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El empleo, bajo la lupa

*Por José Calero. Mientras el empleo público no para de aumentar a nivel Nación y Provincias, la creación de puestos de trabajo en el sector privado amaga desacelerarse, a pesar del alza sostenida del Producto Bruto, poniendo a la Argentina en una nueva encrucijada.

Echar mano de la "vaca lechera" del Estado fue una tentación para muchos gobiernos constitucionales, ya que esa estrategia demostró ser eficaz como herramienta de disciplinamiento social y contención política.

El avance del Estado sobre distintas esferas de la economía también fue habitual en varias de las muchas dictaduras que poblaron el mapa político argentino en el siglo XX.

En los 90, el neoliberalismo recorrió el camino inverso, y terminó dejando un tendal de desempleados récord, a la vez que destruyó sectores esenciales de la economía y sistemas de transporte clave como los ferrocarriles.

Esa experiencia, que terminó en el descalabro de fines del 2001, marcó a fuego la economía argentina, como lo hizo a nivel político la dictadura de los 70, que hundió en el fango a la estructura productiva del país y sembró el terror a sangre y fuego.

Pero el riesgo es que las malas experiencias del pasado impidan ahora darse cuenta a tiempo de que cultivar un Estado omnipresente puede derivar en una catástrofe de proporciones, sobre todo si en algún momento se da vuelta el viento de cola de precios récords en los commodities y los fondos empiezan a escasear.

Los subsidios millonarios que año tras año los contribuyentes deben destinar a financiar el transporte y la energía, también son parte de las patas de un problema que hasta ahora el gobierno no pudo solucionar.

El mismo camino errático se tomó con las políticas sociales, donde la interesante Asignación Universal por Hijo termina siendo desmerecida por un cúmulo de planes sociales distribuidos arbitrariamente entre distintas corrientes piqueteras y punteros políticos, para hacer campaña.

A esto se sumó en las últimas semanas la confirmación de que una tendencia negativa se está incubando en el mercado laboral, ya que por un lado la actividad privada habría comenzado a dar muestras de fatiga en la creación de puestos de trabajo, mientras que el empleo público se sigue incrementando.

Según datos del INDEC, ya el 22,3 por ciento de los asalariados -unas 2,5 millones de personas- trabajan para el Estado o en empresas estatales, de la Nación o de las provincias.

Con datos cerrados al tercer trimestre del 2010, hay provincias donde el empleo público es casi la exclusiva fuente de trabajo.

Las provincias con mayor empleo estatal son Santa Cruz y La Rioja, donde más del 47 por ciento de los trabajadores en relación de dependencia se desempeña a las órdenes de alguna esfera gubernamental, mientras que en la Ciudad de Buenos Aires apenas el 16,9% está en esa situación.

Así, el bajo nivel de federalismo, que se traduce en una alta concentración de empleo en la zona porteña, también se nota en el escenario laboral.

Pero un dato que enciende alarmas entre los especialistas en la problemática laboral es que en los últimos años hubo un crecimiento del empleo público asalariado.

El fenómeno obedeció a políticas positivas, como la regularización de trabajadores contratados, y el pase a planta transitoria o permanente de beneficiarios de planes sociales.

Pero también a la formación de empresas estatales -muchas sin finalidad concreta- y por el traspaso del personal de las AFJP a la AFIP y a la ANSeS.

También se abren interrogantes sobre el empleo en negro, que se eleva al 37,8%, unos 2 puntos más que en el relevamiento anterior, debido a la situación laboral en ciudades más pequeñas, donde la informalidad laboral es mayor que en las grandes ciudades.

El empleo privado sufrió una caída en 2009, pero el fuerte repunte de la actividad en 2010 permitió recomponer los puestos de trabajo perdidos durante la crisis, aunque la perspectiva es desfavorable.

La clave está en el comportamiento de uno de los términos preferidos por los economistas: la elasticidad.

La creación de empleo comenzó a ser inelástica en la Argentina, lo cual quiere decir que aunque la economía siga creciendo al mismo nivel, cada vez es capaz de crear menos puestos de trabajo relativos.

"Por cada punto de crecimiento de la actividad la creación de trabajo es menor y este fenómeno es notorio en el sector privado formal", indica un estudio de la consultora Ecolatina.

Es que el crecimiento en la industria no se está traduciendo en nuevos puestos de trabajo, por lo que habría aumentado la productividad, aunque no exclusivamente del factor trabajo, pues también se realizaron inversiones de capital.

En esta asimetría en la performance de ambos factores (trabajo y capital) es clave la diferencia en el costo de los mismos.

La elevada inflación local con estabilidad del tipo de cambio nominal abarata la adquisición de bienes importados y encarece los salarios -medidos en dólares-, lo cual también complica el escenario laboral.

La gran pregunta es qué camino debería recorrer el próximo gobierno para atender un problema que empieza a insinuarse con más fuerza, a pesar de que la Argentina sigue creciendo a niveles sorprendentes.