El Estado perdió la confianza de los ciudadanos
Por Martín Böhmer* Muchos funcionarios piden que dejemos las calles, que no tomemos colegios, que se reprima la violación de la ley y que confiemos en que las instituciones defenderán nuestros derechos.
Pero parecen haber olvidado que la confianza es un. La autoridad democrática no es sino un juego permanente de confianzas merecidas, en el cual la autoridad se fortalece cuando se limita.
El Estado argentino perdió la confianza de los ciudadanos porque con la confianza que le habíamos entregado se desmadró y violó nuestra integridad con el golpe y la violación masiva y sistemática de derechos humanos de la última dictadura . Y aunque la democracia trajo un Estado más preocupado por los derechos, no acabaron las traiciones a la confianza.
Por eso, el Estado no puede exigir ahora confianza sin más. No ha brindado suficientes procesos, instituciones o recursos para discutir sobre la falta de derechos.
Se ha desentendido de los argentinos y no sorprende que los argentinos busquen ser escuchados con episodios de desobediencia civil , amenazando profundizar la deslegitimación de la autoridad.
Quienes pretenden ser autoridades deben asumir que, para pedir confianza, primero hay que brindarla . Si no, se construye sobre la forma autoritaria del liderazgo: "confíen en mi". Como la confianza es un camino de doble mano, la Argentina necesita autopistas de confianza.
Un ejemplo claro es el acceso a los derechos . El Estado puede dar confianza si construye "estaciones de servicios" para los ciudadanos en lugares y horarios donde los ciudadanos se encuentren. Espacios que brinden información sobre planes sociales, políticas de salud, beneficios en general y promuevan la resolución pacífica de conflictos entre vecinos, en las familias, en la escuela, en el hospital o la salita de salud.
Esas "estaciones de servicios" pueden servir de entrenamiento (o re entrenamiento) para el trabajo. Así, además de acercar a la gente a sus derechos en términos de ciudadanía y no de clientelismo, el Estado cumpliría su deber confiando en la gente y dándole responsabilidades en la creación de bienestar.
Las "estaciones de servicios" pueden ser centros de mediación individual y comunitaria que entrenen a los vecinos para transferir, eventualmente, la responsabilidad a la comunidad, centros locales de justicia en los que los vecinos resuelvan sus conflictos, o centros de formación en derechos.
Estos espacios son fuente de conocimiento para el barrio, el municipio, la provincia y la Nación. Traen un invalorable caudal de preguntas y respuestas, conflictos y soluciones que los centros comunales, Intendencias, Gobernaciones y la Presidencia deben decodificar y valorar para producir políticas para volver a distribuirlas por la autopista.
Para generar obediencia en una sociedad traicionada hay que construir autoridad legítima y, para ello, se deben reconocer como dignos a aquellos a quienes se les demanda obediencia . La concentración de autoridad, en la medida en que genera desobediencia, socava poder.
Por eso, sólo una distribución más igualitaria del poder permitirá construir una autoridad legítima capaz de exigir obediencia y de obtenerla.