El fragor le sienta a Cristina Fernández
A la mandataria argentina nada la hace más feliz que la pelea.
Tras las batallas con el poderoso sector agropecuario, el Banco Central y un importante conglomerado de medios, además de los roces con el FMI y los acreedores internacionales, sin olvidar la reciente disputa con Washington, su último blanco es un ícono del capitalismo, el conglomerado Techint, cuya unidad Siderar es la mayor siderurgia de la empresa. Su decreto de emergencia para afiatar la influencia del Ejecutivo en varios directorios, incluido el de Siderar, no es interpretado como un intento de nacionalización por la puerta trasera ni, como afirma Techint, una intervención estatal digna de Hugo Chávez.
Fernández aún no confirma su candidatura a las presidenciales. Las encuestas la ubican lejos por delante de los otros candidatos y su Gobierno alienta la sensación de que ella ya ganó. Así, la pelea con Siderar, que está generando recíprocas querellas, pretende mostrar que no le teme a nadie. La pugna comenzó cuando Fernández firmó el decreto de emergencia, dos días antes de la reunión anual de la compañía. La administradora estatal ANSeS detenta casi el 26% de Siderar. Esta agencia buscó aumentar el número de miembros del directorio y votó contra el pago de dividendos, los más altos de la historia de esta firma, por 368 millones de dólares.
Aunque la pugna en Siderar atañe al consumo nacional, creará inquietud entre los inversores con sus ojos puestos en Argentina, seducidos por el fuerte crecimiento económico a pesar de la alta tasa de inflación. Además de Siderar, Fernández está en permanente confrontación con el grupo de medios Clarín, dueño del mayor diario de Argentina.