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El escándalo de Aerolíneas Argentinas

Nuevamente Aerolíneas Argentinas ocupa la atención pública con sus habituales escándalos y obliga al gobierno a desandar caminos, andados hace muy poco tiempo. La trayectoria de Aerolíneas no es precisamente una historia de éxitos, ya sea en su etapa estatal como en la bastante tortuosa en manos privadas.

Aerolíneas Argentinas  fue creada en el año 1950, durante el primer Gobierno de Juan Perón, como resultado de la incorporación al Estado Nacional de cuatro empresas mixtas de aeronavegación. En el año 1990 fue privatizada, pasando a manos de la española Iberia, por entonces empresa del Estado español. Participando un grupo de empresarios argentinos, la empresa comenzó a operar como AA S.A.

Poco tiempo después, desertaron los socios locales e Iberia inició su propio proceso de privatización. Múltiples vicisitudes tuvo la etapa de AA como empresa privada, hasta que en 2008 el Gobierno, primero acordó con el grupo español propietario la compra y poco tiempo después el Congreso Nacional dispuso la re estatización de la empresa, cuyo control había tomado el Estado en julio de ese año.

Sea estatal, mixta o privada, lo cierto es que ninguno de quienes tuvieron a su cargo la gestión acertó, si es que se lo propusieron, en mejorar la empresa, hacerla mas eficiente o que prestara mejores servicios. Por el contrario, la empresa ha soportado un largo proceso de decadencia, la prestación de servicios en los últimos años ha sido deplorable y son conocidos los múltiples incidentes por retraso o paralización de vuelos de cabotaje o internacionales. La consecuencia es una aerolínea desprestigiada, al parecer virtualmente vaciada de activos en aviones y con una cantidad excesiva de personal.

Lamentablemente, en los largos tres años de manejo por Estado no sólo no hubo mejora alguna sino que la mayoría de los problemas se han agravado. A la acción negativa de un conjunto de sindicatos enfrentados entre sí, se sumó una conducción inadecuada, donde un conjunto de jóvenes, cuyo único mérito es la cercanía al poder político, ha jugado a empresarios, dilapidando cientos de millones de dólares de los contribuyentes,  lo cual es una afrenta a los millones de habitantes que pagan impuestos y jamás han viajado en avión.

Está previsto un aporte de 700 millones de dólares para asistir a Aerolíneas el próximo año (hoy pierde más de un millón y medio de dólares diarios). Hace seis meses que no se informa al Congreso sobre el financiamiento de la empresa y los balances son inexistentes desde hace mucho tiempo.

Entre tantos estropicios, se habría incrementado en dos mil empleados la ya voluminosas planta de personal, cuyo sueldos son de los más altos que se pagan en el país. AA tiene la más alta relación de empleados por avión del mundo y son los enfrentamientos entre los poderosos sindicatos los que han desatado la crisis actual.
 
Curiosamente el conflicto con uno de los gremios, la Asociación del Personal Técnico Aeronáutico, donde se incluyen al menos parte de los controladores aéreos, ha desembocado en una inesperada decisión de la Presidenta: el retorno a la órbita de la Fuerza Aérea del control de la aeronavegación civil.

Hace sólo tres años dichas funciones fueron sacadas de la órbita militar y pasadas a un organismo denominado Administración Nacional de la Aviación Civil (ANAC), que durante un tiempo fue presidido por el ex gobernador Rodolfo Gabrielli. Resulta paradójico que lo que era malo hace poco tiempo se vuelva bueno sólo por peleas internas en el seno del gobierno.

Cuando anunció la estatización en 2008, la Presidenta de la Nación dijo:  "Tuvimos que tomar esta decisión para asegurar la supervivencia de nuestra línea de bandera. Nunca hubiéramos querido hacer este acto; me habría gustado que la empresa hubiese podido llevar adelante una operación exitosa y encontrarnos hoy aquí por otros motivos". La deuda sigue pendiente, Aerolíneas Argentinas es un escándalo igual o peor que hace tres años.