El fin de un statu quo dentro del socialismo
*Por Marcos Cicchirillo. El bar El Cairo fue ganando en euforia a medida que los resultados de las urnas les ponían el traje de candidatos a cada uno de los pre a gobernador, intendente, senador y diputado provincial y concejal del binnerismo.
A 200 metros, en el cuarto piso del hotel Savoy el silencio stampa sólo fue roto cuando Rubén Giustiniani, a las 22.28, le puso el punto final a la pulseada: "El veredicto es inapelable".
Si bien el radicalismo, con Barletta-Boasso, era de la partida en la compulsa del Frente Progresista, para los socialistas la verdadera interna era entre ellos. Giustiniani cumplió con su promesa al finalizar el debate en el Museo de La Capital y lo llamó a Bonfatti. Prometió que trabajará a partir de hoy para el segundo tramo de la campaña.
Pero nada será igual. El exocet electoral al statu quo de "igualdad" vigente hasta ayer entre los dos bloques dominantes del partido desde la salida del Tigre Cavallero en 1993 quedó hecho añicos. Y, como en toda guerra, la cuenta la pagan los que pierden. Y así lo hicieron saber, aunque con matices, todos dirigentes y funcionarios los consultados desde el binnerismo. La necesidad de una definición en la arena nacional tal vez esconda las diferencias temporariamente, admitieron.
Sobre el escenario improvisado en Sarmiento y Santa Fe al filo de la una de hoy, Bonfatti, Henn, Lifschitz, Sciutto y Fein cerraron frente a su gente con ese mensaje y ese norte: "Tenemos que ganar Rosario y la provincia de Santa Fe para que con ese triunfo ir por la Nación".