El estrés también se lleva de vacaciones
*Por Romina Martoglio. Aunque son las más esperadas, si no se las disfruta de manera relajada, las vacaciones pueden resultar agotadoras. Cada vez son más las personas que llevan las obligaciones y tensiones de su agenda laboral en la valija y, por tanto, regresan con el mismo nivel de estrés.
Para los especialistas, este padecimiento se debe al llamado "ocio culposo" y, si no se lo detiene a tiempo, puede causar serios trastornos en la salud.
"Es normal que algunas personas, aun en vacaciones, sigan pensando en sus obligaciones, y se conecten a Internet para contestar mails o resuelvan problemas desde el celular", explica Fernando Taragano, profesor titular de psiquiatría e investigador del Instituto Universitario Cemic, de Buenos Aires.
"Esta situación se da en adultos laboralmente activos. Y si bien siempre existieron personas que no pueden relajarse, la actual eficiencia de las comunicaciones incrementa y perpetúa la situación", advierte.
Por eso, durante esos días el descanso es de baja calidad, según alerta el especialista.
"A pesar de que parece que es posible solucionar todo sólo con una llamada del celular, más temprano que tarde esta situación se cobra factura en nuestro organismo", agrega.
El desenchufe tarda. El 70 por ciento de las personas laboralmente activas continúa pensado en sus obligaciones laborales al menos los cuatro o cinco primeros días de sus vacaciones. Y un porcentaje menor, pero en crecimiento, nunca termina de estar de vacaciones, según indica la experiencia de Jorge Rovner, psiquiatra y presidente de la Asociación Argentina de Psicoterapia Zen.
"Las personas que se consideran en mayor riesgo son las franjas etáreas donde la competencia social, vehiculizada en obtener o mantener un determinado trabajo y condición económica, es mayor. Ocurre en forma casi epidémica entre las personas de entre 25 y 50 años, con un discreto predominio estadístico de los hombres sobre las mujeres", afirma.
En tanto, Miguel Márquez, director del centro Asistencia, Docencia e Investigación en Neurociencia, informa que se considera que, por lo general, el estrés es producto de la falta de recursos para manejarse en circunstancias problemáticas, y enfatiza en las consecuencias que esto causa en los niños.
"En las familias donde se vive con estrés, los niños crecen en ambientes donde los problemas siempre son graves, no se resuelven, y todo es preocupante", advierte.
Parar la máquina. Para quienes tienen muchas responsabilidades y poca capacidad de delegar, es tarea difícil cerrar la agenda, desconectar el celular y regalarse tiempo para el disfrute o el ocio.
En definitiva, poco saben de cómo pasar unas buenas vacaciones. ¿Qué consecuencias acarrea esto? ¿Cómo se sufre el llamado estrés vacacional?
Según explica Taragano, nuestro organismo está organizado para gastar energía mediante el llamado sistema simpático cerebral, que regula el cuerpo a tal fin. Así, en situación máxima de estrés, adecua el organismo para luchar o huir, según su necesidad.
El sistema parasimpático cerebral, en cambio, es el encargado de reparar el organismo, recuperar y ahorrar la energía. Esto es lo que ocurre, por ejemplo, con el sueño reparador, los descansos del fin de semana, los feriados largos y las deseadas vacaciones.
"Por lo tanto, las vacaciones de mala calidad se traducen en procesos reparadores de mala calidad", asegura el experto.
Las enfermedades que más se ligan al estrés crónico incluyen hipertensión arterial, diabetes, accidentes cerebrovasculares, infarto de miocardio, patologías dermatológicas, ataques de pánico, ansiedad generalizada, entre otras, según alerta Rovner.
Para prevenirlas, Márquez destaca la importancia de generar estrategias para evitar que el estrés de convierta en crónico. Y, para eso, es necesario incorporar hábitos funcionales más adecuados, organizar mejor el tiempo, reacomodar las actividades diarias y no olvidar el ejercicio físico. Y nada mejor que empezar con estos hábitos saludables en vacaciones.
Vivir lento para llegar lejos
El movimiento "Slow" (lento) surgió hace algunos años como antídoto para el estrés urbano.
El principal ideólogo es el escritor y periodista Carl Honoré, que hace su propuesta en el libro Elogio de la lentitud.
El virus de la prisa es para él una epidemia mundial, y el que lo haya contraído debe curarse.
Lo que hay que hacer.
No al celular. No responder llamadas laborales durante las horas de descanso, en las vacaciones o cuando se está disfrutando de un momento con familiares y amigos.
Comer con tiempo. Dedicarles un momento considerable al almuerzo y a la cena. No pensar en las obligaciones ni trabajar mientras se come.
Pensar en el cuerpo. La actividad física y la buena alimentación son de suma importancia.
Controlar la televisión. No usar los momentos de descanso para ver televisión o jugar en la computadora.
El tiempo de los hijos. Los padres no deben hacer que sus hijos se adapten a su ritmo y obligaciones. Lo recomendable es que sean los adultos quienes se adapten a las necesidades de los chicos.
Aquietar la mente. Tomarse un tiempo para estar en silencio o escuchar música sin dejarse invadir por las obligaciones diarias.