El "efecto K" y una historia de película (II)
Los servicios secretos más importantes del mundo la tuvieron en la mira.
Muchos parapsicólogos creyeron haber encontrado el 'eslabón perdido' que durante tanto tiempo buscaron sin éxito y pensaron que, al fin, habían obtenido pruebas irrefutables de la existencia de la psicokinesis y que los escépticos no podrían objetar. Pero nada más lejos de la realidad, por el contrario, les dieron más argumentos para cuestionar los fenómenos parapsicológicos y a los ingenuos investigadores que los defendían.
Psicokinesis "for export"
En ese polémico film de 35 mm, en blanco y negro, se veía al parapsicólogo ruso Edward Naumov ubicando diferentes elementos sobre una mesa para que Kulagina ejerciera sus poderes psicoquinéticos. Un salero, fósforos y su respectiva caja eran arrastrados por una "fuerza invisible" hacia el borde de la mesa donde estaba ubicada Nina. El esfuerzo "mental" de la soviética parecía canalizarse a través de sus manos, que eran movilizadas en círculos por encima de los objetos. Por momentos se ve a Naumov colocar un cubo transparente de plexiglás cubriendo los objetos (algunos no imantables) para descartar la posibilidad del uso de hilos o corrientes de aire por parte de la psíquica. Aún así, los objetos seguían desplazándose y sometidos a su voluntad.
Todo lo que se ve en pocos segundos, en realidad llevó siete horas de filmación en la casa de Kulagina, en Leningrado. Algunos periodistas y científicos rusos habrían sido testigos de estos fenómenos que rápidamente dieron la vuelta al mundo.
Ilusiones paranormales
De acuerdo a las imágenes exhibidas, es evidente a los ojos de un mago que los movimientos de objetos que presentaba Kulagina no eran de características similares a aquellos que realizaba Alla Vinogradova o James Hydrick y que he explicado en notas anteriores.
Todos los relatos que daban cuenta de este film, justamente no incluían referencia alguna a la participación de un ilusionista durante las pruebas, sea en el rol de observador o de control. Lo mismo ocurrió en otras demostraciones que habría realizado frente a investigadores extranjeros y que luego veremos.
Esto que señalo es de máxima importancia puesto que aquellos que no están familiarizados con el arte del ilusionismo y, especialmente, con la rama denominada close-up o magia de cerca, pueden ser fácilmente engañados a corta distancia sin tener la más mínima sospecha de cómo se realiza la trampa.
Esta crítica ha sido una constante en la historia de la parapsicología e incluso algunos parapsicólogos con experiencia en ilusionismo también lo han señalado con buen criterio: "En otros tipos de investigaciones de campo, también es importante el conocimiento de trucos de magia. En ciertos casos, los investigadores pueden imponer poco o ningún control y deben contentarse con la simple observación. La única manera de que un lector puede evaluar un informe de tal estudio es teniendo en cuenta el conocimiento, los antecedentes y la experiencia del investigador. Uno debe considerar la posibilidad que tendrá el investigador de detectar un truco en caso de que ocurra. Por ejemplo, Pratt y Keil (1973) observaron a Nina Kulagina e informaron: «Nunca hemos observado alguna conducta que sugiera que Kulagina estaba preparando un truco» [...] En estos casos, teniendo en cuenta otras declaraciones hechas en los informes, parece bastante claro (para un mago) que los observadores carecían totalmente de esa experiencia relevante." [Hansen, G. P. (1990) Deception by subjects in psi research. Journal of the American Society for Psychical Research, 84, (1), p. 42]
Este señalamiento de Hansen es precisamente lo que siempre ocurrió en las demostraciones de Kulagina: nunca fue examinada en presencia de ilusionistas y menos aún por parapsicólogos con conocimientos de esas técnicas. Además, y como he demostrado en la primera parte, esta mujer era proclive a valerse de trucos para simular alguna capacidad de percepción dermo-óptica o extrasensorial. Con esos antecedentes los controles estrictos deberían haber sido la regla, pero nunca ocurrió.
Fin del mito
Entre las muchas y variadas especulaciones que surgieron a partir de ese film, algunos plantearon la imposibilidad de reproducir en esas condiciones "el efecto K" por algún mago. Nuevo error y verán por qué.
Hace varios años decidí terminar con ese mito y me propuse replicar, con la mayor fidelidad posible, los mejores efectos que presentaba Kulagina. Busqué elementos similares a los que había utilizado ella, me senté frente a una mesa, activé una videocámara fija y en la soledad de una habitación obtuve los resultados que pueden ver en una secuencia completa en YouTube. Pero, además, y gracias a la inestimable colaboración de mi amigo Esteban Manazza (que digitalizó el video este año) y los compañeros de edición de Diario Veloz, pueden apreciar las imágenes a doble pantalla, comparar y sacar sus propias conclusiones.
Diez años después que he filmado mi video, otro ilusionista reprodujo para el programa "Galileo Mystery" de la televisión alemana, algunos efectos de Kulagina que habían filmado investigadores no rusos.
El programa en cuestión, emitido en 2007, tuvo como protagonistas al gran ilusionista Simon Pierro y al parapsicólogo Jürgen Keil de la Universidad de Tasmania. Este último había realizado algunos viajes a la URSS a comienzos de la década del '70 y, junto a su colega J. Gaither Pratt, lograron en situaciones informales nuevas filmaciones de algunas demostraciones de Kulagina.
De esos registros en color, un efecto en especial los dejó perplejos y fue el principal objetivo a desentrañar entre Pierro y Keil en dicho programa televisivo. Se trataba de una prueba en la que Kulagina lograba movilizar una pelota de ping-pong sujeta a un resorte dentro de un cubo de plexiglás. Desde ya que para el ilusionista fue un juego de niños y no solo reprodujo ese efecto sino también el de los fósforos. Si el ingenuo parapsicólogo mantenía su confusión frente a la magia de Kulagina, después de presenciar las demostraciones de Pierro quedó peor.
En definitiva, "el efecto K" fue otro gran sapo que se tragaron los parapsicólogos y muchos de ellos mantuvieron vivo el mito más allá de las advertencias de los ilusionistas. El mago y divulgador científico Martin Gardner supo definir muy bien a Kulagina: "toda ella es puro show" [Gardner, M. Science. Good, Bad and Bogus. Prometheus Books, Buffalo, New York, 1981 (Versión en castellano: La Ciencia. Lo bueno, lo malo y lo falso, Alianza Editorial, S.A., Madrid, 1988, p. 379)].