamericana, que obliga al Estado argentino a pagar USD 16.000 millones por la expropiación de YPF, cayó como una verdadera bomba sobre el cierre de la semana. Significa otra gran mochila para el Gobierno que asuma el 10 de diciembre, pero además consolida una idea ya muy arraigada en el mundo de las inversiones: en la Argentina no se respetan los contratos.
Es altamente probable que se repita la historia relacionada con los holdouts, es decir los fondos buitre que no aceptaron los canjes de deuda efectuados por el kirchnerismo. Luego de varias apelaciones finalmente llegó el fallo definitivo y en el medio una serie de medidas cautelares embargando activos argentinos alrededor del mundo, incluyendo la fragata Libertad.
Al final, fue el gobierno de Mauricio Macri el que terminó pagando cash a los fondos que habían demandado a la Argentina, pero colocando deuda por más de USD 15.000 millones. La historia está muy cerca de repetirse y por montos similares, esta vez a favor del fondo Burford, que compró el derecho de litigar por la expropiación de la empresa.
Un rato antes del fallo, también en Nueva York se reunían los financistas Darío Epstein y Juan Nápoli con cerca de 40 banqueros, muchos de ellos argentinos que trabajan hace décadas en Manhattan. El mensaje de los ejecutivos de Wall Street no dejó margen para dudas: “Para Argentina no hay un solo dólar”.
Ninguna posibilidad
El mensaje va mucho más allá de la propuesta de dolarización que impulsa Javier Milei. El mundo de las finanzas tiene claro que hoy no existe ninguna posibilidad de negociar préstamos millonarios para llevar adelante semejante apuesta. Argentina ya hace varios años que se quedó sin crédito externo, tampoco tiene margen para aumentar el endeudamiento interno y ya hace un tiempo se agotó le última opción que quedaba para tapar los agujeros financieros: la emisión monetaria.
En estas condiciones, la opción dolarizadora que expresa Milei es inviable y seguramente quede como eslogan de campaña. No sería algo extraño en la política argentina: Alberto Fernández prometió en la previa electoral que le pagaría a los jubilados con los intereses de las Leliq. Y cuatro años antes Macri aseguraba que lo más fácil en su gobierno sería bajar la inflación.
Los emisarios de Milei dejaron en claro ante sus interlocutores en Nueva York que un posible plan económico aún está en veremos y que no hay equipo confirmado. Tiene lógica, porque la gran victoria alcanzada en la PASO sorprendió a todo el mundo político, incluyendo a los propios libertarios, que no esperaban semejante ventaja.
El “círculo rojo” ya da por seguro que Milei llegará al balotaje y hace los cálculos para entender si está cerca de ganar en primera vuelta. Para eso debería obtener por lo menos diez puntos más que en las PASO (para superar el 40% de los votos) y además sacarle al menos diez puntos de ventaja a quien salga segundo. Ninguna de las dos condiciones está asegurada, ni mucho menos.
Mientras tanto, Sergio Massa aprieta el acelerador para entrar en la segunda vuelta. En los últimos días consiguió estabilizar el tipo de cambio y el dólar libre cayó desde un máximo de $750 hasta 710 pesos. El contado con liquidación, que a fines del mes pasado había tocado los $815 terminó la semana en 742 pesos. La puesta en marcha de la nueva versión del dólar soja habilitó una mayor oferta de divisas, ya que 30% de la liquidación se hace a través del CCL.
La apuesta del ministro de Economía y candidato presidencial es prolongar todo lo posible esta tranquilidad cambiaria, pero no hay nada asegurado. El dólar soja termina el 30 de septiembre y en octubre se espera fuerte presión dolarizadora, en las últimas tres semanas previas a las elecciones presidenciales.
Esto le sucedió también en la previa a las PASO, cuando el tipo de cambio pasó de $500 a $600 en pocas jornadas. Ahora la incógnita es si el Central conservará poder de fuego para enfrentar esa mayor demanda de divisas, que ocurre siempre en los procesos electorales y esta vez no será la excepción.
La estrategia de Massa es clara: mantener el dólar a raya y al mismo tiempo mejorar los ingresos, aunque a costa de una mayor emisión monetaria. El deterioro de las variables macro se sigue profundizando: la inflación se ubica en dos dígitos, la brecha cambiaria se mantiene arriba del 100% y las reservas netas del BCRA son fuertemente negativas.
Paradójicamente, el ministro de Economía precisa que Patricia Bullrich no se desinfle demasiado. Si sucede, entonces quien capitalizará esos votos es Milei y esto vuelve más factible su victoria en primera vuelta.
Massa busca transitar de la mejor manera posible estas semanas que quedan hasta las elecciones, pero existe un gran temor entre los inversores sobre lo que podría suceder “el día después”. El temor de una fuerte profundización de la actual crisis está más latente que nunca. Confluyen no solo una situación económica endeble, sino también grandes dudas respecto a la futura gobernabilidad, en particular en caso de una victoria del libertario.
La posibilidad de una nueva devaluación se mantiene latente. También un nuevo fogonazo inflacionario que podría llegar a fin de año y una fuerte caída de la demanda de pesos en la búsqueda de refugio ante un contexto muy frágil.
La “luz al final del túnel” pasa por una gran cosecha el año que viene, que traiga una lluvia de dólares y eso alivie las grandes presiones actuales, al tiempo que también le daría un importante impulso a la economía. Pero ni un posible récord de exportaciones alcanzará si el futuro gobierno no avanza rápidamente en la búsqueda del equilibrio fiscal y la recuperación de la confianza entre los inversores. El que gana tendrá poco tiempo para conseguirlo. Si no lo logra la magnitud de la crisis podría llegar a niveles de un descontrol insospechado, detallan desde Infobae.
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