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El doble estándar

*Por Florencia Peña. Ya no saben qué hacer porque hay algo que es cada vez más irrefutable: si Cristina va por la reelección, no hay quien le llegue a los talones. Entonces, la muletilla que escucharemos de ahora en más en todas las elecciones provinciales es, ‘el pueblo no quiere un delegado de la Rosada en la gobernación.’

"Una pantalla grande sólo hace el doble de mala a una mala película."
Samuel Goldwyn

Todos escucharon hablar del doble estándar, ¿no? Me acuerdo de un chiste horrible que decía así: ¿Por qué las mujeres siempre estacionan muy cerca del cordón? Porque los hombres les hicieron creer que la palma de una mano mide 20 cm. Y pareciera que es lo que está pasando con la realidad y la cobertura mediática de los medios hegemónicos: están midiendo los mismos hechos con reglas diferentes. Se nota mucho, y es bien curioso, en cómo se van tratando los resultados de las elecciones provinciales.

Cuando Corpacci triunfó en Catamarca, le ganó a un gobernador ya reelecto y le puso fin a 20 años de hegemonía radical, le dedicaron unos míseros recuadritos en las tapas, como si hubieran sido las elecciones de un club de Primera B. Sabían que podía suceder, que los radicales (la oposición) tuvieran su primer revés electoral. Pero que se confirmara les resultó intolerable. Entonces se dedicaron a empañar la victoria metiendo por la ventana a los Saadi, ligando a la gobernadora electa con historias que nada que ver y ninguneando su apoyo a la presidenta. Por suerte, hoy no tenemos que comprar un solo relato repetido por mil y tomar esa farsa como la verdad objetiva: podemos escuchar más voces y puntos de vista. Y pudimos ver la alegría de la gente que eligió apoyar el proyecto nacional.

Lo de Chubut fue alevoso. Apuradísimos salieron los medios corporativos a consagrar gobernador al candidato del ya retirado Mario Das Neves: con un margen de menos de un punto y en medio de denuncias por irregularidades. A medida que avanzó el recuento de votos, las sospechas se convirtieron en certezas: los "errores humanos" fueron abundantes y curiosamente beneficiaron siempre al delfín del ex precandidato del Peronismo Decadente, que no tuvo más remedio que dar un paso al costado. Lo llamativo es que Solá y De Narváez, que fueron a poner sus caripelas para las fotos la semana previa, después se alejaron como si los dasnevistas se hubieran agarrado una peste. Y algo de eso hay: la cosa huele feo. A esta altura son cinco las mesas impugnadas, y hay denuncias por el accionar de la policía, que le facilitó información del escrutinio al oficialismo chubutense mientras se la escondía al resto de la sociedad. En una semana sabremos si esas mesas votan de nuevo y cuándo. Los medios del monopolio, los primeros defensores de las instituciones y la democracia, hacen como si nada. Debe ser que el fraude no amenaza la "libertad de expresión" de los votantes.

La semana pasada en Salta, otro triunfo contundente del Frente para la Victoria, y una señal inconfundible de apoyo al modelo de país y a la presidenta. Pero resulta que Urtubey, hasta la semana anterior llamado "el candidato K", ahora ya no es tan kirchnerista. Quieren mostrar que el gobernador toma distancia del gobierno. Y lo que resaltan los sospechosos de siempre son las polémicas con Moyano, el blanco preferido de todos sus dardos, sobre todo en plena discusión de aumentos de salarios.

Lo que deduzco es que ya no saben qué hacer. Porque hay algo que es cada vez más irrefutable: si Cristina va por la reelección, y somos muchos los que confiamos en eso, no hay quien le llegue a los talones. Y entonces la muletilla que acuñaron (¡miren que son ocurrentes!) y escucharemos de ahora en más a todos los distritos es: el pueblo no quiere un delegado de la Rosada en la gobernación. Lo cual es una gran falacia, por no decir pelotudez. Porque, por un lado, en las urnas el pueblo parece estar diciendo otra cosa. Aunque el cada vez más contradictorio Pino Solanas salga a decir que hay votos calificados y votos que no. Ay, Pino, yo pensaba que para vos también todos los ciudadanos son iguales ante la ley, pero bueh... solía pensar cosas buenas de vos...

