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El día que las vacas vuelen

*Por Fernando Baer. Recuerdo que en mi infancia existía un cantito futbolístico muy utilizado para denostar al equipo de fútbol contrario.

Se refería a la situación hipotética en la que ese equipo saldría campeón, determinado por la conjunción de dos eventos de nula probabilidad de ocurrencia: que las vacas vuelen y que en Argentina baje la inflación. Es imposible que un mamífero pesado y sin alas vuele; tampoco es posible que en Argentina desaparezca la inflación. La conformación anatómica de la vaca lo impedían; la historia económica argentina contemporánea también. Además, la imposibilidad de ocurrencia también venía dada por la inconexión aparente entre ambos; hablar de vacas e inflación da la sensación de estar sumando martes con viernes o peras con vino.

Sin embargo, 25 años después, la posibilidad que las vacas vuelen, que baje la inflación y que no exista esa dicotomía entre ambos eventos no parecen ser eventos improbables. En la reciente película Cuento Chino, de Sebastián Borensztein, efectivamente una vaca cae del cielo, lo cual desactivaría la primera de las condiciones (el evento se basa en un hecho real).

También Argentina demostró una década atrás que bajo ciertas condiciones de comportamiento macroeconómico e institucionalidad es posible erradicar la inflación. Más aún, a la luz de las políticas económicas de los últimos años, las vacas y la inflación comenzaron a ser dos caras de la misma moneda: la escasez.

Las políticas públicas implementadas, en particular sobre la faena del stock bovino y de precios máximos, si bien con distinta intensidad durante los últimos seis años, lograron que el stock bovino se redujera un 15% (a 49 millones de cabezas) y que el precio de la carne en 2011 se triplicara respecto de 2007, con consecuencias directas sobre el consumo doméstico de carne, que se redujo en más de un 25%. Literalmente, las vacas volaron en Argentina, en precio y en cantidad. Aún en el contexto de resolución óptima de la crisis del sector, la recomposición de los stocks demorará algunos años, con efectos negativos sobre su posibilidad de consumo.

En el caso de la inflación, mucho se escribe desde la profesión sobre el boom de consumo. Se argumenta que la inflación es el resultado de cuellos de botella generados por insuficiencia de oferta ante una demanda que crece más rápidamente, dadas políticas activas de redistribución del ingreso. Por ello debe estimularse la oferta, sin afectar la dinámica de la demanda para seguir expandiendo el producto. Sin embargo, dada la etapa del ciclo económico doméstico e internacional, el boom de consumo es más una consecuencia que una causa de la inflación; con inflación anual del 25-30% en 2011, y tendencia creciente desde 2007, es refugio natural decidir consumir para conservar el poder adquisitivo del ingreso.

Sin embargo, no se debate el rol del Banco Central (BC) sobre la política monetaria y la definición de la tasa de interés. Los agentes económicos decidimos entre consumir o ahorrar, dependiendo de ambos precios relativos. Ahorrar no es otra cosa que diferir consumo en el tiempo, y el premio que exijo es la tasa de interés real. Si en términos relativos ahorrar es más caro que consumir, decido consumir, y viceversa. En contextos de elevada inflación el precio del ahorro es más caro que el del consumo. La manera de corregir ese desequilibrio es modificando el precio del ahorro, es decir, la tasa de interés real. Y ella es básicamente el resultado entre la oferta y demanda de dinero.

El BC en su carta orgánica es claro en este punto. Su rol primario es mantener el valor de la moneda y ello no es otra cosa que posibilitar que los agentes puedan optimizar su función de utilidad optando entre consumir y ahorrar. Es más, cuando un individuo decide ahorrar, se genera oferta de fondos para inversión (¡que de ocurrir reduce cuellos de botella! La cuestión institucional es esencial para decidir invertir).

En la medida que el BC no respete su carta orgánica y la tasa de interés real no se encamine hacia un terreno positivo (hoy negativa, del 15-20%), el problema de la inflación en Argentina seguirá siendo eso; un problema. Mientras tanto, el fútbol para todos sigue sin dar las alegrías esperadas porque los principales equipos registran muy malas campañas y las vacas ya vuelan. Lo que restaría para salir campeones es comenzar a bajar la inflación...