El dólar, los porteros y los bancos
Por "Chiche" Gelblung. Hace unos días comenté en la radio un deja vu que sentí cuando el dólar blue había pasado la barrera de los $ 6,50. Sé que al ministro Lorenzino le importa un pito esto, porque no tiene impacto en la economía en serio.
Por Samuel "Chiche" Gelblung
@chichegok
chiche@diarioveloz.com
Pero como con los años uno aprende que lo que dicen los ministros de Economía suele pasar al glosario de la estupidez humana ("el que apuesta al dólar pierde") sólo para no abundar, voy a contar el deja vu y lo que, creo, son sus consecuencias.
Casi 15 años de mi vida periodística los pasé viajando por el mundo para la cobertura de sucesos de interés periodístico: revoluciones, guerras, catástrofes, festivales y acontecimientos deportivos, viajes papeles y hasta acompañé al Ayatollah Komeini cuando volvió a Irán desde su exilio francés. Este peregrinaje me dejó experiencias prácticas que si bien no tienen categoría científica sirven para entender algunos secretos del mundo en que vivimos. Ejemplos: para conocer la altura promedio de los habitantes de un país no hay que recurrir a complejas estadísticas antropométricas sino simplemente observar la altura de los mingitorios. Si uno apunta para arriba los hombres son altos y si apunta muy para abajo, hay gran cantidad de petisos...También uno sabe que los mocasines de Guido y los pantalones apretados más arriba de la cintura revelan a un argentino profesional de clase media.
En ese largo periodo de vida sobre los aviones solíamos encontrarnos con otros enviados especiales que teníamos el mismo destino y que compartíamos también las claves para saber a qué país llegábamos. El primer indicio era saber dónde se cambiaban los dólares que llevábamos. Los países se dividían en dos categorias: los normales eran aquellos que se podía cambiar los dólares al mismo precio en el banco que en la caja del hotel. Y los otros países eran aquellos que los dólares lo cambiaban los bancos a la mitad del precio que lo cambiaban los porteros del hotel. Coincidentemente con este síntoma uno sabía que los países donde el cambio lo manejan los porteros eran aquellos que inevitablemente terminaban en poder de dictadores o caían en descalabros económicos o casos catastróficos.
Nosotros, desgraciadamente, desde hace unos meses caímos en la categoria del cambio de divisas a través de los porteros de los hoteles. Por eso el otro día me atreví a hablarle desde el micrófono directamente a la Presidente, para contarle esta experiencia y para que haga lo posible para retomar el camino que transitamos hasta hace pocos meses, pero no para que los viajeros extranjeros se sientan cómodos y seguros ( lo cual no es malo) sino por lo que eso significa como imagen externa y realidad interna. Conservo de mi época de periodista viajero muchos amigos que vienen a la Argentina, por trabajo o por turismo. Hasta antes de este cepo que disparó a las nubes el paralelo, cada extranjero que me visitaba y que revisaba la prensa local decía que andabamos bien más allá de cualquier comentario, porque cuando querían pagar con dólares la gente se los rechazaba...Y era así, la economía se había pesificado en serio y no por medidas que todos los días se cambian para hacer eficiente un control, de por si, imposible: el que quiere sacar dólares los saca aunque el " contado con liqui " le cueste 8 pesos por dólar.
Se que la Presidente toma decisiones personales y que a veces pone en tela de juicio las categóricas opiniones de sus asesores y ministros. Por ejemplo que el ministro Lorenzino diga que el mercado paralelo no tiene relevancia en la economía. Y los que caminamos la calle sabemos que los precios se van alineando con el dólar a 6 o más arriba. Y también aprendimos la lección que nos enseña la gente de AYSA: un grifo que derrama una pequeña gota de agua durante 24 horas seguidas al fin del día se comió un tanque de 500 litros.
Yo le pido a la presidente que vea de que modo se puede retormar la línea de aquellos países en que los porteros de los hoteles hacen su trabajo dedicado a la atención de los pasajeros y no se conviertan en agentes cambiarios de una economia en crisis....
@chichegok
chiche@diarioveloz.com
Pero como con los años uno aprende que lo que dicen los ministros de Economía suele pasar al glosario de la estupidez humana ("el que apuesta al dólar pierde") sólo para no abundar, voy a contar el deja vu y lo que, creo, son sus consecuencias.
Casi 15 años de mi vida periodística los pasé viajando por el mundo para la cobertura de sucesos de interés periodístico: revoluciones, guerras, catástrofes, festivales y acontecimientos deportivos, viajes papeles y hasta acompañé al Ayatollah Komeini cuando volvió a Irán desde su exilio francés. Este peregrinaje me dejó experiencias prácticas que si bien no tienen categoría científica sirven para entender algunos secretos del mundo en que vivimos. Ejemplos: para conocer la altura promedio de los habitantes de un país no hay que recurrir a complejas estadísticas antropométricas sino simplemente observar la altura de los mingitorios. Si uno apunta para arriba los hombres son altos y si apunta muy para abajo, hay gran cantidad de petisos...También uno sabe que los mocasines de Guido y los pantalones apretados más arriba de la cintura revelan a un argentino profesional de clase media.
En ese largo periodo de vida sobre los aviones solíamos encontrarnos con otros enviados especiales que teníamos el mismo destino y que compartíamos también las claves para saber a qué país llegábamos. El primer indicio era saber dónde se cambiaban los dólares que llevábamos. Los países se dividían en dos categorias: los normales eran aquellos que se podía cambiar los dólares al mismo precio en el banco que en la caja del hotel. Y los otros países eran aquellos que los dólares lo cambiaban los bancos a la mitad del precio que lo cambiaban los porteros del hotel. Coincidentemente con este síntoma uno sabía que los países donde el cambio lo manejan los porteros eran aquellos que inevitablemente terminaban en poder de dictadores o caían en descalabros económicos o casos catastróficos.
Nosotros, desgraciadamente, desde hace unos meses caímos en la categoria del cambio de divisas a través de los porteros de los hoteles. Por eso el otro día me atreví a hablarle desde el micrófono directamente a la Presidente, para contarle esta experiencia y para que haga lo posible para retomar el camino que transitamos hasta hace pocos meses, pero no para que los viajeros extranjeros se sientan cómodos y seguros ( lo cual no es malo) sino por lo que eso significa como imagen externa y realidad interna. Conservo de mi época de periodista viajero muchos amigos que vienen a la Argentina, por trabajo o por turismo. Hasta antes de este cepo que disparó a las nubes el paralelo, cada extranjero que me visitaba y que revisaba la prensa local decía que andabamos bien más allá de cualquier comentario, porque cuando querían pagar con dólares la gente se los rechazaba...Y era así, la economía se había pesificado en serio y no por medidas que todos los días se cambian para hacer eficiente un control, de por si, imposible: el que quiere sacar dólares los saca aunque el " contado con liqui " le cueste 8 pesos por dólar.
Se que la Presidente toma decisiones personales y que a veces pone en tela de juicio las categóricas opiniones de sus asesores y ministros. Por ejemplo que el ministro Lorenzino diga que el mercado paralelo no tiene relevancia en la economía. Y los que caminamos la calle sabemos que los precios se van alineando con el dólar a 6 o más arriba. Y también aprendimos la lección que nos enseña la gente de AYSA: un grifo que derrama una pequeña gota de agua durante 24 horas seguidas al fin del día se comió un tanque de 500 litros.
Yo le pido a la presidente que vea de que modo se puede retormar la línea de aquellos países en que los porteros de los hoteles hacen su trabajo dedicado a la atención de los pasajeros y no se conviertan en agentes cambiarios de una economia en crisis....