Y por otro lado, los gobernadores que defienden y buscan profundizar las políticas sociales que se pusieron en marcha en 2003, no son "títeres de Cristina", como quieren hacer ver los "formadores de opinión": son políticos consecuentes que buscan consolidar este modelo de país federal, que buscan afianzar la integración tanto de todas las provincias como de la región. Y eso es algo que inquieta a las mismas corporaciones tanto en nuestro país como en Latinoamérica.

Entonces, los intereses económicos concentrados se preguntan: Oh, y ahora, ¿quién podrá defendernos? ¿Los radicales?

Mmm. Cobos ya se hizo cargo de que tiene menos convocatoria que un partido de squash. Su popularidad alcanzó el nivel más bajo posible: está en en el fondo del mar ¡y haciendo un pozo! Pero por lo menos les dio a sus correligionarios un mensaje, ¡aunque no positivo!: dijo que va a demostrar que un radical puede terminar su mandato. Así que seguirá siendo el fantasmal vicepresidente. Sanz todavía se hace ilusiones. Aunque parece que el anciano partido radical optó por un futuro de renovación y cambio. Están incorporando lo último en tecnología: la clonación. Y le ponen todas las fichas a que Alfonsín pueda repetir lo del ‘83. Aunque saben que van a tener que hacer "Alianzas" y parece que están buscando réplicas de Alende y Jaroslavsky, porque los hijos de De la Rúa están en otra.
La interna radical es una fiesta del revival: hasta los veteranos de la Franja Morada están planeando eventos para evocar la época dorada en que manejaban los centros de estudiantes de las universidades. Para lo que sí se ponen de acuerdo los radicales es para frenar la ley de prepagas: parece que el negocio es suculento y los dueños de la torta no quieren cortar más porciones. Así que meten presión para cajonear el proyecto. Y los muchachos de la UCR hacen una guachada, perdón, gauchada.

Por el lado del Peronismo Federal continúan Duhalde y Rodríguez Saá con esa triste comedia de la interna, pero debe ser por el puro gusto de pegar carteles. Porque lo que es votar... Parece que a la gente le despierta menos interés que un partido por el tercer y cuarto puesto entre dos equipos coreanos donde no juegan argentinos. Das Neves se enterró solo, y al velorio no fue nadie. Solá está buscando un nuevo espacio. Y Francisco "Cualquiera-me-deja-bien" De Narváez coquetea con la UCR, con el PRO, con quien sea que le haga un lugarcito, porque parece que le agarró el gusto a esto de cobrar sin hacer nada, además de hablar en la tele actuando de sí mismo.

Y entonces llegamos a la última esperanza liberal, el niño mimado del poder económico, el hijo bobo de las corporaciones: el inefable Mauricio. Macri al gobierno, Magnetto al poder, le deben haber escrito en las redacciones del Grupo. Y esta semana salió a pedir que toda la oposición se una, a ver si puede hacer un poquito de fuerza. Pero no hubo caso, y no es raro. Hay que tener imaginación para reunir a Duhalde con Del Sel, a Pino con Pinedo, a Rodríguez Larreta con Rodríguez Saá, a Binner con Bullrich. Con un elenco así o sale una comedia absurda que termina en drama, o sale una de terror.

Así es que los asesores del PRO-elitismo macrista le recomendaron a Mauri que trate de quedarse en la Ciudad, no importa cuánto la haya arruinado. Porque los números no le dan ni para presidente de Boca: a nivel nacional no puede arrimarse ni que Cristina haga campaña por él. Encima, sus posibles sucesores, Horacio y Gabriela, inspiran menos confianza que un inglés haciendo mapas. Y es muy probable que se queden sin el pan, ni el circo, ni la torta.
¿Y a quién se les ocurrió reflotar? Al oscilante Lole Reutemann: el hombre de la permanente indefinición, que parece muy tranquilo en su provincia (sobre todo viendo la cotización de la soja). Ya veremos qué responde el ex gobernador de la bota bajo el agua. ¿Se prenderá en la joda pesada de la oposción o volverá a repetir su sonora frase: "que se metan la candidatura en el..."?

Mientras tanto, de este lado ya hay acuerdo en las cosas importantes: nunca menos. Y las diferencias se pueden dialogar.