El dolor de familiares de tripulantes del ARA San Juan: "No quiero que se los busque más"
El capitán Bergallo, que integra la comisión investigadora oficial, junto a su hijo Jorge Ignacio, quien era el segundo comandante.
El submarino ARA San Juan no desapareció, sino que naufragó. La noticia de la explosión que registró la "anomalía hidroacústica" demoró, tal vez, demasiado en llegar. Y el país adeuda un gran homenaje a los 44 tripulantes.
Con la terminología precisa que domina a partir de su condición de experto submarinista y su condición de voz autorizada por ser uno de los tres expertos submarinistas que integran la comisión investigadora que constituyó el Ministerio de Defensa, el capitán de navío retirado Jorge R. Bergallo afronta con entereza el trance que hace cuatro meses cambió su vida. Y no pierde la admiración y el afecto hacia su hijo, el capitán de corbeta Jorge Ignacio Bergallo, quien viajó en la misión final como segundo comandante del ARA San Juan.
"En mi más íntima convicción, yo no quiero que se los busque más. El sepulcro de todos ellos es el mar. Dejémoslos allí. Yo quiero saber qué pasó. Pero nada garantiza que la continuidad de la búsqueda tenga éxito", precisó Bergallo, al exponer ante alumnos y profesores de la Universidad de Belgrano y responder preguntas de La Nación.
"Desde el primer momento se habló de la desaparición del submarino, pero lo que corresponde es decir que naufragó. Ni el Titanic ni el crucero General Belgrano desaparecieron. Naufragaron y se hundieron. La terminología adecuada es el naufragio y la pérdida de todos sus tripulantes", explicó .
La comisión investigadora, que integra en forma voluntaria y ad honorem con los submarinistas expertos Gustavo Trama y Alejandro Kelly, ya le pasó informes al ministro de Defensa, Oscar Aguad, quien los mantiene en reserva. A fines de abril esperan concluir su labor, que consiste en investigar qué pasó.
La explosión
Además de evaluar la explosión que detectó la Organización del Tratado de Prohibición de Ensayos Nucleares y la anomalía hidroacústica que analizó la Oficina de Inteligencia Naval de EE. UU., los submarinistas consultaron a varios expertos e instituciones internacionales. "Pedimos análisis de explosiones y relevamientos del fondo marino, realizados por empresas que efectúan exploraciones petroleras, entre otros estudios, y todos respondieron", confió Bergallo, que comandó el ARA San Juan en 1993.
Una vez, navegando en el ARA Santa Fe, vivió una situación de tensión cuando el submarino perdió el control y descendió al fondo del mar. "Afortunadamente, estábamos a 100 o 150 metros de profundidad y eso quizás nos salvó", reveló.
Es una de las posibles hipótesis que se manejan a la hora de evaluar qué podría haber pasado con el San Juan. La diferencia es que la nave de su hijo probablemente estuviera navegando sobre el talud, donde las profundidades comienzan a extenderse y podrían llegar a más de 3000 metros. Bergallo no descarta la posibilidad de que se haya posado en el interior de un cañadón, lo que hace más difícil su localización.
Por los informes que pasaron por sus manos y las conversaciones que mantenía con su hijo, Bergallo sostiene que el submarino estaba en condiciones de navegar. "Tal vez no estaba como para ir a la guerra, pero para las misiones que debía desarrollar su seguridad no estaba amenazada", señaló.
Recordó que en todo el mundo hubo homenajes a los 44. Desde la emotiva formación de los Pumas en Dublín hasta las 44 lámparas encendidas lanzadas al mar en Nagasaki. Pero no hubo ningún acto formal en la Argentina. Ni siquiera muchos familiares lo aceptarían y, en cambio, exigen al Gobierno que la búsqueda continúe.