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El estremecedor relato de la empleada doméstica de Nisman: desconfía de un suicidio

Gladys Gallardo trabajaba en la casa del fiscal hacía más de un año y desconfió de un suicidio: "Cuando estaba solo cerraba la puerta con la traba".

Gladys Gallardo era la empleada doméstica de Alberto Nisman desde hacía más de un año. La mujer iba a la casa del fiscal dos veces por semana y estaba aproximadamente 10 horas en el departamento de Puerto Madero. La empleada conocía a los custodios y a su jefe, tanto que desconfía de un suicidio porque la traba de la puerta de servicio no estaba puesta.

"Él siempre que estaba solo ponía la traba. Era una traba de esas redondas. Tiene que haberle abierto a alguien", dijo Gallardo a La Nación. Ella tenía llaves de la puerta de servicio, pero siempre debía tocarle timbre a su jefe para entrar. El último jueves, como siempre, Gallardo le tocó timbre y Nisman le abrió. Le habló de la denuncia que había presentado el día anterior; en realidad, de la repercusión que había tenido. "¿Viste?" Ella no sabía mucho. Y él le dijo: "Me van a querer voltear, pero no van a poder".

La empleada doméstica contó en la fiscalía que la última vez que vio a su jefe, fue el jueves anterior a su muerte y que fue ella la que le dejó una nota con cosas que necesitaba del supermercado. No al revés como había trascendido apenas se hicieron las pericias al domicilio de Nisman y aclaró que nunca hacía las compras.

Gladys declaró además que ese jueves no se despidió cuando se fue del departamento porque Nisman estaba dormido "como nunca". Que se había pasado el día trabajando y, sobre todo, atendiendo a las radios que lo llamaban por teléfono para hablar sobre la denuncia que había presentado el día anterior. Gallardo le dejó una nota avisándole que se había asomado a su cuarto, pero que no lo había querido despertar y se fue.

Este verano, Gallardo pensó que iba a tener vacaciones hasta el 23 de enero. Así se lo había comunicado su jefe. Pero el 6 una secretaria le avisó que Nisman la estaba buscando. El doctor volvía antes por trabajo y la iba a necesitar. Él se lo confirmó vía WhatsApp y ella le contestó que no tenía problema.

El fiscal le contó también que el regreso era por unos días y que luego se volvía a ir con Iara, su hija mayor, a Barcelona. Pero después cambió de opinión. Iara había decidido quedarse en España con su madre y él no iba a regresar a Europa, le explicó ya en su departamento de Puerto Madero.