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El dominio del kirchnerismo

* Por Ricardo Rouvier. El kirchnerismo es el fenómeno político dominante desde el 2003 a la fecha. Ha atravesado momentos favorables y desfavorables, pero esto no lo desplazó del centro de la escena política nacional.

Su despliegue generó una tensión en el plano de lo posible que provocó una ampliación de objetivos en varios ámbitos impensados para cualquiera. Tiene el sello personal de sus creadores, como otros movimientos o partidos políticos; el peronismo, el menemismo, el macrismo, etc.

Generó primero perplejidades, y luego incomodidades en sus costados peronistas. Provoca fuertes expectativas en sectores progresistas que advierten que hay una consubstanciación de destino de nuestro país con la región en su giro hacia la centro izquierda, contrarrestando los 90. La aparición en la región de los populismos con sus diversas lecturas, la singularidad de Bolivia y Ecuador, y el deseo socialdemócrata de parte de la dirigencia del PT brasileño, marcaron una variedad de experiencias que ponen un hito en la situación latinoamericana. La acción del kirchnerismo no es muy diferente a las metodologías del peronismo clásico, que centraliza en una cabeza varias misiones: conducir el Estado, al Partido Justicialista, y ser vanguardia ideológica del proceso político. Decimos vanguardia ideológica porque el estilo de construcción política de los Kirchner, no previó institutos orgánicos en los que se debaten proyectos. En realidad la política se hace día a día en forma pragmática, aunque sería erróneo suponer que dicha pragmática es azarosa, que no tiene direccionalidad.

El tránsito es el componente ideológico del kirchnerismo, en el cual el propósito final permanece no explicitado. La ausencia de textos fundantes, la falta de escritura oficial desde el origen del proyecto, no implica que no haya una orientación que francamente se puede ubicar tanto en el primer peronismo como también en los 70; y fue en esa década cuando el justicialismo incorporó demandas del progresismo cultural. Pero, el trasfondo de todas estas experiencias de la región, unas más profundas y otras en las que sobresale la retórica con pocos resultados, establece la conciencia sobre las transiciones de las hegemonías mundiales. No hay duda que la pérdida de poder relativo de los EEUU y Europa, no implica una sustitución automática por ningún otro gran actor mundial, pero si una posibilidad de juego y articulación soberana de las naciones en vías de desarrollo. El cambio de orientación de los crecimientos económicos que inclusive favorecen al África, supone que estamos en ciernes de nuevos escenarios globales. También Unasur; que integra convergencias de países diferentes en la valorización regional, es un testimonio de la nueva época. La caracterización vulgar del kirchnerismo proveniente de la oposición y los grandes medios, confundió estilos desmañados, ausencias de lo previo con contenido político. El kirchnerismo lo tiene, desordenadamente, pero lo tiene.

El gobierno no va a decirnos lo que significa profundizar el modelo, porque en realidad su manera de hacer política incluye también estas incertidumbres, dejando a la política el terreno de las contradicciones y de las resoluciones. Allí en el conglomerado que forma el kirchnerismo, puede encontrarse aquellos que renuevan sus convicciones de otros tiempos, los vaticinios sobre el post-capitalismo, o más simplemente un desarrollismo con democracia social.

Este conglomerado del kirchernismo explica también la debilidad de la oposición, que se entretuvo mucho tiempo en concebir al oficialismo como banal, sin entender las mareas profundas que lo animan. Y muchas veces, en estos ocho años se quedaron viendo pasar el tren.

Desde el 2003 el peronismo institucional que domina gobernaciones y legislaturas, ha encontrado en el kirchnerismo una manera de sostenerse en el poder, y esto lo privilegian sobre diferencias que tienen, pero, los Kirchner han valorizado al P.J. como su filón electoral para desarrollar el proyecto, cosa que con el progresismo no alcanza. Aquella combinación es casi imbatible; aunque la dupla Macri-Duhalde intentará violentarla a nivel nacional. Pero nadie en el oficialismo piensa ingenuamente que la conciliación de aquello que fue el movimiento nacional pueda realizarse en forma simple. Sin duda, la conducción de Cristina ordena y da previsibilidad al oficialismo; y también a la oposición.